Asakhira
Explorando territorios Patricia @révalo
Vamos siendo nuestra propia isla,
arriesgando leyendas
sobre los límites del mundo ...
                           Teresa Melo, Cuba


29.11.03  :: 15:47

Del corazón de Chile se vinieron de polizones en nuestro baúl mundo, los sueños sin destino de dos capitanes santiagueños; y es que los pololos chilenos son empeñosamente dulces.

Uno invitó a cenar a su pasajera, tras sacarla en vilo de su nave, a una que no era la suya sino una de mar llamada Azul Profundo: ceviche de choritos, corvina y unte, congrio y albacora y vino Carmenère.

El otro la invito a su puente para desde ahí avistar los cóndores, y el Aconcagua y los pueblos que a su paso por los Andes pasaran. La invitó café y sandwich de carne e invitó al bailongo. Una vez llegados a su destino, la depositó en tierra entre amigos y le prodigó cuidados inmerecidos.

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28.11.03  :: 21:59

De niña solía jugar sola. Otras niñas y yo no hablábamos el mismo idioma, y los niños con los que hablaba, solo lo hacían estando a solas. Extraña como era, me ideé los juegos que me entretuvieran. Juegos cuyo trazo persiste aún ahora, dando cauce a algunos de mis actos.

Hallar el corazón de mis muñecas, además de inútil y caro, fue también la más frustrante de mis fantasías, si es que fantasía era. El ritual para desentrañarlas, indicaba un afeite antes de arrancarles la cabeza. A la desilusión de hallar una vez más otra vacía, le seguía en desinterés por lo que de sus restos fuera. Así me quedé huérfana de muñecos, casi al mismo tiempo que comprendí lo que era la fantasía.

Tratándose de mezclas, siempre me gustó olvidarme de recetas, y combinarlo todo con poca inteligencia y mucha esperanza de que algún milagro sucediera. Mi mejor hazaña fue lograr que la mezcla de residuos de un inocente juego de química para princesas, explotara sin causar bajas, aunque dejando el techo lleno de astillas engomadas. Justo como cuando hoy día, si invito a cenar espero, que algo más sabroso que diarreico, consiga guisarse en mi cocina.

Pero mi juego favorito ha sido siempre jugar a la casita. Y las casitas que organizo se caracterizan, por ser más mucho más escenografías donde mis historias cobran vida, que por ser espacios domésticos. Me gustan los multifuncionales, desafortunadamente: muebles que se hagan chicos, grandes; que roten, que al unirlos o separarlos puedan ser utilizados con más de un objeto. Sillones que puedan ser camas, camas que sean tarimas, cajones que sean bancos. Me gusta disponer de ellos libremente y recrear mis espacios. Desafortunadamente, digo, porque de tanto que son, terminan por no ser bien nada.

Todo esto lo pensaba mientras avistaba, en Santiago y en Valparaíso, las casas barco de Neruda, capitán de tierra adentro.

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25.11.03  :: 20:46

Sería el mar. No lo sé, era demasiado frío. Lejos de quemar, helaba la arena el deseo de jugar con el espumoso desmayo de las olas; olas de aguas frías que en su latir la Tierra aleja de su polo.

Sería sólo ver el mar; pero regresé de ahí con el sentido anhelo de tus besos.

La Luna y Venus, parecen el cielo sonriendo discreto, mientras hace un guiño.

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24.11.03  :: 09:50







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:: 08:37

Soñé con ello.

En los últimos dos días han sido cuatro las veces que he levantado vuelo.

Para llegar acá, el día de ayer, fueron necesarios tres vuelos. Hice dos escalas. La primera en San José de Costa Rica, la segunda en Lima.

En cada aereopuerto he oído distintos destinos, distintos acentos.

- Pasajeros con destino a Bogotá, puerta número 1.
- Pasajeros con destino a Quito, puerta número 2.
- Pasajeros con destino a Caracas, puerta número 3.

¡Qué grande es la Tierra!
¡Cúan poco el tiempo!
Santiago era mi destino.

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23.11.03  :: 21:39

Minerales. En el agua, en la montaña, en el aire. Comento con Fabián que me atiende y él me lo precisa: son los minerales. Desde la textura actual de mi cabello, hasta el modo en que al Este, este atardecer, desde La Alameda, vi arder a la montaña por reflejar el ocaso: los efectos especiales de este paisaje, corren por cuenta de los minerales.

Llegué a poco de las diez al sitio donde me hospedo. No quería que la oscuridad me alcanzara y sin embargo, lo hizo; pero no me fue amenazante, ni lo obscuro, ni lo desconocido. Las calles transitadas y las plazas, donde se solazan los vecinos disfrutando del domingo, custodiaron mi regreso. Caminé hasta aquí, luego de pasear por el Centro, de perder y recuperar la ruta, y de comer palomitas con caramelo; luego de ver mimos y bailarines y de descansar bebiendo mote con huesillos, brebaje dulce de corazón de durazno seco y trigo, y comer cazuela de ave en un local del mercado. Esto una vez que hube bajado del Cerro de Santa Lucía, donde, como a orillas del río Mapocho, miré con disimulo pololear por igual a jóvenes que a otros más maduros.

Todo esto fue por la tarde tarde.
La tarde temprana, la pasé volando.
Volé.
Volé en planeador.
Volé en planeador y por primera vez.
Volé.
Allá arriba nada de miedos,
solo silencio y retozo,
vuelo en círculos para elevarnos entre corrientes térmicas
como pájaros.
Los nombres de quienes me llevaron: Juan y Moisés.

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21.11.03  :: 16:38

A partir de mañana este blog se actualizará bajo distintas circunstancias.

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:: 16:34

II. Sobre los Distintos Modos de Hablar Español

« Mis dos grandes pasiones: el cuerpo de la mujer y el lenguaje:
ahí reside el único universo que merece el nombre de patria »
Félix Grande, tomado prestado de Wimbledon.

La primera vez que alguien me dijo que yo hablaba mexicano, me sentí hispanohablante de una categoría menor a la de aquellos que hablaban español español. Después me he dado cuenta de que justamente en ello reside la grandeza del nuestro idioma común.

Todos hablamos una lengua. En nuestro caso, lenguas regionales variantes del Español.

Los principales cambios lingüísticos que evolucionan una lengua son la introducción de nuevos vocablos y creación de expresiones; el cambio de significado o desuso de las mismas; la variación de reglas gramaticales y la modificación de la pronunciación de los fonos (articulación de consonante y vocales).

Decía yo, que en mi opinión, el Español más allá de ser una lengua es un sistema de lenguas o dialectos, que mantienen entre sí coherencia, gracias a la conservación de reglas y posibilidades del idioma; cada lengua con un bagaje cultural distinto producto de las circunstancias en que evolucionó.

Sistema porque la organización estructural de las funciones comunicativa y significativa que conforman al Español se mantiene común a todas estas lenguas y produce resultados afines a pesar de la relativa diversificación de ciertas propiedades físicas de la estimulación lingüística y de las divergencias léxicas asociadas todas a la cultura y desarrollo social de la región a la cual cada lengua, como instancia del idioma, sirve de vehículo.

Una lengua se separa de otra, en la medida en que la posibilidad de comprensión se aleja de la capacidad intuitiva del hablante nativo de una de las dos para reconocer la gramaticalidad de las construcciones lingüísticas de la otra, tales como las oraciones. Eso no ha sucedido en los quinientos años de historia del Español a pesar de que en cada región fue objeto de una serie de cambios lingüísticos derivados de las circunstancias de su implantación que dieron origen a sus variaciones.

Esa es la mejor parte de esta historia: a pesar de las marcadas diferencias en los modos de haber hecho cada pueblo suya la lengua española, de su evolución local y de las distancias culturales, históricas y geográficas entre los pueblos que las hablan, las variedades hispanas siguen siendo comprensibles entre sí, con un tan alto grado de homogeneidad como de diferenciación. Cosa que no sucedió, por ejemplo, con las variedades romances en una mucho menor extensión. Supongo que tan poca distorsión obedece al carácter imperativo con que fue impuesta, pero también a que simultáneamente se convirtió tal cual en la lengua, si no materna sí paterna, de las familias mestizas.

Se entiende por dialecto una variante de un idioma que presenta, con respecto a otra variante del mismo tomada por norma, un conjunto de diferencias léxicas, gramaticales o fonológicas, y cuya habla se circunscribe a una región geográfica.

Esta definición implica siempre una acción política para convenir en otorgar a una de las variantes de una lengua, identificada con una región, la categoría social de norma, a partir de la cual las demás variantes quedan relegadas a un segundo plano por motivos de todo tipo menos lingüísticos.

Así pues el castellano se convirtió en la norma del Español, a raíz de un acontecer histórico y político, tras haber sido tan solo un dialecto del Latín.

Sin embargo, el Sueco, el Danés y el Noruego, siendo perfectamente comprensibles entre sí, no son considerados dialectos uno de otro, debido a que ninguno de los estados prevaleció entre ellos.

El término dialecto no me gusta. Su definición tiene un cariz político y social que da lugar a comparaciones, juicios de corrección y de pureza. Prefiero considerar al Español como mucho más que una lengua, darle a la palabra idioma esa connotación, y dejar la categoría de lengua para el Mexicano y para los otros distintos modos de hablarlo, sus primos hermanos.

Parte I. Sobre los Distintos Modos de Hablar Español

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19.11.03  :: 17:58

Adivinar la mirada con que me miras,
cuando me miras,
cuando me adivinas;
cuando te adivinas en mí,
tu ansía.

Fidel García
Soul in the Mirror.

 

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18.11.03  :: 01:13

Es mejor no continuar, me digo y guardo en una caja que he forrado con esperanzas que prescribieron, el estilete con que insistía en hacerle tajos a los días eternos. Adentro de esa caja hallo un par de boletos de rifas de colegialas que no he ganado y el álbum de los viajes que no he hecho. Hurgo sin afán alguno entre los recuerdos de los que carezco, todos y cada uno de ellos atesorados con delicado celo. Aparto algunos de los más caros, para pagar quizás con ellos mi pasaje al mañana, a la vez que sujeto en una de mis dos manos, a modo de talismán, la única promesa consumada. Me entretengo en ello mientras espero a que me colme un primer bostezo. Un beso de la Nada. Cuando sobreviene, guardo con diligencia la caja bajo la cama sobre la que he de dormir no tan plácida como dispuesta al clemente olvido de las caricias que hoy no tengo.

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17.11.03  :: 18:27

Vivo estos días la sensación de que aquello que es pero no entiendo, me persigue con el propósito de revelarme algo.

Mi subconsciente, el acontecer y el azar están jugando una partida de cartas en las que asiduamente figuran iconos y símbolos alusivos a este lugar en el que nací y en el que me he arraigado.

Observo curiosa sus movidas, más no alcanzo a entender el juego ni su significado.

Por esos azares deparados, regreso ahora de gozar una memorable tarde en los pasillos del Castillo de Chapultepec, desde donde se tiene una magnífica vista del valle sobre el cual reposa este fenomenal artilugio que es la ciudad de México, espléndidamente cercado por un cordón volcánico del que descuellan dos gigantes, el Popocatepetl y la Iztaccihuátl.

El malabar iconográfico llega hasta mis sueños. Anoche soñé caminar hasta los límites urbanos. La ciudad seguía estando en este inmenso valle, sólo que en lugar de estar limitada por sus montañas, era cercada por un profundo barranco en el que crecían inmensos los nopales, de mi estatura sus tunas, las espinas del tamaño de mi brazo.

En cinco días saldré de viaje.

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16.11.03  :: 13:15

Medio día.
Sol de nombre antiguo
que tiende sus rayos como quien tiende sus brazos
para arropar entre ellos mi frío
y hace crecer las flores blancas
y las violetas y las plantas que cuido
para que sepa que la vida es milagro
e ilumina mi ventana
traspone cristales
suavemente me saca de mi modorra
colocándome un beso
que me deja en los labios un cosquilleo
del que se despierta mi sonrisa.

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14.11.03  :: 17:57

Se vende cámara digital.
¡Eso es tomar fotos! ¿No?

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13.11.03  :: 09:49

Hoy hace un año, la marea negra cubrió las costas de Galicia tras el rompimiento del casco del Prestige.

Información aquí y acá.

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:: 00:24

I. Sobre los Distintos Modos de Hablar Español

En 1536, Carlos I de España y V de Alemania, designa al castellano como Español, al nombrar así, ante el Papa en turno, la lengua que había aprendido para gobernar aquél, su heredado reino en el que no habría de hallar reposo el sol, dieciseis años después de haber optado por éste como lengua para ejercer su ideal político, por encima del Alemán, o del Francés, la lengua que aprendió de niño.

El Español, digo yo, más que una lengua, es un sistema de lenguas o dialectos, cuya evolución (esto ya según los estudiosos de la misma) ha sido interna, como es natural, y también debida, en gran medida, a su contacto y avenencia con otros lenguajes: los autóctonos y los de los inmigrantes, voluntarios o forzados -como lo son los esclavos-, de y a los territorios sobre los cuales se expandió, principalmente durante los siglos XVI al XVIII. Cosa que probablemente le haya sucedido en cierta medida al Inglés, aunque sus hablantes no fuesen de una naturaleza tan integrista como la de nuestros ancestros, prueba de ello, la diversidad de orígenes de nuestros abuelos y la poca diversidad fonologíca del inglés americano.

El Español procede básicamente del castellano, que es una lengua románica como el gallego, el leonés, el navarro-aragonés, el catalán y el mozárabe, conformada durante los siglos IX al XII, tras diez siglos de dominio lingüistico del latín sobre la antigua Hispania romana, territorio donde antes se hablaron el fenicio, el púnico y el griego, las lenguas de sus primeros conquistadores; y lenguas nativas como el celtibérico, el celta, el lusitano (indoeuropeas estas tres), el íbero (probablemente relacionado con el vasco y el aquitano) y el tartesio o sudlusitano.

Al afianzarse Castilla en el s. XIII como la monarquía más poderosa del centro peninsular, predominante sobre los reinos aledaños, y avanzar ésta sobre los territorios sureños aún bajo dominio musulmán, como desde hacía siete siglos atrás, a fin de reintegrar entera la Hispania antigua al nuevo y sacro imperio católico y romano, el castellano adquiere su canonjía de lengua nacional, teniendo lugar así, la primera de sus grandes expansiones, pues desplazó las hablas leonesa, navarra, aragonesa y mozárabe, incorporando giros lingüísticos de éstas a su caudal.

Tras el descubrimiento de América, el castellano, ya consolidado en la península, ha de expandirse por todo el recién descubierto continente y sufrir el más grande de sus procesos de diversificación, que deriva, a su contacto con las lenguas nativas y con las lenguas de los inmigrantes de habla no hispana (europeos y africanos) a sus extensas tierras, en la formación de cinco distintas zonas dialectales: la caribeña, la mexicana, la centroamericana, la andina y la del cono sur. Éstas son las recocidas ampliamente, aunque han llegado a ser postuladas hasta dieciséis sobre la misma área geográfica.

Entre el Español peninsular y el Español americano, como las dos grandes vertientes geolingüísticas, sucede una revolución consonántica que se observa principalmente en la reducción de las sibilantes.

Los siguientes son algunos datos con respecto al origen de los colonizadores españoles que marcan de alguna forma el posterior desarrollo de las diferencias dialectales.

  • La distribución del origen de los que emprendieron el viaje hacia el Nuevo Mundo se establece según los registros de partida de la siguiente manera: Andalucia 40% (la mitad de ellos, provenientes de Sevilla), Castilla la Vieja 18%, Extremadura 14%, Castilla la Nueva 9%, León 7%, resto de España excepto Aragón 12% (dada la negativa de Fernando el Católico a apoyar la empresa del Descubrimiento, se prohibió a los aragoneses su migración).
  • El origen del 67% de las mujeres es andaluz.
  • El origen del 70% de los marineros que tripulaban las naves es andaluz.
  • Aquel que no fuera andaluz y que deseara partir hacia el nuevo continente, debía solicitar primeramente licencia para emigrar a Sevilla, capital de Andalucía, de cuyos puertos partían los barcos dos veces al año y donde los emigrantes podían pasar esperando, en caso de que la flota sufriese retrasos, desde meses hasta años.
  • El dialecto toledano o cortesano, fue considerado la norma culta en América hasta la mitad del siglo XVI. La mayoría de los escribanos y funcionarios públicos eran originarios de allí. Luego se acoplaron a la norma urbana sevillana mayoritaria.
  • La expansión de los españoles por los terrirorios conquistados fue rápida, pero los que poblaron las zonas más inaccesibles, como la cordillera de los Andes o la meseta central de México, perdieron el contacto con España. Por otra parte, el Caribe y el puerto de Buenos Aires recibían una afluencia constante de noticias, colonos y oficiales de España. De este modo, el habla de las zonas montañosas es más conservadora y se parece más al español hablado por los primeros colonos, mientras que el habla de las zonas costeñas es más innovadora, seguidora de la posterior evolución del andaluz.

Actualmente el Español es la tercera lengua más hablada en el mundo. Además de ser la lengua oficial de España, lo es de diecinueve países de América* y de Guinea Ecuatorial. Se le habla en Trinidad y Tobago, en Filipinas (más de millón y medio de hablantes), en Marruecos y en los estados de Nuevo México, Arizona, Texas, California y Florida de USA, país en el cual es la segunda lengua principal y donde tan sólo las ciudades de Nueva York y Los Ángeles tienen, respectivamente, más de un millón de hispanohablantes. También lo hablan cientos de miles de judíos sefardíes, descendientes de aquellos expulsados junto con los últimos musulmanes de España en 1492, en su variante llamada judesmo, quienes lo llevaron a cuatro continentes junto con sus asentamientos: Europa, África, Asia y América, pero principalmente a Turquía, Asia Menor y norte de África.

Entre todas estas distintas hablas, lo que da cohesión a la Lengua Española, es la conservación de las reglas y posibilidades del lenguaje, a pesar de que su realización local y social (normas) discrepe según la zona dialectal. Esto se observa en mayor medida en el habla popular y coloquial, en tanto que, a mayor educación o cultivo de las normas utilizadas, mayor homogenización lingüística se hallará entre los pueblos.

* México, Guatemala, Honduras, El Salvador, Cuba, República Dominicana, Nicaragua, Costa Rica, Panamá, Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Paraguay, Uruguay, Argentina, Chile, Puerto Rico, en este último, junto con el inglés.

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11.11.03  :: 10:28

Sembradores

Arriba, soldado americano ata las manos de niñas iraquíes entre los seis y los siete años.

A la derecha, soldado americano registra a un niño afgano de cuatro años.

Por supuesto que todos son enemigos potenciales. Cualquiera puede cargar encima explosivos y detonantes. Si no los cargan hoy, están asegurándose de que estos niños y sus familiares no ignoren esa opción mañana.

Lo bueno, es que los soldados americanos podrán sobrevivir la desmoralización que les implica realizar acciones como ésta, por la seguridad de la preponderancia del bienestar del pueblo estadounidense.

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9.11.03  :: 14:13

Obsidiana

Esta madrugada he soñado contigo. Nos encontrábamos en el patio de una de esas casas coloniales que son recurrentes en mis sueños. Nos buscábamos para besarnos, pero al advertirnos observados desde lo alto por una sombra escondida entre las penumbras de la azotea, contuvimos nuestro deseo en la intensidad con la que nos miramos. Hallé entonces en el suelo el pendiente que perdí aquella primera noche, lo recogí y corrímos, tú y yo, como dos niños, a escondernos para jugar a los besos entre los arcos del segundo piso. Al pasar por entre los cordones de un tendedero, el pendiente se me enredó en el pelo. Mientras intentabas desenredármelo, el arete se convirtió en broche, una mariposa de pedrería vítrea y negra, entre tus pacientes dedos.

« Toma mi collar de lágrimas. Te espero en ese lado del tiempo (...) Allí abrirás mi cuerpo en dos, para leer las letras de tu destino. », Mariposa de Obsidiana, Octavio Paz.

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8.11.03  :: 16:54

Descanso mi vista sobre el valle, respiro otra vez pausada, tengo el pelo empapado en sudor. Mi profano corazón que no es ningún iniciado en ritos como éste de la ascensión, contempla extasiado el gozoso misterio de palpitar aquí, por vez primera, en una cima que casi cualquiera logra, pero nosotros dos antes no.

Ahora, nos hallamos aquí, él y yo, inmersos como he dicho, en gozosa y cómplice contemplación.

Miro hacia abajo la pendiente casi vertical. Con el corazón echado a vuelo, la subí. Con la vista puesta en la siguiente piedra y sólo en la siguiente, la subí. Con el sudor nublándome la vista, con la duda de si me alcanzarían las fuerzas, de si valdría la pena y a sabiendas de que subir cumbres como ésta no representa ninguna proeza, la subí.

Subir puede que sea fácil. La niña cien metros delante lo hace. Lo hace tomada de la mano del anhelo que la lleva adelante, del mismo del que yo me desprendí, porque no me conducía ni sana ni salva ni a ninguna parte. He oído a la niña preguntarle a su padre si una vez allá arriba, verá ella el valle. Al escucharla me he cuestionado, qué a mí me da de más el llegar o no hasta donde se divisa el paisaje.

Emprender el camino fue sencillo, sólo me requirió una creencia. Andarlo, sólo me requirió seguirlo. No abandonarlo, me requirió un milagro, el milagro de aferrarme. La mía es una de esas voluntades que a costa de haber sido plegada padece abscesos de aguante.

Cuando me detenía para descansar me ayudó el pensar que faltaba cada vez menos que antes.

La tentación por desertar era lo verdaderamente agobiante. Razones las había y de peso: era bastante tarde, hacía hambre y frío, quizás aún faltaba mucho, y sobre todo, era muy probable, que si no ahí mismo, sí más adelante, la deserción sobrevendría y todo esfuerzo era ya vano desdenantes.

En uno de esos instantes de duda, tus ojos llenos de comprensión me vieron y su sola percepción acalló en mí los grillos plañideros del repertorio de mis pretextos.

Anhelé subir, y lo hice, sí.

Y ahora estoy aquí, solo unos minutos, justo antes del ocaso, contemplando mi hazaña - mía de mí -, y miro hacia el horizonte el dibujo desvanecido de la sierra y miro en el cielo la luna que viene casi llena. Y me digo, nada que empiece con esta luna puede empezar mal, y mis palabras hacen eco en mi corazón que contesta, bendita sea la locura ésta, la locura de anhelar.

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3.11.03  :: 00:01

Un poco más de amor francés ...

Dicen por ahí que el cielo es como tratar con una amante italiana, un cocinero francés, un coordinador suizo, un chofer alemán y un policía inglés; mientras que el infierno se parece más a tener que haber con un organizador italiano, un chofer francés, un cocinero inglés, un policía alemán y una amante que no es ni italiana, ni francesa, ni inglesa, ni alemana. En ese orden de ideas, dicen. Yo de cierto no lo sé, pero me parece que sí, que bien podría ser.

Un poquitín más ...

Me preguntan que de dónde, que de qué parte. Yo qué voy a saber. Apenas si logró con cierta precisión distinguir por su cantadito en cuatro o cinco los de mi México bastante: costa, norte, sur, defeño, y el inconfundible poblano. Allende de mi suelo, soy incapaz de distinguir los acentos regionales.

Mi discernimiento auditivo, con fortuna, concentra en una sola todas las distintas entonaciones con que se pronuncia el español en un país. Para mí es uno solo el acento cubano, uno el peruano; y se me pierden las fronteras entre el venezolano y el colombiano. Tendrá quizás que ver con cuánto, con cuánta atención y con cuánta gente de esas regiones he hablado.

Habiendo pues anticipado que no me pregunten, que no sé de que parte, menos aún de qué barrio, voy al grano: de entre los acentos hispanos, los que más cautivantes hallo son los acentos argentino y español (de España, quiero decir, ¡claro!).

Un poquitín menos ...

Ustedes disculparán la ausencia, pero hay momentos en la vida de todo hombre (y mujer) en que el recogimiento es menester. Por ahí y ya he dado respuesta a sus comentarios.

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1.11.03  :: 15:20

La Martiniana
« Niña, cuando yo muera / no llores sobre mi tumba, / toca sones alegres, mamá, / cántame la Sandunga, / toca el Bejuco de Oro / la flor de todos los sones / canta la Martiniana, ¡Ay mama! / que alegra los corazones.
No me llores no, / no me llores no, / porque si lloras yo peno, / en cambio, si tú me cantas, / yo siempre vivo / yo nunca muero, / en cambio, si tú me cantas, / yo siempre vivo / yo nunca muero. »
Andrés Henestrosa, La Martiniana

Primero y dos de noviembre, días en México de conmemoración de la muerte. Día primero, día de Todos los Santos, día de los niños que no dejaron de serlo. Mañana, día de los Fieles Difuntos, día de los que sí pudieron pecar. Fieles sí, pero a su gente, en cuya memoria viven habitualmente. Los primeros regresan una noche para jugar, los segundos a retozar, en el jardín de la remembranza, donde los nexos entre los vivos y sus muertos se celebran con un festín.

El pueblo de México ofrenda a sus familiares, amigos y seres amados, con una colorida comilona ornamentada con flores de cempaxúchitl y papel picado; aromatizada con frutas e inciensos; iluminada con velas y rezos; y ambientada con calaveras de dulce y papel. Les ofrenda los objetos que les fueran predilectos, a los primeros juguetes y panecillos; a los segundos alcohol, cigarrillos y artículos que les puedan gustar.

Yo pondré mi ofrenda luego de encender un poco de copal y dejar que mi casa se perfume con su aroma y con el de las gardenias, que son mis flores predilectas. Pondré en mi altar las fotos de mi padre, de mi tío y de los amigos que han dejado este lugar y me los llevaré por ahí a celebrar conmigo, que si algo tienen en común mis muertos es el gusto por parrandear.

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