Estamos hoy de fiesta y para festejar mi cumpleaños, uno de los maravillosos cuentos de Alí Núñez.
Era la mitad del olvido del Dios, del silencio del Dios. Fue una gran distracción, un rotundo silencio: todos los sonidos de la Tierra caían en la tierra como agua sucia en vano vertida. Los trinos, los rugidos, las campanas, las palabras de amor, los ayes de angustia y de dolor, apenas salidos, caían en la tierra y ésta se los tragaba inmediatamente.
También el viento se fue al vacío y ya no refrescaba las sombras de los árboles, ni las costras de los corazones.
Así sucedió que cada uno se fue por su propio camino, tirando bardas, pisoteando flores, durmiendo en las cuevas. Se disolvieron los pueblos de Oaxaca, huyeron al monte. Ya viven como bestias, mucho peor que las bestias. Antes de largarse cada quien por su propio atajo fue el ULTIMO INTENTO.
El último intento:
Juntan los Obispos de Oaxaca a todos los pueblos de Oaxaca en el verde y florido valle de Oaxaca. Allí están reunidos los pueblos, como un ramo de flores dentro de un horno: todos apelluzcados, enracimados.
Cuando los Obispos bajen los brazos (desde lejos sus manos brillaban por las amatistas de sus anillos), deberá alzarse el gran alarido.
El alarido es para llamarle la atención al Dios, para que salga del olvido, para que ilumine los sonidos.
El alarido subió a escasos dos palmos sobre las cabezas de los pueblos, y al instante se cayó sobre la tierra. Este fue el ÚLTIMO INTENTO. Ya después vino la dispersión de los pueblos: cada quien por donde mejor le dijo su entender. Pronto, ya ni el mismo entender habló porque se enmoheció. ¡Era el colmo! ¡Ya ni el propio entender a uno mismo! ¡Ni esa última y oscura palabra! ¡Se murió la Palabra!
Los niños también se comenzaron a morir como moscas, porque los abandonaban en los rincones de las casas y sus chillidos estaban apagados.
Así es que se murieron sobre sus propios orines.
Y la tierra reposó. Los árboles se durmieron.
Pero los Obispos no reposaron ni se durmieron.
Estaban preocupados porque los pueblos ya no iban a venerar las imágenes, ya no dejaban limosnas en los cepos. El culto se venía abajo.
Fue el Arzobispo a llamar a cada uno de los treinta Obispos de Oaxaca: entraba a cada casa, tomaba de la mano al Obispo y se lo llevaba al Palacio Arzobispal.
Ya que reunió a los treinta, se los llevo de la misma forma a la iglesia de la Asunción, todos agarrados de la mano como viles escolásticos. Allá iba la hilera...
Agarra el Arzobispo un pedazo de carbón y pinta en el muro encalado del templo:
H A Y Q U E A C A B A R C O N E L S I L E N C I O O
E L S I L E N C I O A C A B A R A C O N N O S O T R O S
Las treinta mitras amarillas se movieron de arriba a abajo; y luego el Arzobispo escribió con el pedazo de carbón:
¿ Q U I E N S A B E C O M O S A C A R A D I O S
D E L O L V I D O ?
Y las treinta mitras amarillas se movieron de derecha a izquierda.
Los treinta Obispos se fueron a la carbonería y se admiraban mucho porque no la conocían y cada uno tomo un pedazo de carbón; pared que encontraban, pared en la que escribían:
¡ O Y E !
¡ P I E D A D !
¡ A C U E R D A T E !
¡ E S C U C H A N O S !
¡ V O L T E A !
y frases por el estilo. Pero lo único que consiguieron fue manchar de carbón las blancas vestiduras, con lo que tuvieron que desnudarse e ir cada uno a lavar su ropa, porque las lavanderas se habían también marchado, cada una por su vereda.
Como al mes están los treinta reunidos en la plaza de Oaxaca, sentados sobre el césped, recargados en los árboles, bobeando, haciendo como que piensan, las ardillas en sus hombros...y en eso que aparece el Enano de Monte Albán: es un enano bizco, cojo y jorobado que vive en el Templo en forma de Flecha. Éste tomó un pedazo de carbón y escribió en uno de los muros de Catedral:
L L O Z E A K A V A R K O N E L O L B I D O
D E L D I O S
El Obispo de Etla, que es miembro de la Academia de la Lengua, da un respingo, se indigna y corrige las faltas de ortografía. ¡Estos indios analfabetas! Los treinta se pasan recaditos entre ellos y luego agarran carbón y a escribir:
¿ E R E S C A T O L I C O ?
¿ E R E S M A S O N ?
¿ E R E S J U D I O ?
¿ E R E S J E S U I T A ?
¿ E R E S E V A N G E L I C O ?
¿ E R E S M A R I C Ó N ?
El Enano a todos dice que no con la cabeza y sin dejar de sonreír escribe:
L L O S O Y E L D A N Z A N T E
L L O S O Y E L O M B R E
El Obispo de Etla corre cual secretaria a corregir las faltas de ortografía, infinitas e imperdonables faltas de ortografía. Ya para esto se presentó el Arzobispo con su báculo y su mitra dorada, como para apantallar al Enano. Él también escribe, ayudado de su báculo:
¿ D E D O N D E E R E S ?
Respóndele el jorobado:
L L O S O Y D E L P A I S D E L O S T E M B L O R E S
D O N D E L O S A R K O S S E K I E B R A N
Y L A S B I G A S S E A S T I L L A N
Al Obispo de Etla le dio la pataleta. ¡Ay, estos indios nomás no tienen ninguna voluntad de aprender!
¿ C O M O B A S A A C A B A R C O N E L
C I L E N S I O ?
Esto último lo escribió el Obispo de Zimatlán, que al parecer, tampoco domina la ortografía, pero el de Etla nada le dice porque es su cuate y pareja de dominó.
P O R L A S N A R I S E S
N O P O R L A S H O R E J A S
S I G A N M E G U E Y E S
El Arzobispo y sus treinta lo siguen hasta el gran camposanto. El Enano agarra su pala y su pico y se pone a desenterrar a los ya viejos muertos y a los recién nacidos muertos, a los medio desencarnados y podridos y a los polvorones, a las momias y a los esqueletos, a la gran gusanada de la tierra. Los treinta y uno hacen lo mismo. Hacía muchísimo tiempo que no habían agarrado una pala, desde chiquillos quizá. El sol como algo espantado iluminaba las estaturas, los colores descoloridos y todas las máscaras de la muerte. Entre ellos levantaron una montaña que se llama el Cerro de la Calaca. Entonces fue cuando los Obispos cayeron en la cuenta de que los muertos son muchísimos más que los vivos.
Al tercer día que alzaron el cerro, subió de la montaña de los muertos un río maldito de lodo lento, como serpiente negra en el fuego. El río subió hasta el cielo. Los Obispos abrían tamaños ojotes, pues no conocían tampoco los ríos malditos de lodo, y menos aún, los que como blasfemia suben y tiznan el cielo. Eso es lo que pasa por andar de palacio en palacio, y de banquete en banquete. Algo tardó el río en subir, pero al fin llegó.
Ora verán lo que pasó: el río pasa junto al Dios, pero el Dios sigue distraído. Entonces el río mancha el espejo en el que el Dios se contempla y que se le mete en las narices al Dios. Cuando se manchó el espejo y cuando olió la peste, el Dios que se acuerda.
- ¡Qué? ¡Qué es esto? ¿Qué pasa? ¿Qué hacen los hombrecillos, mis hormiguitas, dizque a mi imagen y semejanza? ¡Ah, que mis hormiguitas querendonas!
Y cuando mienta a los hombres, que se acaba el silencio del Dios, el olvido del Dios, ésta su gran distracción. Pero no vayan a creer ustedes que todo terminó nomás así. Al mancharse el espejo del Dios, se apagó el Universo: los cielos y las tierras se apagaron, y la luz, los Obispos, los oaxaqueños, los perros y los quesos. Se apagaron y cayeron en el Limbo. Fue lo que se llama un instante. Entonces sí que estuvo peor la cosa; tras de fundirse el sonido que se va la luz. Se acabo la fiesta. Pero fue un INSTANTE. El mentado INSTANTE EN EL LIMBO.
Este Limbo sí que existe; no el otro, que dizque es para los escuincles que no alcanzan el agua de la pila del bautismo, para los escuincles a los que no les cae el agua antes que la calaca. Diosito que se ríe. Diosito que limpia el espejo con su Soplo, y todos, los cielos, las tierras, los oaxaqueños, los obispos, los manglares y los cerros resucitaron y se vieron. Gran fiesta, gran risa, gran borlote.
Fue como cuando el niño está en su cuarto muy silencio, jugando con sus juguetes, y llega el papa de puntitas, apaga la luz y dice enronquecida la voz: Uuuhy, ahí viene el Coco, el diablo coludo, la vieja Ines, uuuhy! Ya merito que va a llorar el escuincle y el papa que enciende la luz, lo carga y lo besa y...
Gran risa, gran borlote, gran regocijo.
Y ésta fue la forma y la manera como el Enano que vive en el Templo en forma de Flecha, allá en Monte Albán, acabó con el silencio, el olvido y la distracción del llamado Diosito Lindo. Y fue entonces cuando los oaxaqueños tocaron por primera vez ese vals que se nombra Dios Nunca Muere.
P O R L A S N A R I S E Z
N O P O R L A S H O R E J A S.....G U E Y E S