Sencillamente soberbio. Escuchar Adios Nonino, Chiquilín de Bachín, Oblivión, Balada para mi muerte; además del Oratorio que fue bellísimamente interpretado, y de extra, la Balada para un Loco, cantada por Susana Rinaldi e interpretada por Horacio Ferrer - del cual se dice que cuando escribió el texto, le había hecho daño el fernet; y de Piazzolla, que cuando la compusó, la empezó como toda gran obra, esbozándola sobre una servilleta -, fue estupendo, aunque fiel a mi costumbre, no logré evitar dormitar un poco. Sobre el Oratorio, la Rinaldi, que no vive aquí sino en Paris, dijo previamente, « Representa un desafío musical muy difícil porque me exige ser un poco Monserrat Caballé y un poco Teresa Berganza, pero yo no pretendo trascender esa interpretación líricamente sino con ovarios », cosa que cumplió cabalmente.
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