Asakhira
Explorando territorios Patricia @révalo
Vamos siendo nuestra propia isla,
arriesgando leyendas
sobre los límites del mundo ...
                           Teresa Melo, Cuba


30.6.03  :: 16:52

Aunque empalague como merengue, lo cierto es que me alegra mucho haber canjeado, tras intentar ser sensata, el presagio de una tarde plomiza por la ocasión de otra, vagabunda, soleada, fresca, verde; con sabor a nieve de higo con mezcal; colibríes incluídos.

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:: 14:11

El Virreyes estrenó look. Estuvimos ahí justo a tiempo y el tiempo preciso para escucharle diyeirear. Regresa de hacer surfing en Puerto Escondido; tiene brazos fuertes, piel tostada y mezcla bien. Los ratos libres los dedica a numerar.

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:: 11:33

El pacharán es un licor de Navarra con endrinas o arañones macerados en licor de anís dulce. Y las endrinas son unas flores, ahora me entero. Su reserva la conforman siete botellas que guarda apostadas como atalayas. Sacrifica una para calmar la sed de los amigos, como él, extranjeros. Me da a probarlo. Sin recuerdo alguno de una endrina, el único gusto que paladeo es de la nostalgia.

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28.6.03  :: 12:02

Odio tener que encubrir la mirada para no dejarme caer en el fondo de tus pupilas que me buscan inquietas, que me producen vértigo y urgencia por besarte. Me tienta la complicidad con que entornas los ojos para tú no delatarte.

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27.6.03  :: 22:56

Anoche nos invitaron a ver el musical Regina. Llegamos patinando a la función tras haber pasado el día en la ciudad de Puebla, donde nada sucedió conforme a lo planeado, pero todo fue. Desayuno en un exconvento, paseíto por las calles del centro, cervecita en el Callejón de los Sapos, tacos árabes para comer; cita con los amigos, relaciones públicas y una cita de negocios que se prolongó a las anchas de mi futura y desconsiderada cliente, que tuvo a bien cambiarme dos veces la hora de nuestra entrevista, para aún así llegar con demora y luego insistir en recibir de mí un psicoanálisis completo de sus problemas de cómputo.

Para mi fortuna he aprendido a decir que no, que no hay lunch gratis, y que toda consulta seria causa honorarios. En primer lugar, lo que no cuesta, no se aprecia; y en segundo lugar, antes de entrar en acción hay que aprender el estilo del otro. El primer encuentro sólo debe servir para dejar en claro la calidad de la melcocha, para que sepa que ha tenido una suerte loca en contactarnos porque en el morral y en la cabeza traigo todo tipo de artilugios para solucionar sus males y proporcionarle prosperidad. ¿No de eso se trata el marketing?

Atmo, que me esperaba con el auto enfilado ya hacia la autopista, pensaba que no llegaríamos a tiempo para la función mientras tamborileaba sus crispados dedos; pero lo hicimos, a pesar de haber emprendido el regreso tardísimo. El día había estado despejado y en el camino de regreso sólo nos lloviznó. Yo estuve excepcionalmente atinada, y tuve a bien no perderme entre la entrada a la ciudad de México y el estacionamiento del teatro.

El musical es una super producción y aunque nos han contado de forma personal cómo se logró su realización, no me queda la menor duda que detrás de ella hay un gran soplo de inspiración foxista.

El segundo acto nos emocionó, quizás porque Rayo invitó tequilas dobles y añejos que bebimos de hidalgo a la tercera llamada tras el intermedio.

Saliendo de ahí y sin finalidad alguna de buscar símbolos, fuimos a buscar otro tequila, ya fuera al Nivel o a la Casa de las Sirenas. Pero como no encontramos ninguno de los dos abierto, dedicamos un tiempo a pasear por el Zócalo, que casualmente se encontraba despejado. Atmo, que ha venido cinco años seguidos a México, guía de turistas en la India, Nepal y Taiwan, nunca se había parado por ahí, espantada por la épica inseguridad defeña. Me alegra que no lo hubiera hecho antes, así su sorpresa fue mayúscula. Terminamos bebiendo chelas en El Corona. Domingo manda saludos.

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:: 10:14

Desborde del Mat que entra solo al área en jugada individual y dispara implacable de izquierda a segundo poste, cruzando y poniendo el balón en el ángulo contrario para anotar.

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26.6.03  :: 08:10

Izquierda. Derecha. Izquierda. Derecha.

Este es un tema que no consigo dominar, a pesar de tener excelente orientación espacial.

No es que confunda las direcciones. Sin lugar a dudas, sé que a un lado están unas cosas, y al otro otras. Que de un lado sale el sol y del otro se pone. Que girando hacia un lado, se abren las llaves del agua y que hacia el otro se cierran. En ello no desatino.

Lo que a mí me ocurre es que no logro hilar las palabras con su significado.

Esto no me sucede con atrás y adelante. Tampoco con arriba y abajo, o entre afuera y adentro, aunque en más de una ocasión haya aclarado que subo hacia arriba o que salgo afuera, pero por distraída, no por desorientada.

Pero lo que me pasa con izquierda y derecha, es tiro por viaje.

Por más que haya pasado horas levantando una y otra mano para vincular los vocablos a con su sentido, izquierda y derecha me siguen siendo dos términos perfectamente vacíos cuyo significado debo construir cada vez a partir de la misma pregunta, ¿con qué mano escribo?

Claro que en lo que lo pienso, en lo que activo la corteza para recordarlo, desespero al pobre que tenga la mala suerte de tener que atender mis indicaciones.

No en pocas ocasiones nos hemos perdido o encontrado a punto de colisión por virajes intempestivos, por la confusión que provoco mientras lo pienso, más cuando hay presión alrededor, entiéndase tráfico.

La última vez que ha sido fatal, fue durante un ejercicio de esos, vivenciales. Yo era una tirana y debía darle órdenes a mi víctima, las que quisiera. A él le traía con los ojos vendados y atado con una cuerda. El problema surgió cuando quisé que corriera. Él, que ya estaba un poco encabritado por el jueguito, a mi orden echó a correr vigorosamente contra las paredes del fondo. Apenas si me dio tiempo de gritar ¡izquierda!, por gritar algo, tras advertirlas. ¡No, izquierda, no! ¡Derecha! ¡No, no, no! En fracciones de segundos, tremendo lío que armé. El instructor se preguntaba cómo podía yo ser tan cruel. Una y otra vez, mi víctima se azotó contra la pared, primero por obedecer, y luego, también. Sin habérnoslo propuesto, resultamos la más exitosa pareja aspirante a sadomasoquista. Quizás Carlitos Oliva tenga razón, cuando dice que no hay maldad, sino ignorancia. La víctima contusa y la verduga (?) ... confusa.

Alguien pensó que si lo dijera en francés ....

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24.6.03  :: 17:04

La noche transcurrió entre sobreentendidos y a medias lenguas. Entre errantes pies desnudos y tenaces piernas en holganza; humo de cigarrillos, forja, cerveza y luz de vela. Música tenue, voces oblicuas, énfasis, acentos y una que otra pauta. Las múltiples conversaciones cesaron al unísono tras hacerse evidente una sutil ausencia. En sigilo cada cual ocupo su espacio. Luego, al punto nos hemos despertado, para beber café y comer pan con azúcar y canela. El candombe y la murga -a ritmo de "marcha camión"-, la rumba y el solaz, a poco, pero muy poco, han estado esta mañana de volvernos a embargar.

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23.6.03  :: 17:47

Traigo en la boca aún el gusto del vino, en las sienes un ligero aturdimiento, y en el abdomen un leve latido, un poco de hipo y mucho contento. Apenas si he quebrantado el ayuno. Tras dos años de ausencia, traigo también conmigo cierta sensación grata, a efecto de haber saludado a tanto viejo conocido. El viernes me ofrecieron esta comisión y hoy he asistido a este evento, como si fuera el primero y como si ayer hubiera asistido al último; no a nombre propio como lo hice antes, sino del de quienes me pidieron representarles; de ésta, que un día fue mi cofradía, reunida hoy en algún salón del laberíntico palacio legislativo. El tema, la sempieternamente incipiente industria mexicana de software. Departir, la única labor plausible. Con cuánta razón ha señalado Pinkililinki el poco honor que algunos vinos de honor reciben, mientras sus industriosos asistentes se vuelcan voraces sobre los bocadillos y las miserables concertaciones políticas. Prometí no ser insolente, ahora lo recuerdo. Lo mejor de la mañana, los reencuentros, los pocos amigos, la bienvenida, una charla inteligente con un hombre maduro de penetrantes ojos azules, y la sonrisa de otro de ojos marrones y facciones siempre juveniles, que no expresaba otra cosa que cuánto gusto verte otra vez.

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21.6.03  :: 05:18

No, no sé de tí nada. Tú de mi, támpoco. No importa cuánto nos hayamos dicho, ni si lo dicho es la verdad. Para yo conocerte, lo que de ti me digas está de más. La única verdad, es que nos sentimos. Que el espacio en el que estamos, poco a poco, se torna líquido. Nuestras áureas, casi táctiles. Me preguntas qué busco, tus labios. Te pregunto a dónde vas, a caminar. A caminar mientras lees. ¿Te han amado con palabras? Asiento, y me recitas un poema.


PREGUNTA MÁS ALLÁ

¿Por qué pregunto dónde estás,
si no estoy ciego.
si tú no estás ausente?
Si te veo
ir y venir,
a ti, a tu cuerpo alto
que se termina en voz,
como en humo la llama,
en el aire, impalpable.

Y te pregunto, sí,
y te pregunto de qué eres,
de quién;
y abres los brazos
y me enseñas
la alta imagen de ti
y me dices que mía.
Y te pregunto, siempre.

Pedro Salinas


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18.6.03  :: 17:57

¡Me siento taaaaaaaaan, pero taaaaaaan bien!
Al fin regresaron la inspiración y la satisfacción. Júpiter cuadratura a Mercurio. Marte en oposición exacta a Urano.
Los tránsitos indican escoger entre la abundancia y el movimiento;
más urgentemente, entre el dinamismo y la excentricidad.
La tensión no puede ser un buen indicio.
El biorritmo támpoco me da ninguna pista clara o favorable.
Mmmmm, entonces ¿qué será?
No lo sé ... No sé por dónde me han llegado,
pero, ¡al fin me llegaron las ganas de trabajar!
Ójala me dure mucho tiempo la racha.
¡Que mi Venus se mantenga sobria, y mi Selene también!
Afuera diluvia como cada tarde. Yo voy tomando velocidad.

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17.6.03  :: 01:08

A contraluz, la visión de su semidesnudez le fue a mis ojos palmo a palmo revelada. Su silueta franca recortada sobre el marco de la puerta, la memoria de lo desaprendido. Su voz me fue inaudible, pero expresó dulzura, fatiga, hasta mañana.

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16.6.03  :: 13:00
A veces
pienso en ti
en lo que pudo ser
en tu ternura presa
en las deshoras.

Claribel Alegría

Palabra Virtual, Antología de Poesía Hispanoamericana.

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15.6.03  :: 18:39

los domingos por la tarde me saben a melancolía, a cielo plomizo, a término.
sobre mis hombros y párpados cae su monótona pesadumbre. la infalible cruda.
es una tarde como para transmutar en gata, ronronear y dormitar en acogedor regazo.
o como para fugarse arrebatado por las imágenes arrojadas sobre una pantalla de cine.
o para resistir en amena sobremesa, o para desafiar con postrera cerveza en Coyoacán.
les escribo a los ausentes. leo de algún libro.
tanto silencio. tanto recogimiento. el tiempo ralentizado.
mañana de nuevo la vorágine cotidiana.
se me antoja la tarde como para desempacar.

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14.6.03  :: 10:03

Autor: Oldrich
Título: Cuentas
Fuente: FotoBlog

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13.6.03  :: 21:51

Hoy deseé ser sabedora de la magia con que se engarzan las palabras para escribirlas a modo de besos tiernos sobre ojos tan tristes como los suyos, o de besos apasionados que enardecieran la yema de cada uno de sus dedos.

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:: 14:21

En un sistema que arrastra al caos, el caos por sistema es la salvación.

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:: 13:08

Hoy... Virginia, el Fuc y yo recorrimos de madrugada el más largo brazo de los trece kilómetros del nuevo distribuidor vial de San Antonio, que aún no tiene nombre, pero ya se le llama así (le oí decir a López Obrador).

El Fuc había antes pasado por ahí la mañana de ayer en comparsa con el Calcio y el Morc, cuando fueron a desayunar. Si mi celular no hubiera perturbador reclamado mi inmediata presencia en cuestiones de índole bastante más banal, también yo lo hubiera deambulado con ellos, aunque no estoy segura de que haya sido más grato ese paseo que el que hemos hecho hoy. En primer lugar, no se los pregunté pero me imagino, debieron haber circulado a no más de veinticinco kilómetros por hora y en condición de crudos, mientras nosotros lo hemos hecho a alta velocidad y aún en pleno estado de festiva conciencia. El nuevo camino lo fue sólo para nosotros, que pudimos apreciar su interminable longitud, habíamos iniciado en la del Valle y sentíamos que podríamos terminar salida a Cuernavaca; su sorprendente altura, como de un edificio de ocho pisos; y una, otra, bella perspectiva de esta plasta de asfalto en la que vivimos encerrados.

En este parque de diversiones estamos estrenando montaña rusa. Los autos hacen fila frente a sus tentáculos para subirse a ella, la remontan y se amontonan sobre sus lomos de los que sólo desertan marchando a paso de dromedario, para luego sus conductores afanarse en ufanarse con fingida queja, a través de los programas de radio que hacen públicas sus reteque estúpidas opiniones, de la pésima velocidad de tráfico y de la evidente inutilidad de la megaobra.


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12.6.03  :: 02:12
«La historia, la moral y la ética devienen en
historieta, moraleja y etiqueta.»

«No vuela un kilo de plumas sin un pájaro adentro.»
«Clítoris es un puerto griego en el mar de Seo.»

Breverías, 2002

Homenaje a Coco Manto, poeta boliviano, junio 12 del 2003 a las 6:00 pm, en Casa de la Cultura “Griselda Álvarez”, Honduras 43, Centro Histórico. Invita La Banda.


«El amor es un camino largo, con señales de tránsito invertidas», esto lo digo yo.

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11.6.03  :: 05:13

Hay quien se ríe cuando lo cuento. Con frecuencia les parece inverosímil. A mí también. El caso es que no recuerdo haber jamás tenido pesadillas como las que casi cualquiera describe. En el libreto de mis sueños no hay roles de seres extraños ni de persecutores angustiantes. Ya se pueden quedar sentados el charro sin cabeza y el mismísimo demonio, que no, en mi amodorrado imaginario nomás no caben. Incluso cuando me hayan de matar, como en aquel sueño donde desnudas marchábamos varias mujeres alrededor de una piscina una noche lluviosa de plenilunio apuntadas con armas por soldados y esperando ejecución, no siento terror sino la apremiante urgencia de urdir cómo escapar. El terror lo siento despierta y despierta no urdo nada, sólo escapo, o ni eso, sólo me pasmo. Pero ese no es el tema. Decía pues, que no acostumbro las pesadillas estándares. Las mías son algo extravagantes, son auditivas. Sí señor, auditivas.

He aquí que yo soy de muy buen dormir (aunque duerma a deshoras por necia y caótica). En cuanto planto la cabeza sobre la almohada con el propósito de reposar, me duermo profundamente. Cuando he de tener pesadilla, por la razón que sea, apenas caigo en sopor, empiezo a escuchar ruidos. Pero no de esos que provocan sospecha, sino de los que no dejan dormir. El ruido de los vehículos que circulan por la calle y que durante la vigilia me son imperceptibles, se me revelan amplificados arriba de los 85 decibeles. O bien escucho trompetas, o ladridos de perros o la musiquilla que traía en la cabeza; el sonido que sea, sólo que con desmedida intensidad. Si me despierto, el escándalo cesa. Si cierro los ojos, recomienza. No sé cuanto tiempo máximo lo he podido resistir. Es una monserga. Peor aún cuando me sucede vencida por el cansancio.

En esto consisten mis malos sueños, en lidiar hastiada y aletargada entre el sueño y la vigilia provocada por el imaginario estruendo. El mejor antídoto que he encontrado es el de, con un ápice de fuerza, vencer el cansancio para levantarme de la cama e ir a poner música, a buen volumen por supuesto. Con ello engaño al mal sueño haciéndole creer que no pretendo dormir más y pierdo mi mente entre los surcos de las ondas sonoras eufónicas de la cadencia escogida. Yo aprovecho su distracción para acurrucarme y escapar de ellos por el pasadizo oculto de las fantasías. Fantasías tejidas de imágenes y de palabras dichas en silencio, sin eco ni ton ni son. Huída y deslíz sobre el tobogán de los ensueños.

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10.6.03  :: 22:10

E. me recomienda echarle un vistazo a La Cofradía Digital, Red Nacional de Software Libre. Habrá que ver.

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8.6.03  :: 13:45

Registro de Partida.

No llueve, diluvia. En minutos, el agua confluye en arroyuelos y estanques que ahora dominan todas las esquinas y todos los vados. Las vías rápidas, mal drenadas, se ven rápidamente disminuidas y cualquier desnivel es una trampa. Desde lejos, observo el desconcierto de los automovilistas que desaceleran y cruzan hasta el más parco de los charcos con parsimonia de mujeres que se recogen la falda para no empaparla. Escojo callejuelas más modestas y piloteo con menos recato. Poco minutos restan para que sean las seis y treinta. Y eso que a tu segunda llamada me apresuré a dejar repartidos los besos de despedida entre familiares y amigos reunidos para el convivio.

El viento desvencija las sombrillas a cuadros de las andantes que las siguen empuñando contra el chubasco. Un hombre judío -gabardina, sombrero y rizos- levanta en brazos, para cruzarles sobre la corriente, a cada uno de los ocho niños que con él salen de la sinagoga. Pasa ya de la hora convenida, llamas nuevamente a mi celular. No desesperes.

El niño de la calle malabarista, lágrimas de betún, trío de pelotas en una mano y una vara larga en la otra, se ocupa en punzar la alcantarilla de su esquina para desaguarla. La muchacha con el mandado no logra evitar ser bañada por la ola que levanta el microbús a su paso.

A mí, los frenos se me han mojado, derivo, voy a pegar. Descubro un hueco a la izquierda y maniobro. Justo el medio metro de más que necesitaba para detenerme. Casi he llegado. Busco la dirección que me has dado. Dejo el auto encargado y entro apresuradamente al bar. Pagas tu cuenta y salimos de ahí para cruzar corriendo la avenida. El parque nos acoge con olor a fresco y a infancia. Nuestros nombres están inundados. Bogamos entre risas sobre césped y barro anegado. Hemos zarpado ....

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7.6.03  :: 12:18

«No pude adivinarte, sobre trincheras sordas, aunque quise hacerlo: ¿estaba obligado?; no fui tu deseo, ni un talismán, o cimiento, o cauce; tampoco fui sombra y vino bajo las parras ... hoy me acostaré a tu lado, sin hacer sueños y sin contar los días, intentando dormir mientras ronca tu olvido.» Trafalgar Sur, 4 de junio.

Así me sentí tendida a tu lado durante muchas noches, amante e incapaz de descifrarte. Dejarte fue mi mejor acto de amor.



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6.6.03  :: 13:46

Taxonomía

Un encanto el testito zoológico antropológico que postea hoy El Toro.

Leyéndolo, recordé otro escrito revelador sobre cómo se bañan los hombres (y las mujeres también, aunque a mí me parece que la parte más veraz es la que les corresponde a ellos).

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5.6.03  :: 12:57

«Cierta vez estiré tanto uno de mis brazos que ya no pude ver la mano, movía los dedos, los sentía moverse, pero como no lograba verlos acabé por no creerlo.» Aldo Sivi, 5 de junio.

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:: 01:28

Hoy

Otra vez el teléfono. Hola. ¿Eres tú, A.? ¡Adivina, adivina quién te habla! Pues no, de veras que no. Pero, qué te hace creer que cuento con algún sofisticado equipo de reconocimiento de voz. Y si me conoces sabrías que mi memoria es bastante menos que prodigiosa. Tu voz y tu acento me son extraños. Una referencia, un nombre, tu nombre. Tras el reconocimiento, la sorpresa. Llamada de larga distancia. Kilómetros sí, pero sobre todo tanto tiempo de por medio. Suerte que no te he olvidado y que támpoco he querido hacerlo. Te has empeñado en dar con mi número telefónico, rastreaste viejas agendas y batallaste con la operadora. Henos aquí, estamos al habla. ¿De qué hablar? Me agrada este silencio que adornamos con frases bobas, elementales. Este tipo de conversación en la que uno no termina de preguntarle al otro cómo le ha ido, donde las palabras pierden significado y la intención está puesta en que a uno y otro lado del hilo telefónico hay dos deseando decirse que aún se importan Te agradezco que no te esfuerces en cantarme tu epopeya personal, ni en recitarme entera la retahíla de hechos que son tu vida o insistas en la mía. Tan sólo algunas huellas, un par de estampas las que intercambiamos. Lo que me concierne es que has llamado. Refrendamos lazos y postergamos una vez más el verdadero encuentro.
Ya te contaré. Te escribo. Cuándo vienes...
Te recuerdo.

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4.6.03  :: 02:12

La frialdad de la sala se encubre entre salutaciones y risas cautas. Risas de hombres que portan corbatas satinadas en tonos pastel y de mujeres ejecutivas enfundadas en trajes sastre de colores sobrios y zapatos de tacón mediano; todos portafolio y celular en mano, algunos con laptop, otros con palm.
El enorme ventanal circular despliega por escenografía el monumental paisaje arquitectónico de Santa Fe, Cuajimalpa, al poniente de la ciudad de México. La zona urbana que mayor inversión ha recibido. El mejor negocio de bienes raíces. El ghetto en el que voluntariamente se siguen enclaustrando los corporativos que hacen negocios en este país.
Los hombres se saludan palmeándose con enjundia las espaldas. ¡Qué se sienta el aprecio, vaya! Los besos, casi todos, son al aire. Gente muy joven, muy correcta, y escrupulosamente engalanada para el suceso cotidiano.
A mí me ha costado trabajo llegar. Me he equivocado dos veces de distribuidor vial antes de recorrer en todas direcciones las calles que circundan las enormes manzanas de esta zona. Me he metido a tres estacionamientos distintos. En uno de ellos hasta me dejaron aparcar, en recepción me pidieron registrarme y a punto estuve de hacer todo el numerito de no darme cuenta a tiempo de que estaba en Telerisa y no el edificio detrás. Luego me perdí entre ascensores y pasillos, hasta que atiné. Atiné a pedir socorro a alguien de seguridad, que tuvo a bien traerme llevarme hasta donde debía llegar.
A la pregunta de cómo te va, se responde o que bien o que con mucho trabajo. Supongo que muchos de los aquí presentes contestan como lo hago yo. Ni están bien, ni tienen trabajo, pero lo correcto es lo correcto. Cualquier diferenciación podría provocar sospechas. A qué sacar a relucir miserias. Además a quién le importa y si le importa, no hay que perder de vista que esto es un juego, debe ser sólo por obtener ventaja.
Los "bien" que más me gustan son los reiterados. "Bien, bien" es una frase que siento que apadrina, que acoge, hasta parece recapacitada. En cambio los "muuuy bien" me intimidan, más a medida que más ancha sea la triunfal sonrisa de la que se acompañan.
Es la hora de entrada de los viejos. No saludan a nadie, en el mejor de los casos alguna señal de reconocimiento. No tienen tanta necesidad de formas. Han dejado los sacos en sus oficinas. Descomponen la disposición de las sillas. Al grano.
Yo me helo, víctima del efecto Juventud, producto del refinado y excesivo uso de aire acondicionado que mantiene el cutis criogenizado. Un cigarro me despertaría, pero fumar ya no es correcto. Tampoco lo son más el café o las galletitas. Bostezo. El más viejo me mira, me conoce, me sonríe. El guiño me alerta. Afuera llueve a cántaros.

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2.6.03  :: 16:44

La tensión desapareció de golpe y con ella la necesidad algo neurótica de trabajar algunas horas durante el fin de semana. Primero de este año en que el sentimiento latente de poder ocupar mejor mi tiempo no podría asaltarme porque, sencillamente, no era siquiera preciso o posible que hubiese un modo mejor. Sin embargo, hubo ratos en que el sentimiento de culpa hizo de mí presa. Y ora culpa de qué, me preguntaba, si nada ni nadie está a mi espera. Los minutos que contaba eran todos y cada uno para mi ocio, no tenían otro dueño. Y sin embargo, en la boca del estómago, la sensación de ansía.

Tras respirar hondo, puse mi atención en saborear con toda calma el curado de mamey que bebí en La Hija de los Apaches que tanto había deseado visitar. Hurgué como si me importaran, las fotos de cada uno de los boxeadores que el Calcio fue reconociendo en los recortes pegados a las paredes. Caminé con él, con el Fuc y con el Morc por las callejuelas de la Romita. Vimos desfilar la tarde sentados en nuestro gabinete de La Ópera, escuchando valses y comentando el disparo de Villa al cielo raso armados de tequila. Y terminamos el día, que empecé pausadamente sorbiendo un café sobre avenida Mazatlán, bailando como tarambana en el Virreyes. Ayer aún duró la tregua. Fui a correr a los viveros de Coyoacán, luego a comer barbacoa y beber, esta vez, curado de guayaba con mi mamá y mi abuela. Sorbí nieve de limón en el Sanborns de los Azulejos y rematé viendo un par de películas en video con palomitas hechas en microondas.

Calma, por dios, no hay que perder la calma.... o como repite mi viejo amigo Augusto, hay que discernir "... las urgencias suelen ser muy, muy pocas, lo que abunda son los pendejos con prisa".

El día de hoy soplan vientos moderados.

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