Asakhira
Explorando territorios Patricia @révalo
Vamos siendo nuestra propia isla,
arriesgando leyendas
sobre los límites del mundo ...
                           Teresa Melo, Cuba


31.12.03  :: 18:38

Cuando regresé hallé al frío aullando en casa, marchitando mis plantas y aturdiendo a mi pájaro. He debido ponerlo a raya con olor a café recién hecho y a humo de tabaco. Para poder dormir, debí empezar a desbalagar mi equipaje, labor que aún no acabo. Hallé el refrigerador vacío, en la contestadora una treintena de mensajes, un par de plantas nuevas y un arbolito de navidad enano, obsequios estos dos últimos de mi madre que siempre me extraña y que no deja huérfano lo mío. También me encontré hospitalizado a mi amigo Pedro y a los teléfonos y a mi minicomponente, fallecidos: mi número, muerto; el celular, sin conexión; el reproductor, electrocutado. Lo que más anhelaba de mi casa era escuchar música, mi música, la que me gusta y hasta hoy pude. Antes, todo el viaje, dormí en hoteles y la única música que escuche, menos una tarde, fue o en espectáculos o en la radio; y en la radio siempre fue, alguna versión del tema de "Resistiré" o a Luis Miguel.

Así que estos días, desde que llegué, me he dedicado a arreglar entuertos y a ocupar de nuevo el hueco que dejé.

Por eso, no te enojes - pero si lo quieres hacer, va, hazlo -, no te molestes porque yo no te haya buscado, que yo no me molesto porque tú hasta antes de ahora tampoco lo hayas hecho. Te pregunto titiritando, ¿hasta cuándo crees que durará el frío? Me respondes con voz gélida que quizás hasta Febrero. Te miro apenas si extrañada y me digo, no falta mucho, tanto más o menos el mismo tiempo que estuve de viaje y el tiempo pasa rápido.

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29.12.03  :: 04:48

Buenos Aires de las Ojeras,
cartografía de reloj de sol.

hieres tu cenit
con Obelisco erecto
en la encrucijada de tus líneas,
la del mediodía
y la del corazón.

sobre tu plexo,
el kilómetro cero:
vértice del que emanan
lejanía, cercanía,
y toda otra distancia.

para ti jazmines, para mí gardenias.
sur-o-no-sur, direcciones encontradas.

dícese que tiempo es la duración de las cosas sujetas a mudanza,
medida por fenómenos sucesivos ocurridos a intervalos regulares.
hemos, pues, vivido horas siderales.

nada como tus párpados,
que nunca parpadean iguales.

adivino, con prendada intuición,
cada uno de tus cuadrantes,
el pueril, el viril, el vernal, y el senil;
la largura de tus avenidas,
paralelas y meridianas,
tanteo con vagabunda mirada;
y trazo en mi Atlas
los que hice mis senderos,
de donde tu nerviosa risa
a mi acontecer sucede;
y escucho tu voz que canta
y miro gotas de agua correr por tus pestañas,
mientras me refugio del chubasco
bajo tu dintel
hasta que escampa.


Está bien dejarte,
de ti alejarme,
entorpecer el vicio,
recuperar distancia.

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28.12.03  :: 09:08

No ha demasiado del año en que resolví perdonar a Papa Noel.

Supongo que nuestra sociedad que cada vez cree en menos y en la que menos tradiciones se conservan, requiere cada vez más y como siempre, algún motivo por el cual enfiestarse entera, reunir a sus familias, romper el monótono ritmo cotidiano.

Los preceptos y ritos del cristianismo, se han vuelto la religión moderna. Sobre todo aquellos que implican jarana: bautizos, matrimonios, navidad, semana santa. En un mundo donde es moda declararse libre del yugo religioso, creyente o no, no deja de sorprenderme que la semana siga siendo de siete días y que el séptimo, que en realidad es el primero, sea considerado de reposo. ¿Porqué siete? ¿Porqué domingo? ¿Porqué el reposo? Porque sin convenciones no hay embrague.

Dentro de esta sociedad los hay que perseveran en la fe, algunos más que perseveran en la tradición, bastantes más que hacen evolucionar la tradición y otros más que creen que sin fe las tradiciones pierden su sentido. Yo era de las últimas hasta que me dio por pensar que la cultura, y llamo cultura al modo actual en que una sociedad hace las cosas, está siempre gestando tradiciones. Habrá un día que con nostalgia digamos, "En mis tiempos la navidad se celebraba en familia y con regalos..."

Pasar la fiesta navideña en Buenos Aires, fue un acontecimiento digno del viaje. En primer lugar nadie tuvo a bien avisarme que la ciudad se moría a partir de las siete de la tarde, que a partir de esa hora y hasta la mañana siguiente, hallar un taxi sería no menos difícil que un milagro, que los colectivos pasarían cada hora, y que el subte no extendería sus corridas normales. ¿A quién pudo parecerle necesaria una advertencia al respecto, si todos (menos yo, claro) lo saben? Lo más cercano que escuché fue un "No sé cómo haré para ir ...", cosa que a decir verdad, no entendí sino hasta que me sentí confinada en mi hotel, condenada a pasar ahí las horas de la cena o a aventurarme a esperar un colectivo. Finalmente eso hice y mis ángeles custodios (tengo dos) me llevaron a caminar, primero a la parada y luego por hacer algo más que durante media hora no hacer nada, hasta donde un taxista dejó a una señorita y accedió a llevarme.

La cena espléndida, en casa de la mamá de Ylek, a quien agradezco de corazón haberme permitido entrar a su mundo familiar. El plato principal, Lechón a las Brasas, que por horas asó el primo; y de primer tiempo y tan sólo lo que probé: PioNono - un enrollado-, Lengua a la Vinagreta, Vitel-Tone, pollo horneado y morrones, además de ensalada rusa y ensalada mixta. Todo delicioso.

La media noche nos llegó entre el primer tiempo y el lechón. Ha nacido Jesús. Es la hora de brindar con sidra, abrazarse y desearse ¡felicidades! Salimos a la calle para ver por casi una hora los fuegos artificiales. No hay vecino que no cuente con un arsenal pirotécnico. Rezumban cohetes, petardos. Brillan estrellitas de colores. Hora de entregar y recibir regalos.

A mí me entra una estúpida alergia, supongo que a la pólvora, que hace que no pueda dejar de estornudar y moquear y se me hinchen los ojos de tanto lagrimear. A pesar de sentirme por la alergia incapaz de pensar, termino mi porción de lechón y como pan dulce y turrones. El festejo familiar ha terminado. ¿Dije ya que los argentinos no son grandes bebedores?

Dos de la mañana. Bajo del auto familiar en avenida San Juan al 3000. La gente está vertida en la calle. Parejas, familias, grupos de amigos; muchos buscan taxi, otros tantos caminan, otros sólo pasan el tiempo reunidos, sentados a la banqueta. Los boliches en poco abren. Me meto por alguna callejuela esperando que por segunda vez en la noche, el milagro del taxi se me haga y sobre la avenida la competencia es demasiada. Llego a una esquina donde me siento detenida, me espera una calle oscura. Observo a un hombre que se dispone a caminarla. Detrás de él, la camino yo. En la siguiente esquina, premio: otro taxista deja en casa a otra señorita y accede a llevarme al barrio de San Telmo. Llego tarde para quien me espera, y me espera una travesía por la ciudad; una soda, azul la mía, revitalizante, y un mirar amanecer el día de navidad tras el Obelisco de Buenos Aires.

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26.12.03  :: 21:05

Me siento a la mesa del café y extiendo los dos mapas que me han guiado por Buenos Aires. El del subte, que es el más amplio, y uno comercial, que es el más claro. Identifico en ellos la ruta seguida en el día y doy por visitados, en la relación que hice de sitios que me interesaba visitar, aquellos que en mi caminar encontré. El camarero me mira entre divertido y extrañado. Desde la ventana de mi nuevo hotel vi abierto el bar, me vestí los jeans y crucé la calle. Lo que me inquieta hacer, prefiero hacerlo en compañía de un gin tonic y un cigarro. El reloj marca las dos. Poca gente transita por la calle, algunas parejas, varios solitarios. Corrientes y su obelisco iluminado. Afuera de la librería vecina duerme un grupo de cartoneros. Dentro del café, una pareja y yo, sumamos el total de la concurrencia.

Me restan apenas poco más de veinticuatro horas para abandonar esta ciudad y querría saber, hasta donde conozco, qué es lo que desconozco de BAires. Reviso el mapa, los puntos de interés, las direcciones, los nombres. No está mal. Puedo descartar la prisa. He hecho bien mi papel de turista. En poco podré olvidarme de verificar continuamente no haber olvidado lo que conmigo cargo. Esa sensación estúpida y veraz de andar continuamente distraída, dejando pertenencias sobre cualquier repisa. Así perdí en distintos momentos cámara, lentes, gorra y portamonedas.

El gin tonic aquí, me explica el camarero, no lo hacen con ginebra, sino con gin, que no es otra cosa que ginebra hasta donde alcanzo a leer en la botella, pero... ¡y bueno!

Rompo folletos, volantes, notas, tarjetas. Transcribo los nombres y sus direcciones a páginas nuevas. Siempre he sido así. Necesito hacer alto, parar el tiempo, para hacer de lo pasado una copia en limpio, sin borrones ni enmiendas. Sorbo. Sorbo. Escribo.

Me ha escrito gente que he conocido en mi trayecto. No he respondido. No antes. No antes de que sea tiempo.

Como si fuera un huevo de muchos cascarones y solo de vez en vez rompiera uno y justo ahora, uno estuviera rompiendo, así es como voy haciéndolo.

« No se tú, pero yo ... », sigue en la radio cantando Luis Miguel, que me ha venido siguiendo, el pobre, desde Santiago hasta BsAs. Sorbo. «... te busco en cada amanecer ... ». Ojalá encuentres lo que buscas, me deseaste. Si supiera. Si supiera lo que busco... a lo mejor sabría si me lo he topado. Cuando termine de romper el cascarón me daré tiempo para pensarlo. Por lo pronto, transcribo, transcribo a toda prisa, en este sitio propicio para compulsivos insomnes.

El turno es ahora de Roberto Carlos y del gato que le hacía compañía. La primera canción que aprendí a tocar en la guitarra, porque así es, alguna vez toqué la guitarra y alguna otra vez, la dejé abandonada. Oigo la canción con el mismo corazón que la oí entonces: nostalgia sin claro destinatario.

Tengo las manos llenas de tinta. Me equivoco y arranco los errores y rompo. Rompo lo apenas escrito y reempiezo la tarea, otra vez, hasta que no me importe más el cómo, hasta sentir sueño y el deseo de dar todo por terminado.

Conforme transcribo nombres, surgen los recuerdos. Sí, ya están ahí, ya están instalados, forman ya parte del anecdotario. Me doy cuenta de que muchos de los propietarios de esos nombres, no saben nada de mí, y aunque sepan, no he de reencontrarlos. Me percato de que no me gusta dejar huella. Gente buena, que ojalá no espere nada más de mí. Lo que podía darle, ya lo di.

Como siempre el cenicero lleno de cigarros que apenas si he fumado. Y justo ahora que transcribo tu nombre, la tinta se me ha terminado.

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24.12.03  :: 09:41

Post tomado de un mensaje recibido por i-meil

Una hermosa noche de diciembre, sentada muy acaramelada en el malecón de La Habana, estaba una pareja de cubanos mirando el mar, cuando de repente, le dice él a ella:
- Chica, ¡déjame tocarte el wiwichu!
- Estás loco, mi negro, ¿cómo crees, si no tenemos tanto tiempo de conocernos?
- Anda chica, que no ves que es el tiempo perfecto, ¡déjame tocarte el wiwichu!
- Que no, ¡que no quiero!
- Anda chica, es ahora o nunca, deja que te toque el wiwichu...
- Bueno, mi negro, sólo porque te quiero mucho...
.
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.
.
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Entonces el negro agarra su guitarra y prosigue:

Wiwichu a merry crismas,
wiwichu a merry crismas,
wiwichu a merry crismas,
and a japy niu yirrrr!!!

¡¡Felices fiestas a todos!!
;-)

¡Resistiré!

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23.12.03  :: 17:55

Para ver hombres y mujeres guapos, Rosario. No hay falla. Lo mismo la que se vacía de compras sobre la avenida Córdoba, que la gente del mercado, que la que trabaja o se asolea en la Costanera; desde los bien ajuareados hasta los más pobres, toda gente guapa.

Apenas bajaba del micro que me trajo de Buenos Aires, cuando en la misma estación de ominibuses, vi esperando al hombre que podría ser el argentino que me pareciera el más guapo: ojos azul-verde sobre piel morena, pelo negro, el gesto largo y el cuerpo y las facciones que les caracterizan, al menos a los hombres y en mi imaginario.

La ciudad pequeña, sus edificios hermosos, supongo que la mayor - o proporcionalmente mayor - colección arquitectónica que aquí hasta ahora haya visto. Pero la belleza física de los rosarinos supera la de sus edificaciones. El color de ojos que me impresionó, abunda por sus calles. El acento, uno de los más difíciles.

Yo estaba muy contenta bebiendo una cerveza y mirando pasar hombres, cuando pensé en mis amigos y en lo que les diría de las rosarinas, razón por la cual me empecé a fijar en ellas. No me gustan tanto, pero me gusta el modo que tienen de andar, el modo que tienen de vestir; no sé, cualquiera tiene un bonito cuerpo, y usan la falda o el pantalón a la cadera, muy a la cadera, y tienen buen trasero.

Sí, guapos los hay en todos lados, pero para mi gusto, en Rosario hay un exceso.

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20.12.03  :: 14:34

Desde que me instalé en mi hotelito en Constitución hace tres semanas, me guiñó el ojo éste, el Restaurante Manolo.

Ayer me di cuenta de que transcurren los últimos días de este viaje improrrogable. O me voy ya o no habrá lugar para mi regreso sino hasta finales de enero, y aunque no tengo urgencias, me parece bien aceptar que hay términos. Así que sin más, me pongo a tono con mi papel. Me dispongo, por primera vez, a comer a tiempo, al medio día y bien.

Anoche me reuní con amigos en el Gran Buenos Aires, que vendría a ser, en términos chilangos, algo así como haber salido del DeFe al Estado de México.

« Hasta que me olvides voy a intentarlo… hasta que no exista un mañana ni un después… », canta en la radio Luis Miguel. El hielo suda. Hace calor como en nuestras costas, sólo que no huele a costa, ni hay aquí pescados, ni tampoco tengo la esperanza de caminar apenas un poco y ver allende el mar. Eso pensaba anoche, en la sala de estar de mi amiga, mientras lánguidamente morfábamos las pizzas que ella había tenido a bien preparar.

He buscado el río y por poco y no lo encuentro. Hasta hoy, mirando un mapa, comprendí que el Río de la Plata no es un borde por el que fácilmente se pueda pasear; que es mucho más golfo que río, que no se ve desde aquí la otra orilla, y que Montevideo está muy lejos de mi voluntad.

Debiera llamar, es hora, pero bueno, delante de mi espera la entrada. Media porción de jamón crudo, que de media no tiene nada. La cortesía hará antesala. Además ¿qué diré? Si aún no tengo idea clara del rumbo que he de seguir en cuanto salga de este refugio gastronómico hacia el crudo sol del medio día.

Manolo. Varias veces pasé por aquí y miré este sitio desde las ventanas del colectivo: siempre lleno de clientes, siempre lleno de vida. Mi idea inicial fue ir a Plaza Dorrego y comer en uno de esos sitios medio fashion que la rodean. Pero pasé por aquí y volvió a guiñarme el ojo esta esquina. Hay citas sobrentendidas a las que conviene asistir cuando aún es tiempo.

Manolo se acerca a la mesa. Sesenta años, español. A mi derecha y a mi izquierda, dos grupos de hombres le llaman para conversar con él y sobre fútbol. Sobre mi cabeza ondean varios banderines, las insignias del River Plate y una bandera del Cruz Azul.

Llega mi asado de entraña, y un cuarto de vino para acompañarla.
Hace más calor.

Voy dando lentamente cuenta de la carne, haciendo gala al cortar para mí bocados fat-free, de las cualidades que me pudieron haber llevado a ser mejor cirujana que como-se-llame-lo-que-hoy-soy, sin por pensarlo echar de lado el par de cosas que sí hago bien.

La sal aquí sala extraña, no proviene de salinas vecinas al mar.

Por la mañana, retumbe de tambores de los piqueteros y un poco antes, al regreso, ora sí, las prostitutas de Constitución; y la suma de un nuevo desvelo.

Furia, ¿dónde andás?
Hace calor. Calor denserio, diría otro amigo insomne.
Siento mi pulso en las venas de la sien.
El asado. Estoy a punto de terminarlo.
Yo quiero ir a navegar.

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19.12.03  :: 08:26

Anoche fui a ver Platonov al Teatro San Martín. La obra, bien, mucho. Sin embargo tengo la sensación de que el éxito de éste y de otros espectáculos que he visto, lo constituyen en parte su calidad, pero también y en gran medida, el entusiasmo del público argentino por sus artistas. Las salas no se llenan, pero no faltan asistentes.

Luego me fui a comer churros con chocolate a La Giralda y ahí tomé un taxi cuyo chofer me dio la confianza para que, antes de llevarme a mi hotel, le solicitara que me condujera por las calles de Constitución donde trabajan por la noche las prostitutas y los travestis. Prostitutas no había, era jueves, pero travestis sí y muchísimos. Comparados con los de la ciudad de México, donde solo los lunes escasean las trabajadoras sexuales, no les vi tan bonitos. Sí, estilizados, pero nunca tanto, ni tan femeninos; los hombros demasiado anchos, las caras largas y las piernas ni se diga, por más que fueran petisos. Pensé que seguramente se debe a las diferencias fisonómicas entre ambos pueblos.

He quedado con Miguel, el taxista, para que otro día me llevé a vagar por ese BsAs nocturno.

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18.12.03  :: 08:55

«... y si del cielo te caen limones, aprende a hacer limonada. »

R. a quien conocí haciendo negocios en México, sabe a qué me refiero con el post anterior. Quedamos en encontrarnos anoche en la esquina de Lima y Av. de Mayo para ir a cenar. Fue la única cita del día a la que llegué con un retraso y fue ligero. Caminamos hasta Corrientes y entramos en un sitio agradable, sencillo y con buena parrilla. Primera vez que me sirven aquí un bife como me gusta, la carne jugosa, roja al centro. Él pidió vino, un malbec.

Platicamos de lo que nos había sucedido en el tiempo transcurrido desde que él regresó y por ende, dejamos de vernos; de nuestras perspectivas personales y de negocios actuales; de los modos de hacer negocio aquí, allá; del mercado argentino, del mexicano. De la cuantía, del tipo de empresarios y del resurgimiento a partir de la caída de la industria argentina agrícola y de transformación. De lo enano del entorno comercial que se genera alrededor de las compañías trasnacionales que le comen el mercado a las empresas mexicanas familiares, tan acostumbradas a obtener altas utilidades con muy poca inversión.

Me platicó de los esfuerzos realizados por el gobierno argentino para aumentar las exportaciones de los productos nacionales, y luego me asombró al hacerme saber que su principal objetivo es, nada más, ni nada menos, que China.

Sí, señor, China. ¡Los pájaros tirándole a las escopetas!

Que sí, que también le tiran al mexicano y al japonés, pero que sobre todo es al mercado chino al que los argentinos quieren darle, y con tecnología. Que por ejemplo, la empresa que hace plumas que se levantan a la salida de los estacionamientos, ha logrado colocar allá un importante número de ellas.

Me platicó de los problemas de lenguaje que enfrentan para poder llevar a cabo con los chinos tratados comerciales. Por ejemplo, que la base de la negociación es una síntesis que la embajada en alguno de sus diversos lenguajes prepara, a partir de una traducción (o reducción) al inglés de la información del producto en castellano, por lo que falta siempre mucho detalle. También me contó que cuando los han llegado a reunir aquí con ellos, en estancias donde les dan todas las facilidades para la realización de encuentros y firma de convenios, de cada cinco chinos que vienen, uno sólo habla inglés. Ese uno es quien habla con los argentinos y luego traduce lo dicho a los otros cuatro chinos, que son totalmente inexpresivos por lo que dejan a los argentinos sin pista alguna sobre el impacto de lo dicho.

La conversación siguió sobre esos temas. Observé en él el mismo aire de esto va para adelante, y pronto que observé entre los demás empresarios con quienes conversé durante el día.

Afuera la imagen más triste y tan vista, una familia de cartoneros: gente que deshace, sobre todo en esta zona de la ciudad, las bolsas de basura para buscar papel de deshecho para venderlo.

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17.12.03  :: 17:31

Con razón tienen los argentinos, al menos los porteños, tanto tiempo para tomarse un café. Hoy rompí mi record laboral. En solo un día visité seis instituciones, con tiempo para desayunar, comer algo y papar moscas. Mis juntas fueron breves, ninguna excedió los cuarenta y cinco minutos, incluídas fórmulas de cortesía. De cada diez llamadas, en más de siete encontré a quien buscaba en su lugar de trabajo y cada una me dió cita sí o cita no, en menos de cinco minutos para dentro de los dos días siguientes. Aquellos a los que ví, también me resolvieron si estaban o no interesados en mi propuesta dentro de la misma cita y los que se quedaron con alguna tarea, confío en que la realizarán en el tiempo acordado. Cero antesalas y no más de quince minutos de espera en conjunto.

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15.12.03  :: 16:30

Pregunté por los jóvenes escritores argentinos. Me contestó que qué era un joven escritor, que aquí nadie menor de los cuarenta escribe, que qué cosa podría. Él era uno de esos noveles, labura en la librería y ha sido finalista del Premio Planeta.

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:: 16:22

Sencillamente soberbio.

Escuchar Adios Nonino, Chiquilín de Bachín, Oblivión, Balada para mi muerte; además del Oratorio que fue bellísimamente interpretado, y de extra, la Balada para un Loco, cantada por Susana Rinaldi e interpretada por Horacio Ferrer - del cual se dice que cuando escribió el texto, le había hecho daño el fernet; y de Piazzolla, que cuando la compusó, la empezó como toda gran obra, esbozándola sobre una servilleta -, fue estupendo, aunque fiel a mi costumbre, no logré evitar dormitar un poco.

Sobre el Oratorio, la Rinaldi, que no vive aquí sino en Paris, dijo previamente, « Representa un desafío musical muy difícil porque me exige ser un poco Monserrat Caballé y un poco Teresa Berganza, pero yo no pretendo trascender esa interpretación líricamente sino con ovarios », cosa que cumplió cabalmente.

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:: 12:18

Y para que fuera un domingo lleno de mitos argentinos, debo contar que luego de haber sido despertada por la piba del bar, no pude dormir mucho más. Me despertaron las canciones, los gritos, el sonido de los claxon. Pensé que las calles estaban tomadas, que abajo del hotel se estaban juntando decenas; pero no, era sólo que ahí o donde se vieran dos, era suficiente para vitorear a Boca.

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:: 12:13

Érase una vez que era casi un crimen perfecto...

Buenos Aires, tres de la mañana. Siete sujetos salen sin pagar y sin que nadie los detenga por la puerta principal de un bar de Las Cañitas tras una hora de haber infructuosamente solicitado la cuenta.

La verdad, bar y mesera se lo merecían: la cena había sido pésima y lo dicho, en Buenos Aires los camareros no atienden, a menos de que se trate de un sitio para turistas exprofeso, y el sitio, si bien no era turístico, sí resulto ser un sitio de precios majaderos.

Además existía la sospecha, por la cara que la niña hizo, de que por haberle solicitado que recalentaran la carne - cosa que aquí no se hace, si la sirven fría, fría ha de tragarse -, al menos uno de los platos hubiera sido condimentado con algún nutritivo escupitajo. Por lo que tras la media hora que se demoraron en cocina para llevar a cabo el inusitado servicio y los comensales interrumpidos hubieran perdido el apetito – yo, una de ellos -, los platos, como llegaron a la mesa, se fueron.

« Cuando la limosna es grande, hasta el santo duda. », intentó alguien apenas unos días antes en vano enseñarme. Una, que no llegó, tenía un pase para cenar gratis cuatro, en este sitio de cuyo nombre no vale la pena acordarse, y me lo dio a mí para que yo reservase. He ahí el detalle. Lo peor fue que el pase valió madres porque la cena solo es gratuita de lunes a jueves, y era sábado; y lo imperdonable fue haber ido sin saber que eran ¡cuarenta y cinco pesos por cabeza! Eso lo supe hasta que me pasaron al amanecer la cuenta, mesera y galán histéricos. Yo también lo hubiera estado si por no atender a mí me la hicieran, porque el bar seguro que no iba a salir perdiendo.

¿Molestia? No. Existía la posibilidad de que me hallaran y yo creo que ante la anticipación no hay sorpresa. Un poco, sí, que llegaran tan temprano y que cuando pedí tiempo para pensar – recién despertada, no podía - que me amenazarán con llamar a la policía. Un poco de pena con el administrador del hotel por el pancho (a la mexiquen), pero la verdad es que cualquiera que haya pagado alguna vez en su vida una cuenta excesiva, sueña, con alguna vez en su vida cometer el crimen perfecto.

Por lo demás, la pasamos muy bien. Bailamos rico, buen show y celebramos la comisión de nuestro crimen, cuando aún ignorábamos haber fallado, con júbilo, papas fritas y cervezas, varias, por cuenta de su autor intelectual.

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14.12.03  :: 10:33

« Dame tu luz pequeño ángel
que si te vas se va mi vida
antes que el sol cuelgue sus alas

Cuento las notas de las horas
tengo la piel de tu llovizna
en cuanto el sol cierre sus alas

Luz, solo luz
respirándome
hay un rumor que me lleva al mar
en tanto que en la sombra
más te busco y más te tengo acá.
Dame tu luz pequeño ángel. »

Luis Alberto Spinetta, Pequeño Ángel

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:: 10:19

Seis de la mañana. Me despiertan. En el lobby un hombre me reclama el pago de la factura del crimen perfecto.

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12.12.03  :: 12:55

Escucho ahora a Luis Miguel, ...hasta que me olvides. Hora de irme de aquí. Nadie me ha invitado un mate, aún.

Para el domingo:
El pueblo joven, Oratorio de Dos Mundos, de Astor Piazzolla, con Susana Rinaldi y Horacio Ferrer. Dirección de coro y orquesta: Juan Carlos Cuacci. El Oratorio fue escrito por Horacio Ferrer y Astor Piazzolla entre marzo y mayo de 1971 en París, por encargo de la televisión alemana, que lo presentó por única vez en el Canal 2 de Sarbcrüken. La obra fue concebida en dos partes, “Las memorias” y “Los mensajes”, para cantante femenina, recitante masculino, coro mixto, orquesta y músicos solistas (bandoneón, piano, guitarra y percusión).
Teatro Argentino de La Plata, Calle 51 entre 9 y 10. La Plata, Provincia de Buenos Aires. Reservas de entradas y traslado: (054 221) 429-1732/1733. Informes 0800-666-5151. Entrada: desde $10. Domingo 14 a las 19.30 y sábado 20 a las 20.30.

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:: 12:19

El cybercafé de hoy es bastante más agradable: café, medialunas, ceniceros; 80 cms entre máquina y máquina; nada de juegos en red, por lo tanto ningún chiquillo gritándole a otro, viendo por encima del hombro o corriendo en el pasillo. Música que me gusta a un volumen agradable: Calamaro, tangos, Serrat, salsa, Pedro Guerra. Una pena no tener más que unos minutos, apenas el tiempo suficiente para revisar el emilio y la cartelera.

Mañana en el Teatro Colón se presenta Spinetta, Leon Gieco en el Estadio Ferrocarril Oeste y en el Luna Park, Babasónicos. Bueh! A estos últimos podría verlos en México, pero el Luna Park pletórico de chicos argentinos con el grupo en boga debe ser una experiencia. Charly García se presentará ahí también, el 27. Un día antes de tomar el vuelo a casa. No sé, y justo un día antes, el 26, una fiesta y el 19, otra. ¡Qué cosas para apuntar en la agenda!

Me encanta esto. Acomodada en un hotel de tercera, con las cosas en mi juego de valijas y la sensación de no tener prisa; el pie puesto en cualquier parque, la conversación fácil, las horas tranquilas. Los recuerdos olvidados, nada que echar de menos, todo por recordarlo. La única expectativa, la de la sorpresa.

Una mirada de reojo a enero. Igual. Nada que recobrar. Nada o casi nada dejado atrás. Todo por crear, por ser creado de nuevo. La vida por hacerse.

Quizás desearías que dijera que ansío verte. En este momento, no puedo.

Anoche me quedé sola en la milonga de la Confitería La Ideal. Fui con un comité de los finlandeses, en su último día de tangueros, al festival callejero que tendría lugar en Suipacha esquina con Corrientes por el Día Nacional del Tango con que se festeja el nacimiento de Gardel. Pero la presentación abierta no resultó nada tradicional, sino de música electrónica. Se presentaron varios Dj´s de los del BajoFondo Tangoclub comandado por Gustavo Santaolalla. Como no fuera lo esperado, luego de un rato de escucharlos, nos refugiamos en el salón de la parte alta de este lugar legendario. Los finlandeses, tan responsables y parcos, se retiraron temprano. No me iba yo a ir con ellos, así que me pedí, primero mi coca con fernet y luego una copa de champán, mientras observaba a tanto argentino, no menos parco, bailar.

No entiendo cómo aquí les dura tanto un café, pero solo así entiendo por qué los meseros de estos lares nunca te ven. En el tiempo en que un comensal aquí se toma un café, no digamos mientras charla, sino en un baile como en este caso se trataba, en México ya se han consumido al menos un par de cubas, muchas más aún si andamos con la banda.

El caso es que me quedé sola y armada con champán, de la medianoche a las tres, sentada en compañía de mi copa y mi libreta. Claro que me invitaron a bailar, pero no, no sé. Lo estuve haciendo, con Oscar, el guía turístico y maestro de baile en Finlandia de los finlandeses, para los cuales el tango, por si alguien no lo sabe, es el baile popular. Y aprendí, ¿sabes lo que es aprendizaje acondicionado? ¿Aquello de que si al perro le pegas, deja de entrar por esa puerta? Bueno, pues después de varios pisotones a mí me pasó igual y al menos no me dejo ya pisar. Pero no, no era suficiente mi dominio de la materia como para animarme a salir a la pista, repleta de parejas entendidas, a bailar. Regresando a que estaba sola, me dio ahí por pensar en lo muy a mis anchas que me sentía.

Habemos algunos para los cuales Soledad es una querida amiga, los que disfrutamos de la soledad y del silencio, tanto como de una buena compañia, o de una charla a la madrugada en una azotea de esta Ciudad de la Furia. ¿No la llamaba así Soda Stereo?

Una última nota a propósito de algo leído entre cerezas. Cuando se conoce la intensidad de los segundos, se tiene idea de las eternidades que transcurren entre hora y hora, y de lo imperdonable de los pecados de omisión.

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11.12.03  :: 16:05

Nada es perfecto. La máquina del café internet donde estuve trabajando tan a gusto, tenía algún defecto que me batió el blog y los comentarios. En este otro, mi vecino a la derecha tiene la vista bizca y una sutil erección que de vez en cuando acaricia.

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:: 14:18

Córdoba es una ciudad linda, moderna y no tan limpia como Mendoza. Me recordó muchísimo a Madrid, con sus amplios bulevares y colinas, aunque es muy posible que en nada se le parezca.

La gente de ahí me pareció la más conservadora que haya encontrado hasta ahora. Pocos cafés o quizás todos concentrados en Villa Carlos Paz; poca gente fuera entre semana, quizás porque muchos trabajan en su industria.

Yo diría que es una ciudad donde se oye el rugir de los motores. Aunque motores he oído rugir desde que puse el pie en este lado del continente: karts, picadas, corredores. Pero en Córdoba braman seriamente. Así que fui a rondar sus fábricas.

Me quedé con la idea de que la industria argentina está coartada y de que sus fábricas son fábricas fantasma.

La fábrica de la Volkswagen nunca fue inaugurada. La de Chrysler está cerrada. La de Fiat tiene o tenía hasta hace muy poco su producción suspendida. Su planta de camiones, Iveco, produce algunas unidades; y sólo la Renault está un poco más en orden. Ni qué decir de los pequeños talleres, de los productores de autopartes y de sus complementos.

Me sorprendió saber que antes de ser de la Renault, esa planta fabricó automóviles con capital y manufactura argentina, la Kaiser. Me gustaría ver un automóvil de esos. Ojalá tengan alguno aquí, en Buenos Aires.

Me cuentan que alrededor de 1930 se instaló en Córdoba una fábrica de aviones militares, lo que originó el desplazamiento a esta ciudad de mucha gente especializada, una importante presencia de militares y la expansión de la industria metalmecánica. Esta fábrica llegó a producir misiles con un alcance de hasta 2000 kms., por lo que los gringos presionaron para dar termino al proyecto y actualmente la fábrica está concesionada a la Lockheed para dar mantenimiento a sus aviones.

Por otra parte, mi amigo me hace observar los campos militares tan extensos. Hoy día están todos sembrados, al igual que todo el sur de la provincia - me comenta -, cosa que no sucedía hacía ya muchos años.

Algo más que aprendí en Córdoba es la importancia de apellidarse Minetti, familia dueña de un palacio en esta ciudad, de los silos y de la cementera, única fábrica para la que el ferrocarril opera.

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:: 13:29

Se me perdieron algunos comentarios.
¿Alguien los ha visto por ahí?
Yo los veo, pero no aparecen en la página.

Hola a todos, Gloria, Ylek, Armando, Brutus, Juan, Ergaster, Paterna, DuVeth, Daniel, Jimena, Dr, Serafin, Cíclica, Abril Celeste y anexas.

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:: 13:21

Y bueno, sigo de viaje.

En mi diario sigo compilando notas sobre los sitios que visito, las observaciones que me hago y nombres; los nombres que son los únicos que por sí mismos y al paso del tiempo seguirán evocándome lo pasado.

Anoto como alternativa ante el olvido. Anotar no me hará recordar con precisión, pero sí me permite incorporar ideas al modo en el que pienso. Es como si al hacer el ejercicio de escribir algunas letras que evoquen lo visto, éstas pudieran fijarlo, esculpirlo, en alguna neurona o donde sea que tengamos la facultad del pensamiento.

Las anotaciones sé de antemano que me resultaran ilegibles con el transcurso de los días; que perderán la conexión y el sentido que tienen hoy día entre sí y con las imágenes que por lo pronto conservo frescas en mi memoria, pero que siendo ésta tan corta, seguramente olvidaré, a menos que las recuerde por algo que no está en mí decidir, o porque las conserve plasmadas en alguna fotografía y en todo caso comprada o de algún libro, porque hago poco y mal uso de la cámara.

En realidad lo que me gusta fotografiar son las sensaciones que tengo.

Los nombres de las personas, en cambio, suelen abrirme la llave de los recuerdos. Son como palabras mágicas que al pensarlas trajeran al presente momentos, lugares, la memoria de lo hablado, de lo visto y de lo sentido.

Lo he dicho antes, mi desmemoria es selectiva.

Mi intención original para con esas notas, para con este blog, para con este viaje, fue - en lugar de dejar perecer esos apuntes sinópticos, dos palabras para cada cosa y cada cosa numerada -, hacer con ellas un texto, alguna cosita más o menos decente, más o menos legible, más o menos expresiva, más o menos descriptiva.

Pero el tiempo me está ganando y yo sigo acumulando garabatos y pocas veces me encuentro con un café internet donde me permitan fumar y tomar café, elementos necesarios para sentarme a gusto a escribir algo.

Así que hoy que lo he hallado, intentaré poner esto al día.

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6.12.03  :: 17:41

Nos subimos al colectivo. Siete finlandeses, Oscar, Ariane y yo. A Oscar le conocí anoche cuando pregunté a dónde podría ir y él me dijo:
- Vení con nosotros mañana. Nos vemos aquí a las dos.

A Ariane la conocí hoy. Llegó de La Plata, es amiga de Oscar y vino sólo para bailar tango con él.

Ya subidos en el autobús, tras detener su tránsito más de quince minutos en los que el chofer explicaba, los finlandeses entendían y entre todos recabábamos las suficientes monedas para pagar cada uno de nosotros nuestro pasaje, nos acomodamos todos en el vehículo de pie y agarrados de los tubos.

Ella, sentada delante de nosotros, preguntó a una de las dos finlandesas, a la que le quedaba a su izquierda:
- ¿De dónde sos?

El escaso español de la finlandesa fue suficiente para contestar a la primera, a la primera vuelta:
- De Finlandia.
- "Kitos" es la única palabra que conozco en finlandés – rápidamente replicó ella.

La otra rió y me preguntó qué era lo que la primera había dicho. Yo, que no estaba segura de lo que había oído, le pedí a la chica que me repitiera la frase; ella lo hizo y yo traduje para la finlandesa, que rió ahora aún más.
- "Kitos" como en mosKitos, por eso me acuerdo yo. Quiere decir "gracias" – la primera completó su idea.

Entonces me contó en dónde y cómo había aprendido la palabreja, y como la historia fuera un poco larga, la finlandesa se desesperó porque no traduje al mismo ritmo al que hablaba ella, por lo que de ahí en adelante nos ignoró. Terminada la historia, ella me preguntó si yo era de México porque en algún momento dado me había escuchado decir "ahorita". Contesté que sí. La señora debajo de mi brazo, a la que la primera había cedido el asiento mientras todo esto sucedía, comentó que a ella le gustaba la gente de México, cosa en la que la primera coincidió.

Cuando escucho a la gente hablar de México, en estas y otras latitudes, de lo que les implica sentimentalmente Luis Miguel o la música de mariachis, o de cuánto les gusta El Chavo del Ocho o las telenovelas mexicanas como "Amigas y Rivales", me siento como quinceañera de corazón punk, envainada en un vestido de tul, mientras escucha a su sinceramente emocionado padrino en una de esas fiestas con pastel de cinco pisos y merengue color azul: no sé qué sentir.

La conversación siguió esos derroteros. El tema: los artistas mexicanos y lo mucho que se entregan. Ella, la primera, dijo que eran rebuena onda al menos los de Maná, a los que ella había conocido un poco más de cerca en el backstage de alguna presentación. La señora debajo de nuestros brazos, que seguía atenta la conversación, dijo no saber quiénes eran ellos. Estaba a punto de agregar que casi tampoco yo, cuando Oscar dio aviso de que debíamos bajar ya del colectivo.

Rápidamente me despedí y cuando mire bien alrededor me encontré con que ella, la primera, en cuestión de segundos se había decidido a bajar ahí también para unírsenos.

Ella tampoco es de aquí, aunque sí es argentina. Ella, que ahora tiene nombre y éste es Claudia, tampoco tiene para hoy un plan determinado y quiso saber los nuestros. Es por eso que ahora estamos aquí sentadas en un café internet escribiendo pavadas y aprendiendo lo que es un blog, ¿viste?

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4.12.03  :: 18:10

Llueve. Desde que salí de Mendoza no ha dejado de llover un sólo día.

Ese anochecer, el viento empezó a arreciar hasta hacer que a los árboles altos y delgados, quizás cipreses, que bordean el camino hacía San Juan, los viera, a contraluz, como algas que se agitaran inquietas en un fondo de mar profundo. Tanto así se mecían.

El fuerte viento precedió a la primera gran tormenta de primavera. Al llegar a este poblado, las calles estaban convertidas en riachuelos y la gente celebraba en ellos el final de la sequía.

Sequía de más de siete meses, tanto para la Región del Cuyo como para la Mediterránea, nombres dados a las regiones donde se hallan asentadas las ciudades de Mendoza y Córdoba, respectivamente.

Sigue lloviendo desde entonces todos los días. Ahora incluso en demasía. Tormentas de granizo y lluvia castigan huertos y viñedos; también alimentan raudamente los depósitos aluviales hasta hace poco muy disminuidos.

Me sorprende en estas regiones el modo en que el hombre lidia con la naturaleza, y el aprovechamiento y administración del agua forma parte de esa contienda.

Santiago es una ciudad que me recordó a Oaxaca con sus casas pequeñas y calles estrechas, embellecida por numerosas áreas verdes, aunque nunca suficientes como para quitar cierta sensación polvorienta. Cuando sobrevolé sus alrededores, me sorprendió lo árido de su entorno. Las casas en las afueras de la ciudad se veían desde las alturas, como recortes de un verde intenso sobre inmensos valles pardos.

Valles pardos y semidesérticos que se extienden a uno y otro lado de la cordillera.

Valles que son altamente productivos gracias a la selección de los cultivos y a que son irrigados ingeniosamente con las aguas del deshielo de los Andes.

A ambos lados de la cordillera, el quehacer humano mueve pueblos y alza diques para acopiar cada vez mejor dicha agua; así como cambia cauces y construye canales para conducirla luego, ordenadamente, a sus plantíos y urbes, por la mano del hombre forestadas.

Más allá de los intereses individuales, se trata de intereses bien entendidos como comunales. Así, por ejemplo, en Mendoza, la administración del agua está en manos de los productores y es autónoma. A cada uno de ellos le corresponde un día de regadío a la quincena, en el que inundan sus huertos, olivares o viñedos, que están dispuestos para aprovechar y hacer fluir de la mejor forma posible el agua entre planta y planta.

Mendoza, además del uso de declives en sus huertas, tiene un sistema de regadío artificial bastante particular, herencia de los incas y enseñanza de los indios guarpes a los españoles, que consiste en la construcción de una red efluvial de canalillos que corren paralelos a las hileras de árboles sembrados en cada calle.

Así Mendoza es una ciudad frondosamente arbolada, arrullada por el murmullo constante del agua que corre por todas sus aceras canalizada en acequias.

Otro ejemplo de este esfuerzo por transformar la naturaleza, lo vi en La Cumbrecita. Un complejo a una hora más o menos y mucho lodo (porque llovía) de Villa General Belgrano, en la serranía cordobesa. Un frondosísimo vívero en medio del típico paisaje árido, desolado y agreste de estas tierras.

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2.12.03  :: 13:51

Argentina me gusta. Sospeché que así sería. De Chile no lo sospeché nunca. De hecho, que Santiago fuese en mi itinerario el punto de partida, fue algo que decidí por seguir el consejo de un amigo de internarme en este país tras cruzar en autobús los Andes.

No sabía que este trayecto suelen los aventureros realizarlo en tiempos invernales, cuando la nieve alcanza a formar paredes de hasta tres metros de altura alrededor de Los Caracolitos, que es como se les llama a las treinta y seis curvas del ascenso. De haberlo sabido, me habría alegrado todavía más de recorrerlo aún en primavera, pues la impresión que provocan las montañas desnudas no es menor y seguramente me ha sido más agradable que el de la nieve, el peligro y el frío.

Santiago me impresionó, no lo esperaba tan lleno de vida; y por lo que supe de los parajes de sus otras doce regiones, abrigo la intención de recorrer Chile bajo otras circunstancias, por eso no prologué ahí más mi estadía.

Con unos pocos más de días en esta zona, entiendo que mucho de lo que me gustó de Santiago sucede también en Argentina.

Me gustan las pequeñas granjas, los pequeños huertos, los talleres, las bodegas, los viñedos, los olivares y los hostales que embellecen las salidas de las ciudades.

Me gusta que en cada calle haya muchos pequeños comercios, farmacias, cafés, bares. Que los productos disponibles, desde los cosméticos hasta los comestibles, sean muchos de marcas locales. Me gusta que en el autobús el café soluble no sea de Nestlé, y que la pizza solicitada desde el hotel provenga de la pequeña pizzería vecina y que su calidad sea incuestionable.

Me gusta que la capacidad empresarial no haya sido aún reemplazada con franquicias.

Me gusta que la gente se vacíe en sus calles, cafés, plazas y parques, y que no le teman a que sea lunes o domingo; ni les espante la noche o el desvelo; ni si son ciudad o pueblo.

Me gusta que los niños vayan a la cama después de las diez, que los restaurantes no deban tener juegos para entretener a los infantes, y que estos se hallen bien tomando soda sentados al lado de sus padres.

Me gusta que en cualquier lado y bajo cualquier motivo sea bien visto destapar cervezas de a litro. Me gusta el tamaño de sus porciones y el poco empacho que tienen para dos de ellas en un sòlo día manducarse.

Me gusta que todos los días los que actúan tengan público y que donde abunda la gente, no abunden los vendedores ambulantes.

Me gusta el olor que despiden tantas pequeñas panaderías y que todas ellas ofrezcan sus pasteles rebanados; que hagan el café cargado.

Me gusta que la televisión transmita el precio del ajo al mayoreo en los mercados y las noticias de los pueblos y ciudades más remotos.

Me gusta lo concientes que son de sus recursos.

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29.11.03  :: 15:47

Del corazón de Chile se vinieron de polizones en nuestro baúl mundo, los sueños sin destino de dos capitanes santiagueños; y es que los pololos chilenos son empeñosamente dulces.

Uno invitó a cenar a su pasajera, tras sacarla en vilo de su nave, a una que no era la suya sino una de mar llamada Azul Profundo: ceviche de choritos, corvina y unte, congrio y albacora y vino Carmenère.

El otro la invito a su puente para desde ahí avistar los cóndores, y el Aconcagua y los pueblos que a su paso por los Andes pasaran. La invitó café y sandwich de carne e invitó al bailongo. Una vez llegados a su destino, la depositó en tierra entre amigos y le prodigó cuidados inmerecidos.

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28.11.03  :: 21:59

De niña solía jugar sola. Otras niñas y yo no hablábamos el mismo idioma, y los niños con los que hablaba, solo lo hacían estando a solas. Extraña como era, me ideé los juegos que me entretuvieran. Juegos cuyo trazo persiste aún ahora, dando cauce a algunos de mis actos.

Hallar el corazón de mis muñecas, además de inútil y caro, fue también la más frustrante de mis fantasías, si es que fantasía era. El ritual para desentrañarlas, indicaba un afeite antes de arrancarles la cabeza. A la desilusión de hallar una vez más otra vacía, le seguía en desinterés por lo que de sus restos fuera. Así me quedé huérfana de muñecos, casi al mismo tiempo que comprendí lo que era la fantasía.

Tratándose de mezclas, siempre me gustó olvidarme de recetas, y combinarlo todo con poca inteligencia y mucha esperanza de que algún milagro sucediera. Mi mejor hazaña fue lograr que la mezcla de residuos de un inocente juego de química para princesas, explotara sin causar bajas, aunque dejando el techo lleno de astillas engomadas. Justo como cuando hoy día, si invito a cenar espero, que algo más sabroso que diarreico, consiga guisarse en mi cocina.

Pero mi juego favorito ha sido siempre jugar a la casita. Y las casitas que organizo se caracterizan, por ser más mucho más escenografías donde mis historias cobran vida, que por ser espacios domésticos. Me gustan los multifuncionales, desafortunadamente: muebles que se hagan chicos, grandes; que roten, que al unirlos o separarlos puedan ser utilizados con más de un objeto. Sillones que puedan ser camas, camas que sean tarimas, cajones que sean bancos. Me gusta disponer de ellos libremente y recrear mis espacios. Desafortunadamente, digo, porque de tanto que son, terminan por no ser bien nada.

Todo esto lo pensaba mientras avistaba, en Santiago y en Valparaíso, las casas barco de Neruda, capitán de tierra adentro.

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25.11.03  :: 20:46

Sería el mar. No lo sé, era demasiado frío. Lejos de quemar, helaba la arena el deseo de jugar con el espumoso desmayo de las olas; olas de aguas frías que en su latir la Tierra aleja de su polo.

Sería sólo ver el mar; pero regresé de ahí con el sentido anhelo de tus besos.

La Luna y Venus, parecen el cielo sonriendo discreto, mientras hace un guiño.

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24.11.03  :: 09:50







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:: 08:37

Soñé con ello.

En los últimos dos días han sido cuatro las veces que he levantado vuelo.

Para llegar acá, el día de ayer, fueron necesarios tres vuelos. Hice dos escalas. La primera en San José de Costa Rica, la segunda en Lima.

En cada aereopuerto he oído distintos destinos, distintos acentos.

- Pasajeros con destino a Bogotá, puerta número 1.
- Pasajeros con destino a Quito, puerta número 2.
- Pasajeros con destino a Caracas, puerta número 3.

¡Qué grande es la Tierra!
¡Cúan poco el tiempo!
Santiago era mi destino.

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23.11.03  :: 21:39

Minerales. En el agua, en la montaña, en el aire. Comento con Fabián que me atiende y él me lo precisa: son los minerales. Desde la textura actual de mi cabello, hasta el modo en que al Este, este atardecer, desde La Alameda, vi arder a la montaña por reflejar el ocaso: los efectos especiales de este paisaje, corren por cuenta de los minerales.

Llegué a poco de las diez al sitio donde me hospedo. No quería que la oscuridad me alcanzara y sin embargo, lo hizo; pero no me fue amenazante, ni lo obscuro, ni lo desconocido. Las calles transitadas y las plazas, donde se solazan los vecinos disfrutando del domingo, custodiaron mi regreso. Caminé hasta aquí, luego de pasear por el Centro, de perder y recuperar la ruta, y de comer palomitas con caramelo; luego de ver mimos y bailarines y de descansar bebiendo mote con huesillos, brebaje dulce de corazón de durazno seco y trigo, y comer cazuela de ave en un local del mercado. Esto una vez que hube bajado del Cerro de Santa Lucía, donde, como a orillas del río Mapocho, miré con disimulo pololear por igual a jóvenes que a otros más maduros.

Todo esto fue por la tarde tarde.
La tarde temprana, la pasé volando.
Volé.
Volé en planeador.
Volé en planeador y por primera vez.
Volé.
Allá arriba nada de miedos,
solo silencio y retozo,
vuelo en círculos para elevarnos entre corrientes térmicas
como pájaros.
Los nombres de quienes me llevaron: Juan y Moisés.

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21.11.03  :: 16:38

A partir de mañana este blog se actualizará bajo distintas circunstancias.

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:: 16:34

II. Sobre los Distintos Modos de Hablar Español

« Mis dos grandes pasiones: el cuerpo de la mujer y el lenguaje:
ahí reside el único universo que merece el nombre de patria »
Félix Grande, tomado prestado de Wimbledon.

La primera vez que alguien me dijo que yo hablaba mexicano, me sentí hispanohablante de una categoría menor a la de aquellos que hablaban español español. Después me he dado cuenta de que justamente en ello reside la grandeza del nuestro idioma común.

Todos hablamos una lengua. En nuestro caso, lenguas regionales variantes del Español.

Los principales cambios lingüísticos que evolucionan una lengua son la introducción de nuevos vocablos y creación de expresiones; el cambio de significado o desuso de las mismas; la variación de reglas gramaticales y la modificación de la pronunciación de los fonos (articulación de consonante y vocales).

Decía yo, que en mi opinión, el Español más allá de ser una lengua es un sistema de lenguas o dialectos, que mantienen entre sí coherencia, gracias a la conservación de reglas y posibilidades del idioma; cada lengua con un bagaje cultural distinto producto de las circunstancias en que evolucionó.

Sistema porque la organización estructural de las funciones comunicativa y significativa que conforman al Español se mantiene común a todas estas lenguas y produce resultados afines a pesar de la relativa diversificación de ciertas propiedades físicas de la estimulación lingüística y de las divergencias léxicas asociadas todas a la cultura y desarrollo social de la región a la cual cada lengua, como instancia del idioma, sirve de vehículo.

Una lengua se separa de otra, en la medida en que la posibilidad de comprensión se aleja de la capacidad intuitiva del hablante nativo de una de las dos para reconocer la gramaticalidad de las construcciones lingüísticas de la otra, tales como las oraciones. Eso no ha sucedido en los quinientos años de historia del Español a pesar de que en cada región fue objeto de una serie de cambios lingüísticos derivados de las circunstancias de su implantación que dieron origen a sus variaciones.

Esa es la mejor parte de esta historia: a pesar de las marcadas diferencias en los modos de haber hecho cada pueblo suya la lengua española, de su evolución local y de las distancias culturales, históricas y geográficas entre los pueblos que las hablan, las variedades hispanas siguen siendo comprensibles entre sí, con un tan alto grado de homogeneidad como de diferenciación. Cosa que no sucedió, por ejemplo, con las variedades romances en una mucho menor extensión. Supongo que tan poca distorsión obedece al carácter imperativo con que fue impuesta, pero también a que simultáneamente se convirtió tal cual en la lengua, si no materna sí paterna, de las familias mestizas.

Se entiende por dialecto una variante de un idioma que presenta, con respecto a otra variante del mismo tomada por norma, un conjunto de diferencias léxicas, gramaticales o fonológicas, y cuya habla se circunscribe a una región geográfica.

Esta definición implica siempre una acción política para convenir en otorgar a una de las variantes de una lengua, identificada con una región, la categoría social de norma, a partir de la cual las demás variantes quedan relegadas a un segundo plano por motivos de todo tipo menos lingüísticos.

Así pues el castellano se convirtió en la norma del Español, a raíz de un acontecer histórico y político, tras haber sido tan solo un dialecto del Latín.

Sin embargo, el Sueco, el Danés y el Noruego, siendo perfectamente comprensibles entre sí, no son considerados dialectos uno de otro, debido a que ninguno de los estados prevaleció entre ellos.

El término dialecto no me gusta. Su definición tiene un cariz político y social que da lugar a comparaciones, juicios de corrección y de pureza. Prefiero considerar al Español como mucho más que una lengua, darle a la palabra idioma esa connotación, y dejar la categoría de lengua para el Mexicano y para los otros distintos modos de hablarlo, sus primos hermanos.

Parte I. Sobre los Distintos Modos de Hablar Español

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19.11.03  :: 17:58

Adivinar la mirada con que me miras,
cuando me miras,
cuando me adivinas;
cuando te adivinas en mí,
tu ansía.

Fidel García
Soul in the Mirror.

 

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18.11.03  :: 01:13

Es mejor no continuar, me digo y guardo en una caja que he forrado con esperanzas que prescribieron, el estilete con que insistía en hacerle tajos a los días eternos. Adentro de esa caja hallo un par de boletos de rifas de colegialas que no he ganado y el álbum de los viajes que no he hecho. Hurgo sin afán alguno entre los recuerdos de los que carezco, todos y cada uno de ellos atesorados con delicado celo. Aparto algunos de los más caros, para pagar quizás con ellos mi pasaje al mañana, a la vez que sujeto en una de mis dos manos, a modo de talismán, la única promesa consumada. Me entretengo en ello mientras espero a que me colme un primer bostezo. Un beso de la Nada. Cuando sobreviene, guardo con diligencia la caja bajo la cama sobre la que he de dormir no tan plácida como dispuesta al clemente olvido de las caricias que hoy no tengo.

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17.11.03  :: 18:27

Vivo estos días la sensación de que aquello que es pero no entiendo, me persigue con el propósito de revelarme algo.

Mi subconsciente, el acontecer y el azar están jugando una partida de cartas en las que asiduamente figuran iconos y símbolos alusivos a este lugar en el que nací y en el que me he arraigado.

Observo curiosa sus movidas, más no alcanzo a entender el juego ni su significado.

Por esos azares deparados, regreso ahora de gozar una memorable tarde en los pasillos del Castillo de Chapultepec, desde donde se tiene una magnífica vista del valle sobre el cual reposa este fenomenal artilugio que es la ciudad de México, espléndidamente cercado por un cordón volcánico del que descuellan dos gigantes, el Popocatepetl y la Iztaccihuátl.

El malabar iconográfico llega hasta mis sueños. Anoche soñé caminar hasta los límites urbanos. La ciudad seguía estando en este inmenso valle, sólo que en lugar de estar limitada por sus montañas, era cercada por un profundo barranco en el que crecían inmensos los nopales, de mi estatura sus tunas, las espinas del tamaño de mi brazo.

En cinco días saldré de viaje.

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16.11.03  :: 13:15

Medio día.
Sol de nombre antiguo
que tiende sus rayos como quien tiende sus brazos
para arropar entre ellos mi frío
y hace crecer las flores blancas
y las violetas y las plantas que cuido
para que sepa que la vida es milagro
e ilumina mi ventana
traspone cristales
suavemente me saca de mi modorra
colocándome un beso
que me deja en los labios un cosquilleo
del que se despierta mi sonrisa.

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14.11.03  :: 17:57

Se vende cámara digital.
¡Eso es tomar fotos! ¿No?

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13.11.03  :: 09:49

Hoy hace un año, la marea negra cubrió las costas de Galicia tras el rompimiento del casco del Prestige.

Información aquí y acá.

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:: 00:24

I. Sobre los Distintos Modos de Hablar Español

En 1536, Carlos I de España y V de Alemania, designa al castellano como Español, al nombrar así, ante el Papa en turno, la lengua que había aprendido para gobernar aquél, su heredado reino en el que no habría de hallar reposo el sol, dieciseis años después de haber optado por éste como lengua para ejercer su ideal político, por encima del Alemán, o del Francés, la lengua que aprendió de niño.

El Español, digo yo, más que una lengua, es un sistema de lenguas o dialectos, cuya evolución (esto ya según los estudiosos de la misma) ha sido interna, como es natural, y también debida, en gran medida, a su contacto y avenencia con otros lenguajes: los autóctonos y los de los inmigrantes, voluntarios o forzados -como lo son los esclavos-, de y a los territorios sobre los cuales se expandió, principalmente durante los siglos XVI al XVIII. Cosa que probablemente le haya sucedido en cierta medida al Inglés, aunque sus hablantes no fuesen de una naturaleza tan integrista como la de nuestros ancestros, prueba de ello, la diversidad de orígenes de nuestros abuelos y la poca diversidad fonologíca del inglés americano.

El Español procede básicamente del castellano, que es una lengua románica como el gallego, el leonés, el navarro-aragonés, el catalán y el mozárabe, conformada durante los siglos IX al XII, tras diez siglos de dominio lingüistico del latín sobre la antigua Hispania romana, territorio donde antes se hablaron el fenicio, el púnico y el griego, las lenguas de sus primeros conquistadores; y lenguas nativas como el celtibérico, el celta, el lusitano (indoeuropeas estas tres), el íbero (probablemente relacionado con el vasco y el aquitano) y el tartesio o sudlusitano.

Al afianzarse Castilla en el s. XIII como la monarquía más poderosa del centro peninsular, predominante sobre los reinos aledaños, y avanzar ésta sobre los territorios sureños aún bajo dominio musulmán, como desde hacía siete siglos atrás, a fin de reintegrar entera la Hispania antigua al nuevo y sacro imperio católico y romano, el castellano adquiere su canonjía de lengua nacional, teniendo lugar así, la primera de sus grandes expansiones, pues desplazó las hablas leonesa, navarra, aragonesa y mozárabe, incorporando giros lingüísticos de éstas a su caudal.

Tras el descubrimiento de América, el castellano, ya consolidado en la península, ha de expandirse por todo el recién descubierto continente y sufrir el más grande de sus procesos de diversificación, que deriva, a su contacto con las lenguas nativas y con las lenguas de los inmigrantes de habla no hispana (europeos y africanos) a sus extensas tierras, en la formación de cinco distintas zonas dialectales: la caribeña, la mexicana, la centroamericana, la andina y la del cono sur. Éstas son las recocidas ampliamente, aunque han llegado a ser postuladas hasta dieciséis sobre la misma área geográfica.

Entre el Español peninsular y el Español americano, como las dos grandes vertientes geolingüísticas, sucede una revolución consonántica que se observa principalmente en la reducción de las sibilantes.

Los siguientes son algunos datos con respecto al origen de los colonizadores españoles que marcan de alguna forma el posterior desarrollo de las diferencias dialectales.

  • La distribución del origen de los que emprendieron el viaje hacia el Nuevo Mundo se establece según los registros de partida de la siguiente manera: Andalucia 40% (la mitad de ellos, provenientes de Sevilla), Castilla la Vieja 18%, Extremadura 14%, Castilla la Nueva 9%, León 7%, resto de España excepto Aragón 12% (dada la negativa de Fernando el Católico a apoyar la empresa del Descubrimiento, se prohibió a los aragoneses su migración).
  • El origen del 67% de las mujeres es andaluz.
  • El origen del 70% de los marineros que tripulaban las naves es andaluz.
  • Aquel que no fuera andaluz y que deseara partir hacia el nuevo continente, debía solicitar primeramente licencia para emigrar a Sevilla, capital de Andalucía, de cuyos puertos partían los barcos dos veces al año y donde los emigrantes podían pasar esperando, en caso de que la flota sufriese retrasos, desde meses hasta años.
  • El dialecto toledano o cortesano, fue considerado la norma culta en América hasta la mitad del siglo XVI. La mayoría de los escribanos y funcionarios públicos eran originarios de allí. Luego se acoplaron a la norma urbana sevillana mayoritaria.
  • La expansión de los españoles por los terrirorios conquistados fue rápida, pero los que poblaron las zonas más inaccesibles, como la cordillera de los Andes o la meseta central de México, perdieron el contacto con España. Por otra parte, el Caribe y el puerto de Buenos Aires recibían una afluencia constante de noticias, colonos y oficiales de España. De este modo, el habla de las zonas montañosas es más conservadora y se parece más al español hablado por los primeros colonos, mientras que el habla de las zonas costeñas es más innovadora, seguidora de la posterior evolución del andaluz.

Actualmente el Español es la tercera lengua más hablada en el mundo. Además de ser la lengua oficial de España, lo es de diecinueve países de América* y de Guinea Ecuatorial. Se le habla en Trinidad y Tobago, en Filipinas (más de millón y medio de hablantes), en Marruecos y en los estados de Nuevo México, Arizona, Texas, California y Florida de USA, país en el cual es la segunda lengua principal y donde tan sólo las ciudades de Nueva York y Los Ángeles tienen, respectivamente, más de un millón de hispanohablantes. También lo hablan cientos de miles de judíos sefardíes, descendientes de aquellos expulsados junto con los últimos musulmanes de España en 1492, en su variante llamada judesmo, quienes lo llevaron a cuatro continentes junto con sus asentamientos: Europa, África, Asia y América, pero principalmente a Turquía, Asia Menor y norte de África.

Entre todas estas distintas hablas, lo que da cohesión a la Lengua Española, es la conservación de las reglas y posibilidades del lenguaje, a pesar de que su realización local y social (normas) discrepe según la zona dialectal. Esto se observa en mayor medida en el habla popular y coloquial, en tanto que, a mayor educación o cultivo de las normas utilizadas, mayor homogenización lingüística se hallará entre los pueblos.

* México, Guatemala, Honduras, El Salvador, Cuba, República Dominicana, Nicaragua, Costa Rica, Panamá, Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Paraguay, Uruguay, Argentina, Chile, Puerto Rico, en este último, junto con el inglés.

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11.11.03  :: 10:28

Sembradores

Arriba, soldado americano ata las manos de niñas iraquíes entre los seis y los siete años.

A la derecha, soldado americano registra a un niño afgano de cuatro años.

Por supuesto que todos son enemigos potenciales. Cualquiera puede cargar encima explosivos y detonantes. Si no los cargan hoy, están asegurándose de que estos niños y sus familiares no ignoren esa opción mañana.

Lo bueno, es que los soldados americanos podrán sobrevivir la desmoralización que les implica realizar acciones como ésta, por la seguridad de la preponderancia del bienestar del pueblo estadounidense.

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9.11.03  :: 14:13

Obsidiana

Esta madrugada he soñado contigo. Nos encontrábamos en el patio de una de esas casas coloniales que son recurrentes en mis sueños. Nos buscábamos para besarnos, pero al advertirnos observados desde lo alto por una sombra escondida entre las penumbras de la azotea, contuvimos nuestro deseo en la intensidad con la que nos miramos. Hallé entonces en el suelo el pendiente que perdí aquella primera noche, lo recogí y corrímos, tú y yo, como dos niños, a escondernos para jugar a los besos entre los arcos del segundo piso. Al pasar por entre los cordones de un tendedero, el pendiente se me enredó en el pelo. Mientras intentabas desenredármelo, el arete se convirtió en broche, una mariposa de pedrería vítrea y negra, entre tus pacientes dedos.

« Toma mi collar de lágrimas. Te espero en ese lado del tiempo (...) Allí abrirás mi cuerpo en dos, para leer las letras de tu destino. », Mariposa de Obsidiana, Octavio Paz.

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8.11.03  :: 16:54

Descanso mi vista sobre el valle, respiro otra vez pausada, tengo el pelo empapado en sudor. Mi profano corazón que no es ningún iniciado en ritos como éste de la ascensión, contempla extasiado el gozoso misterio de palpitar aquí, por vez primera, en una cima que casi cualquiera logra, pero nosotros dos antes no.

Ahora, nos hallamos aquí, él y yo, inmersos como he dicho, en gozosa y cómplice contemplación.

Miro hacia abajo la pendiente casi vertical. Con el corazón echado a vuelo, la subí. Con la vista puesta en la siguiente piedra y sólo en la siguiente, la subí. Con el sudor nublándome la vista, con la duda de si me alcanzarían las fuerzas, de si valdría la pena y a sabiendas de que subir cumbres como ésta no representa ninguna proeza, la subí.

Subir puede que sea fácil. La niña cien metros delante lo hace. Lo hace tomada de la mano del anhelo que la lleva adelante, del mismo del que yo me desprendí, porque no me conducía ni sana ni salva ni a ninguna parte. He oído a la niña preguntarle a su padre si una vez allá arriba, verá ella el valle. Al escucharla me he cuestionado, qué a mí me da de más el llegar o no hasta donde se divisa el paisaje.

Emprender el camino fue sencillo, sólo me requirió una creencia. Andarlo, sólo me requirió seguirlo. No abandonarlo, me requirió un milagro, el milagro de aferrarme. La mía es una de esas voluntades que a costa de haber sido plegada padece abscesos de aguante.

Cuando me detenía para descansar me ayudó el pensar que faltaba cada vez menos que antes.

La tentación por desertar era lo verdaderamente agobiante. Razones las había y de peso: era bastante tarde, hacía hambre y frío, quizás aún faltaba mucho, y sobre todo, era muy probable, que si no ahí mismo, sí más adelante, la deserción sobrevendría y todo esfuerzo era ya vano desdenantes.

En uno de esos instantes de duda, tus ojos llenos de comprensión me vieron y su sola percepción acalló en mí los grillos plañideros del repertorio de mis pretextos.

Anhelé subir, y lo hice, sí.

Y ahora estoy aquí, solo unos minutos, justo antes del ocaso, contemplando mi hazaña - mía de mí -, y miro hacia el horizonte el dibujo desvanecido de la sierra y miro en el cielo la luna que viene casi llena. Y me digo, nada que empiece con esta luna puede empezar mal, y mis palabras hacen eco en mi corazón que contesta, bendita sea la locura ésta, la locura de anhelar.

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3.11.03  :: 00:01

Un poco más de amor francés ...

Dicen por ahí que el cielo es como tratar con una amante italiana, un cocinero francés, un coordinador suizo, un chofer alemán y un policía inglés; mientras que el infierno se parece más a tener que haber con un organizador italiano, un chofer francés, un cocinero inglés, un policía alemán y una amante que no es ni italiana, ni francesa, ni inglesa, ni alemana. En ese orden de ideas, dicen. Yo de cierto no lo sé, pero me parece que sí, que bien podría ser.

Un poquitín más ...

Me preguntan que de dónde, que de qué parte. Yo qué voy a saber. Apenas si logró con cierta precisión distinguir por su cantadito en cuatro o cinco los de mi México bastante: costa, norte, sur, defeño, y el inconfundible poblano. Allende de mi suelo, soy incapaz de distinguir los acentos regionales.

Mi discernimiento auditivo, con fortuna, concentra en una sola todas las distintas entonaciones con que se pronuncia el español en un país. Para mí es uno solo el acento cubano, uno el peruano; y se me pierden las fronteras entre el venezolano y el colombiano. Tendrá quizás que ver con cuánto, con cuánta atención y con cuánta gente de esas regiones he hablado.

Habiendo pues anticipado que no me pregunten, que no sé de que parte, menos aún de qué barrio, voy al grano: de entre los acentos hispanos, los que más cautivantes hallo son los acentos argentino y español (de España, quiero decir, ¡claro!).

Un poquitín menos ...

Ustedes disculparán la ausencia, pero hay momentos en la vida de todo hombre (y mujer) en que el recogimiento es menester. Por ahí y ya he dado respuesta a sus comentarios.

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1.11.03  :: 15:20

La Martiniana
« Niña, cuando yo muera / no llores sobre mi tumba, / toca sones alegres, mamá, / cántame la Sandunga, / toca el Bejuco de Oro / la flor de todos los sones / canta la Martiniana, ¡Ay mama! / que alegra los corazones.
No me llores no, / no me llores no, / porque si lloras yo peno, / en cambio, si tú me cantas, / yo siempre vivo / yo nunca muero, / en cambio, si tú me cantas, / yo siempre vivo / yo nunca muero. »
Andrés Henestrosa, La Martiniana

Primero y dos de noviembre, días en México de conmemoración de la muerte. Día primero, día de Todos los Santos, día de los niños que no dejaron de serlo. Mañana, día de los Fieles Difuntos, día de los que sí pudieron pecar. Fieles sí, pero a su gente, en cuya memoria viven habitualmente. Los primeros regresan una noche para jugar, los segundos a retozar, en el jardín de la remembranza, donde los nexos entre los vivos y sus muertos se celebran con un festín.

El pueblo de México ofrenda a sus familiares, amigos y seres amados, con una colorida comilona ornamentada con flores de cempaxúchitl y papel picado; aromatizada con frutas e inciensos; iluminada con velas y rezos; y ambientada con calaveras de dulce y papel. Les ofrenda los objetos que les fueran predilectos, a los primeros juguetes y panecillos; a los segundos alcohol, cigarrillos y artículos que les puedan gustar.

Yo pondré mi ofrenda luego de encender un poco de copal y dejar que mi casa se perfume con su aroma y con el de las gardenias, que son mis flores predilectas. Pondré en mi altar las fotos de mi padre, de mi tío y de los amigos que han dejado este lugar y me los llevaré por ahí a celebrar conmigo, que si algo tienen en común mis muertos es el gusto por parrandear.

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31.10.03  :: 16:05

La hora de zarpar es siempre antes del alba.

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:: 15:56


Patricia Yossen Pruvost
Escultura en barro.

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29.10.03  :: 20:21

Un poco de amor francés...

« Si usas llave inglesa, te gusta la salsa inglesa y trabajas semana inglesa, ¿qué esperas para aprender inglés? », reza el comercial de una academia de lenguas.

Pensé, si a esas vamos, cuán poco convincente es el genitivo inglés, que no evoca ni de cerca algo tan sicalíptico como el savoir vivre(*) francés, la pierna francesa, o el beso francés, que sin duda alguna, de verdad estimulan al cultivo de la deliciosa lengua que los vincula.

(*) Saber vivir

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28.10.03  :: 20:57

¿Será verdaderamente asequible el universo?

Para Fander.

Cuentan que en la India juntaron a 50 ciegos para que entre todos “vieran” lo que era un elefante. A una voz, los ciegos se acercaron para tentar al animal según su suerte en alguna parte. Uno le tocó la cola, otro una pata, otros más el cuerpo, la trompa, las orejas. Cuando debieron describir al paquidermo, aquello fue un desmadre. Uno dijo que era algo largo, dúctil y húmedo; otro que un animalillo pequeño, duro, puntiagudo; otros que rugoso y arraigado como un árbol, otros más que áspero, enorme, imposible de rodear con los brazos. No falto quien dijera que era delgado, casi plano.

Supongo que es un privilegio reservado a los sabios saber que lo que palpan es sólo la oreja del Universo.

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27.10.03  :: 14:53

« El corazón, máquina incansable de preferir y desdeñar,
es el soporte de nuestra personalidad »

¿Me puedo quedar a vivir aquí, contigo? - te pregunté tras echar una mirada sobre tus estantes llenos de libros, la habitación alargada, el sofá donde duermes, el tapiz antiguo; el otrora balcón convertido en cobijo para más volúmenes, películas, un par de antigüedades, postales, tus discos. Los tomos de arte, uno, otro: fotografía, poesía, pintura, erotismo de principios del pasado y del antepasado siglo.

« Cada cosa que existe es una virgen que ha de ser amada para hacerse fecunda »

Dispuesta con copa de vino lambrusco y visor de papel, miré hasta sentir vértigo el álbum de fotografías estereoscópicas de una ciudad de México celebrante en 1910 y que hoy sólo una memoria cultivada la sabe en la nuestra reconocer.
Asimismo curioseé los estilizados desnudos de las pupilas de un aristocrático burdel de la época. Contrasté su imaginario afrancesado con el diario acontecer de la capital, documentado pictóricamente por un viajero suizo medio siglo atrás - mujeres que fuman juntas, que despiojan niños, que usan cuchillo y blusas sin corpiño, pendencieras que se emborrachan, que echan pleito, que hieren, que llevan presas-; y por Luis Campa y Antioco Cruces, quienes invitaran a su azotea a posar, allá por 1870, al cargador, al sereno y a la chilera, para integrar una colección fotográfica de los tipos populares mexicanos, subiendo incluso a cuestas el enorme maguey y la trajinera que ambientan las imágenes del tlachiquero y de la chinampera.
Observé a instancia tuya el jarrito de Tlaquepaque que en la mano sotiene la más pequeña de las Meninas de Velásquez y yo te leí el pasaje que tanto me gusta de la Didjazá, luego de que Kiri Te Kanawa, cantara como una flauta el a-ha-ha-ha-ha-ha-ha-ha-ha-haa con que, en La Flauta Mágica, la reina de la noche incita a Pamina a matar.

« Yo soy el que ve el mundo y el mundo es lo visto por mí »

El límite del individuo no está en la piel, te expresé entusiasmada de chapotear en tu haber. El hombre es uno con sus objetos, me replicaste aludiendo a José Ortega y Gasset, y me permitiste traer hasta mi casa dos de tus falanges: la antología de oficios mexicanos, que no se intitula así; y el disco de cantatas y sonatas de los Scarlatti que ahora escucho, en voz de Paulo Abel do Nascimento, sopranista, con música de violoncello y clavecín.

« La vida es una serie de colisiones con el futuro;
no es una suma de lo que hemos sido, sino de lo que anhelamos ser. »

A partir de esa noche te pienso otro. Tu nombre cambio de acepción. Mi noción de ti se transformó: otras raíces, otros frutos, otros motivos, que me generaron la impresión de nunca antes haberte sentido más vasto, más sorprendente, más cercano y a la vez más desconocido. A la revelación de lo poco que de ti he aprehendido, siguió la ansiosa certeza de que jamás siquiera otearé todos tus libros, menos aún podré deshojar uno solo de tus deseos.

Suponer que te conozco es un descabellado acto de fe.

Recorro mentalmente otras habitaciones, otras bibliotecas, otros estantes. Recuerdo una caja que está siempre a punto de caer de una altura de tres metros, una familia de muñecos, una sala de concreto, una silla de montar, unos escritos, una copia de una pintura de Renoir. Sí, los objetos hablan, parlan, narran reveladores la personalidad de a quienes pertenecen, más aún, forman parte de él.

« ... cada individuo es un órgano de percepción distinto de todos los demás, como un tentáculo que llega a trozos de universo para los otros inasequibles »

Todas las citas son de José Ortega y Gasset.

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25.10.03  :: 12:55

Megalomania
«… Ojalá fuera tan fácil tirar el dolor a un río… Lo necesito… Porque odio sentirme un hipócrita riendo por fuera cuando en realidad lloro por dentro… Llorar por dentro es más doloroso que hacerlo por fuera, ¿sabe?, porque no deja marcas, ni ojeras, ni ojos cristalinos… Nada que te delate… Y así es más fácil chapotear en la tristeza, y más difícil salir de ella… »
Iscariot, The Beloved Truths, 9/10/2003, vía Alexqk.

Con la Conciencia Tranquila
«... La vida entera se me ha pasado
llamando sentimientos a las palabras,
placer al ansia, (...)
tristeza a la autocompasión,
gusto por la soledad al miedo a ser descubierto (...)
Felicidad no es más que el nombre de una adolescente, me repito,
confundiendo amargura con desprecio. ...»

Berna Wang, La Mirada Oblicua, 15/10/2003.

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24.10.03  :: 02:38

Lenta, calmuda, teje Ventura diabluras.

En su perpetua factoría, la diestra escoge con detenimiento, de entre un sinnúmero de vidas - fibras teñidas con henna, cochinilla, añil, azafrán, espinacas o gardenias -, las hebras justas, precisas, para anudarlas a su trama con la zurda; ya con una seductora faz taciturna, ya en una aventurada propuesta, algunas veces garabateada precipitadamente sobre una servilleta.

La meticulosa tejedora realiza en silencio sus ingeniosos diseños, no hace complacencias, no atiende peticiones, no sigue modelos. Teje, teje más, teje divinamente, borda, hilvana, plisa, frunce, todo con enigmática pericia y hasta sentirse satisfecha con la preciosidad de sus hechizos.

Loca sale a la calle entonces, a buscar al que, de tanto esperarla, infaliblemente ha renunciado a ella, para revelar ante los grises ojos su obra maestra.

A veces lo encuentra, otras no, otras muy tarde.

Ventura desdobla su labor y espera, espera ansiosa, espera hambrienta, como araña en su red, a que el desatendido la atienda. Provocar su estupor es el botín que ella anhela.

Ventura es una perfeccionista, es compulsiva, es poco productiva. Ventura se dilata demasiado. Jamás ha entregado a tiempo, siempre tiene excusas, siempre el trabajo rezagado.

A veces Ventura se tarda taaantoooooooo, que el desventurado, una vez que se ha limpiado las lagañas y se percata de lo que está pasando, lejos de admirarla, la manda derechito al carajo.

Ventura es una artista excéntrica, soberbia, que no entiende un pito sobre la eficiencia.

« De vez en cuando la vida
se nos brinda en cueros
y nos regala un sueño
tan escurridizo
que hay que andarlo de puntillas
por no romper el hechizo. »

Joan Manuel Serrat

Sí, estuve a punto, como siempre que me siento abandonada por ella; pero me mostró sus hilados y sucumbí embobada ante su evanescente y prolija belleza.

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23.10.03  :: 05:30

A propósito de baños, Luc & Aldito, Aldito & Luc están de plácemes invitando a pasar por su recién formado Club de la Ducha.

Muy recomendable.

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22.10.03  :: 12:34

La primera tina de baño con agua corriente fue construida en 1842, en caoba y acero. Pesaba cerca de una tonelada y estaba conectada a un tanque de agua en el ático, en el que se combinaban agua fría y caliente, ésta última proveniente de una tubería que la hacía fluir entre los carbones de una chimenea.

Antes de eso, los usos y costumbres vigentes prescribían tomar el baño los sábados por la noche en una tina de plata o cobre, acomodada cerca de un fogón, en la más caliente de las habitaciones. En el caso de la mayoría, frente al hogar de la cocina. Uno tras otro, todos los habitantes de la casa y todos en la misma agua.

Así bañóse la Reina Victoria, frente a la chimenea de su recámara, ayudada por sus sirvientes, cuando ascendió al trono en 1837; pues el Palacio de Buckingham aún no contaba con un cuarto preparado para tal efecto, y sin embargo sí, un bourdoir en cada uno de sus aposentos, donde sus ocupantes escogían con minucia sus atuendos.

En la época victoriana, más de un baño a la semana como los cánones indicaban, se consideraba un exceso, una pérdida de tiempo, incluso una impudicia.

El cristianismo había tachado de proclive al pecado todo legado de la cultura romana (menos el militar que bien servía a la iglesia), incluso el principio de la limpieza. A tal grado fue proscrito el baño, que en la temprana edad media, era de honrarse conservar hasta la madurez las estelas que las aguas bautismales hubieran dejado sobre la mollera.

El término burdel acuñó su acepción meretricia durante el reinado de Ricardo Corazón de León (s.XII), cuando en la antigüedad sirvió para designar los cuartos de las termas romanas; resucitadas en ese entonces, las de Bath, para su uso público, vueltas a cerrar bajo el reinado de Enrique VIII y vueltas a abrir en el siglo XVI, reivindicadas (las termas, no los bordellos) bajo motivos estrictamente terapéuticos.

A mediados del siglo XIX el desarrollo de la plomería, a raíz de la Revolución Industrial, vino a cambiar los conceptos.

Por un lado, dio inicio a los grandes sistemas de conducción de agua y drenado urbano; y por el otro, se desarrollaron las instalaciones domésticas (a partir de las instalaciones industriales, claro está) y aunque a principios de 1800, las tuberías estaban confinadas al primer piso, el progreso seguiría su marcha hasta instalar nuestra primera tina, con agua proveniente del ático, en la casa de un señor Thompson en Cincinatti, Ohio.

Así surgió el concepto de una habitación interna dedicada a la higiene y al aseo en la casa del ciudadano (casi) común, y con ello la industria de los muebles de baño, que incorporó a la de los retretes que ya se utilizaban desde 1775, de porcelana decorada tan elegantemente como en un juego de té e instalados en cubículos externos con conveniente vista al jardín.

Sin embargo, la consideración pecaminosa, y de paso antihigiénica, del baño persistía. Seguía rigiendo el concepto victoriano y por lo tanto a pesar de las crecientes facilidades, la frecuencia del aseo no había cambiado.

En 1835 casi se llega a prohibir en Filadelfia el baño durante la época invernal, y en 1845 se le prohibió decididamente en Boston, salvo en caso de recomendación médica.

La transformación de los conceptos sobre la salud le venían bien a la incipiente industria, que requería un milagro para despegar. Éste se produjo alrededor de 1870, año en el que se repartieron, tan solo en Chicago, aproximadamente cien mil panfletos indicando las ventajas del baño diario, haciendo que la gente se concibiera sucia, siempre, además de llena de bacterias.

Es entonces que se produce el prodigio de unir en uno solo, a lo cuáquero, los conceptos de pureza y de limpieza, de alma y de cuerpo, con lo que el baño perdió su calidad de profano y ganó la de privado (en la época victoriana, era mal visto bañarse solo), hasta convertirse en el ritual de ablución diario y solitario del hombre moderno.

El spam puede cambiar la cultura, religión inclusive.

Eso me quedé pensando cuando mencionaron lo de los cien mil volantes en un programa de historia de la plomería en el History Channel.

¿Qué efecto tendrá a la larga, sobre nuestra visión del mundo, el acoso diario al que estamos sometidos, instados, por ejemplo, los señores a los alargamientos?

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21.10.03  :: 00:39

Nos miramos a los ojos, los dos, amorosos y amantes, mientras nos dejamos caer aún tomados de la mano, aún fieros, sobre el emasculante filo de nuestro mutilado deseo. Y sonreímos, sí, sonreímos, nos miramos mutilados y sonreímos reflejos, con una sonrisa agridulce envuelta en síncopas de latidos.

Juan Manuel Mauleón


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20.10.03  :: 01:02

Solsticio

Me sorprendió que levantaras mi brazo y lo acomodaras sobre el tuyo para conducirme. Tras un instante de extrañeza, me sucedieron la comprensión de tu gesto inesperado, la revelación de mi andar solitario y una estampida de sentimientos que se condensó en nube.

A partir de ese momento nada fue ya importante, ni el ir, ni el venir, ni entrar o salir; ni la música de violines y violas, ni la elegancia de los acróbatas sobre el trapecio. A mi mente no acudieron ni los nombres de quienes nos reconocieron. Dejó de transcurrir el tiempo, yo de sentir sed o frío, o cualquier otro deseo.

Todo se abrevió en la sensación de estar viva, ahí, así, contigo, en la bendita circunstancia de hallar sostén en tus brazos, dadores de refugio a mi vagabundeo.

Fu - El retorno.
El solsticio de invierno.
Tierra sobre trueno.
El movimiento contenido en su origen.

Regreso a la salud, tras la enfermedad, al entendimiento tras el desconcierto.

En invierno la energía de la vida, simbolizada por el trueno, está bajo la tierra, fortaleciéndose con el descanso, renovándose en sí misma. Todo debe ser tratado con delicadeza en su origen, para que su retorno conduzca al florecimiento.

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19.10.03  :: 18:05

Debajo de la cintura, estanque de peces dorados que buscan bocados.

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18.10.03  :: 07:32

Me despierta la sensación de mi cuerpo. Sé bien qué es.
Ayer asistí por primera vez a clase de baile africano.

La clase empezó recia, ocho tambores doblando en un ático.

Me sentí torpe, como siempre que inicia uno algo. Con frecuencia perdí el paso. Más de lo que ser primeriza admite y es porque me distraigo. Soy torpe para seguir a otros y lo seré mientras necesite verlos para imitarlos. Luego, cuando mi cuerpo haya aprendido la lógica del baile, seguiré aún perdiendo el paso. Lo sé, pero no perderlo habrá dejado de ser el aprendizaje.

Descubrí movimientos que no sabía que mi cuerpo sabía hacerlos y otros que no sabe, pero que sé que puedo, percepción de poderío inexplorado a cada intento. Así ha sido antes, estoy habituada, llevo años sacando a la luz mis facultades. Tarde resolví nadar, pero a tiempo, a tiempo para no perder el asombro de advertir la sensación de mis brazos como remos.

A veces una crece ignorante de las posibilidades de su cuerpo.

Mi cuello y mi espalda nunca se movieron tan frenéticamente. Posición afro, rodillas dobladas, la espalda inclinada, afuera la cola y el pecho abierto; hombros derechos, brazos levantados proyectados como alas. El peso de la cabeza siguiendo al tórax en su ciclo para tomar aliento, ora exhalas, total vacío, ora inhalas, abdomen lleno. La planta del pie extendida sobre la tierra.

Tierra. Pisar fuerte la tierra. Toda práctica antigua, exige poner los pies sobre la tierra. Asentar bien las plantas de los pies sobre la tierra, plantarse, enraizarse, como quien sabe que tiene derecho a posarse sobre ella. No volar. Se vuela impulsada por la misma tierra. Levantar las rodillas para pisarla con mayor fuerza, con vigor, como para despertar su energía; como para moverla de su órbita, como para que ella te sienta y te reconozca como a su hijo, morador de su corteza, que la insta a que lo atienda. El mismo ímpetu devuelve a contramano ella, la tierra, la madre tierra. Es entonces que vuelas.

- No se trata de ser bonitas, sino de avanzar al frente, ¡quiero mujeres Changó! – indicaba A., la maestra.

Tengo los músculos deliciosamente tensos, una sensación de fortaleza, de vitalidad, me recorre los muslos, brazos y espalda hasta donde ésta pierde su excelso nombre. Vibra aún mi cuerpo con la moción y la percusión de ayer tarde. Siento demasiado el cuerpo como para poder dormir como ángel.

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Alguna música africana, vía Juan de Manengumba.

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16.10.03  :: 19:28

Escucho Bajofondo Tango Club, un excelente albúm de drum+bass hecho por argentinos, un colectivo musical producido por Gustavo Santaolalla, que para esto es bastante bueno, y que sigue las fórmulas del Nortec mexicano y de los franceses de Gotan Project. ¿Comercial? Sí. Ganador del Grammy como mejor albúm instrumental este año.

Claro que no es tango. Es música dance enriquecida con abundantes elementos musicales de este género, como lo es el bandoneón o la voz de Adriana Varela, lo que le da un matíz lánguido y nostálgico (¿postmodernista?), que sencillamente me gusta.

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:: 15:53

¡Esto es un desastre! ¡Una carambola! Los jugadores se atropellan en la cancha desconocedores de sus posiciones.

Vamos a hacerlo fácil. A la Luc.
Y es que no sé cómo más cacarear mi segundo premio, aunque a mi me late que me han dado gato por liebre y la famosa mascota china no es sino un demonio de tazmania que me muerde cada vez que la quiero poner mirando al sudeste, mientras los cascarudos electromagnéticos se tiran al suelo pitorreados de la risa.

Test rápido para saber en qué bando juegas: rudo, técnico o detrás de la puerta.

¿Quién eres las más de las veces?
a) El que confesaría ufano (aunque oculte alguna cosilla)
b) El que no tiene nada que confesar.
c) El que confesaría aún más ufano, si no fuera porque le van a jalar las orejas justo por aquellas cosas de las que está más orgulloso.

¿De qué pecas?
a) De caótico
b) De recto.
c) De nada, gracias.

¿Cómo duermes cuando estás con una pareja?
a) De cucharitas.
b) Con la mano sobre ella, para que no se caiga.
c) Espalda vs espalda.

¿Fue fácil no?

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14.10.03  :: 20:29

Lucharán a dos de tres caídas...

cargadores, médicos, computólogos, fontaneros, repartidores, cocineros, taxistas, comisionistas, licenciados, empresarios, carpinteros, actores, cobradores y vendedores de seguros. Ora más recientemente, bloggers - ellos y ellas.

Considero que todos aquellos que ejercemos una profesión, oficio o afición, lo hacemos dividiéndonos, como en la lucha libre, entre jugadores rudos y técnicos.

Cuestión de táctica.

Los técnicos son limpios,
los rudos, mañosos.

El mundo dividido entre los buenazos y los malosos.
Los diurnos y los nocturnos.

Los técnicos organizan sistemáticamente sus actos para alcanzar los resultados con economía de esfuerzos,
los rudos, varian sus tácticas, se derrochan, explotan su arsenal detrás de los mismos resultados.

Arsenal que está conformado de conocimientos, habilidades, hábitos, facultades, voluntad y emociones, bajo dos modos distintos de dominio. Éste último en armonía con el temperamento del individuo.

Ocho son los temperamentos o tipos caracterológicos básicos, seis de los cuales he dividido en dos equipos. A los otros dos los he dejado en la banca.

De ambos bandos, los jugadores que tienen qué arriesgar,
y un porqué para el triunfo arriesgarán,
si osan, perder la máscara o la cabellera.

Anticipo, casi nadie presenta un temperamento puro, aunque sin lugar a dudas en todos prevalece un tipo dominante. Nada mejor que conocer el temperamento de colegas y contrapartes.

RUDOSTÉCNICOS

Colérico o Fogoso
Exaltado, precipitado, vital, animado, móvil, nunca monótono, avispado; aficionado a la novedad y la aventura, amante del riesgo, no cultiva recuerdos, superficial, versátil, rápido tanto para apasionarse como para apaciguarse.
No son aficionados a la vida familiar, no son reflexivos, no conocen a profundidad a los otros, aunque los utilicen, a veces inconscientemente.

Apasionado
Activo, tenaz, incisivo, constante y severo. De personas fuertemente ambiciosas, trabajadoras, infatigables, autoritarias, honradas.
Cuando deciden algo van por ello, no toman las cosas a la ligera, no permanecen insensibles ante nada, no son imprudentes.
Les gusta ejercer el poder y tener círculos de influencia. Amantes de la grandeza.
Rara vez rectifican, difícilmente perdonan una ofensa.

Nervioso
Siempre en movimiento, especulador, despierto, inteligente, creativo, emotivo, espontáneo, imaginativo, inconstante, impaciente, sobrio, austero. Con alta sensibilidad artística.
Ágil para decir la verdad a medias. Sabe que no cuenta consigo mismo.
Emprende su búsqueda sin estrategia previa. Sus logros nunca lo satisfacen. Varía del desaliento al optimismo y viceversa. Sus convicciones cambian, según el medio al que deba de adaptarse.

Sentimental
Delicado, sensible, afectivo, imaginativo, pesimista, susceptible, tímido, taciturno, absorto en sus meditaciones, capaz de súbitos arrebatos, idealista, busca fuertes emociones que lo saquen de sí mismo.
Enemigo de las innovaciones y de las mudanzas. Sufre doblemente la indiferencia o el menosprecio, le duele no ser aceptado en la medida que él ofrece. Es feliz solo.

Sanguíneo
Seguro, objetivo, observador, práctico, contento de sí mismo, ingenioso, con capacidad de improvisación, egoísta y burlón. Adaptable, rápido sin precipitación.
Vive en el presente entregado a la acción, olvida rápidamente y no se amarga la vida por escrúpulos. Ama la vida, las emociones fuertes. Se muestra desdeñoso de las costumbres establecidas, de las reglas, de las leyes pero observa escrupulosamente los reglamentos cuando éstos le sirven a sus propósitos.

Flemático
Pensador, observador, ordenado, dogmático, tolerante, templado, sereno, paciente, puntual, silencioso.
Respeta la libertad del otro, quien le interesa profundamente. No se deja influir ni apasionar. El único veraz y confiable. Ama sus recuerdos. Gusta de trabajar solo.
Desconoce la impulsividad, el desaliento, la inestabilidad, y la versatilidad. Se mantiene aferrado a su pasado y a su comodidad. Cuando se propone algo no hay quien lo disuada, aunque concede poca importancia al éxito. Fino sentido del humor, poco amigo de las chanzas.

LA BANCA

Amorfo
Sensual, egoísta, hedonista, lento, perezoso y vanidoso, manualmente habilidoso, buen seguidor, objetivo, monótono, inconmovible, inteligente y responsable. Hipócrita y venenoso.

Apático
Dócil, lento, rutinario, independiente, adaptable a todo porque nada le importa. Prudente, ahorrador hasta la avaricia, conservador. Serio, encerrado en su opinión.

Así es.
Al que es jugador le amedrenta quedarse varado en la banca.
¿Yo? Del lado de los rudos, por supuesto.

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