Asakhira
Explorando territorios Patricia @révalo
Vamos siendo nuestra propia isla,
arriesgando leyendas
sobre los límites del mundo ...
                           Teresa Melo, Cuba


31.5.05  :: 23:48

Piedra de Sol - Piedra de los Soles.

I. El Lucero

Quinientos ochenta y cuatro endecasílabos constituyen el largo poema de Octavio Paz intitulado así, Piedra de Sol.

584 como 584 son los días que transcurren entre cada vez que la Tierra y Venus, que recorren sus órbitas en distintos tiempos, se alinean quedando el Sol exactamente entre los dos luceros.

¡Ah, porque la Tierra vista desde fuera es también un lucero! Un lucero que pierde luminosidad día a día, dicen los científicos que lo tienen todo calculado: algunos de los luxes que antes reflejamos, ahora los absorbemos y sobrecalientan el planeta.

Imagino a alguien o a algo, allá muy lejos, que se preguntará decepcionado al observar su firmamento, si no habrá sido un fraude pagar por nombrar una estrella cada vez más incierta, el equivalente a unos 100 euros, incluido el mapa celestial para localizarnos. ¿En qué constelación le aparecerá este recalentado planeta?

Pero regresando al tema, 584 días son los de una revolución, un ciclo, en el que visto desde la Tierra, Venus parece completar su viaje alrededor del Sol.

En realidad Venus le da la vuelta al sol o recorre su órbita sideral, en tan sólo 224 días; pero como nuestro punto de observación, la Tierra, está también en constante traslación con velocidad y longitud de órbita distintas, nosotros sólo le vemos regresar a donde le vimos antes, al punto inicial de observación, después de 584 días.

Durante este período - llamado revolución sinódica por medirse a partir de un sínodo o posición relativa de dos planetas dentro de sus órbitas -, Venus nos aparece en el firmamento en distintas posiciones dependiendo de qué fase de su viaje estemos observando.

Cuando viaja por el Este del Sol, a su izquierda, se le ve al atardecer al Oeste y entonces es el Lucero de la Tarde. Cuando se desplaza por el Oeste, por su derecha, Venus aparece en el firmamento al amanecer al Este y es la Estrella Matutina.

Casi la mitad del tiempo de la revolución es uno (250 días), y casi la otra mitad del tiempo es la otra (236 días), y entre cada posición media un período en que permanece oculto, o bien porque para nosotros queda atrás de la cara del Sol que vemos (90 días), o bien porque le está pasando por delante (8 días); en cuyo caso, sólo le veremos cruzar el disco solar en muy contadas ocasiones, cuando los planos de las órbitas de la Tierra y de Venus se acerquen, lo cual sucede dos veces "casi" consecutivas dentro de cada 120-130 años. La última vez que pudo verse a Venus en su tránsito fue en el 2004, la próxima será en el 2012; y de ahí hasta el 2117 y el 2125.


Tránsito de Venus frente al sol, 8 de Junio del 2004
NASA observatorio solar TRACE

II. El dios


Venus, el cuerpo celeste visible más brillante después del Sol y de la Luna, con sus apariciones, desapariciones y cambios de posición cíclicos, inspiró en los antiguos toltecas los mitos cosmogónicos en los que se moldea al dios Quetzalcóatl, símbolo de lo dual y de los ciclos de muerte y resurrección, tan importantes en su filosofía como en la de sus herederos, los mayas y los aztecas.

Su nombre, traducido literalmente como serpiente emplumada - quetzal, pájaro de plumas preciosas; y coatl, serpiente y también compañero o gemelo -, hace referencia a los dos modos de aparecer de este planeta, a los gemelos preciosos, al lucero vespertino y al lucero matutino que son uno solo, a la síntesis de los opuestos, ya que el Náhuatl no es un lenguaje que busque transmitir conceptos precisos, sino un lenguaje cuyos símbolos transmiten imágenes ¹ y quetzal es una imagen a la que se asocian las cosas preciosas, el retoño de maíz, el cielo, el paraíso celeste; mientras que a coatl se le asocian ideas como lluvia, tierra e inframundo.

A Quetzalcóatl se le ve nacer el Este, cruzar el Universo como Estrella Vespertina y después desaparecer ocho días, días que pasa en el averno, antes de reaparecer en el Oeste como la Estrella Matutina, simbolizando con su paso a través del cosmos, el paso cíclico de la muerte hacia el renacimiento y la alternancia entre los principios contrarios.

Principios representados por el mismo Quetzalcóatl, el dios benéfico, el Tezcatlipoca blanco; y por su hermano, el maléfico, el Tezcatlipoca negro, quien es su rival en todo y su compañero en la creación del Universo.

La historia no es sino la eterna pugna entre ambos, creación y destrucción cíclicas, victorias y derrotas que fueron creando los distintos tiempos, los distintos Soles, el actual y los que lo precedieron.

En una última instancia, la pugna entre ambos representa el antagonismo entre una cultura Tolteca debilitada y el advenimiento del imperio Azteca, representado mejor por el sanguinario Tezcatlipoca, dios de la guerra, quien finalmente vence a Quetzalcóatl en la persona de su sacerdote, Ce-Ácatl.

Tezcatlipoca lo vence mostrándole su rostro humano - viejo y feo -, tras lo cual el dios-hombre duda de su poder, descuida sus deberes sagrados, se emborracha y hasta comete incesto, por lo que avergonzado abandona para siempre su templo en Tula y luego en Cholula, para acabar a la orilla del mar inmolándose, no sin antes advertir que habría de volver ... barbado y de pelo rubio.

Antes de esta derrota, Quetzalcóatl, ya había resucitado dos veces. La primera cuando bajó a Mictlan, al mundo de los muertos, a recuperar los huesos de los hombres para con ellos crear a los moradores del Quinto Sol; la segunda cuando antes de lograrlo, murió en la trampa que los dioses mismos le tendieron, temerosos tras cuatro fracasos, de intentar crear a los hombres de nuevo.

Esta tercera visita al mundo de los muertos no fue la excepción. Tras inmolarse, resucitó Quetzalcóatl de su pira funeraria y subió a los cielos y ahí se convirtió en la Estrella Matutina para repetir su mito, apogeo y ocaso, cada ciclo venusino.

Si la historia la hubieran seguido contando quienes entendían que el devenir es cíclico, quizás habrían añadido que Quetzalcóatl regresó en el hombre rubio que fue Hernán Cortés, ante cuya pura visión el emperador azteca, Moctezuma, se asumió vencido, sabedor de que el engranaje perfecto del Tiempo giraba otra vez. Esta vez los dioses todos murieron. O quizás no, porque si la dialéctica de la historia es la dialéctica de los contrarios, entonces hay dos dioses que siguen luchando una lucha que no tiene final.


Atlantes que resguardan el Templo de la Estrella de la Mañana en Tula

III. La Lengua ¹

Acorde con la filosofía Tolteca, si el Universo está en cambio constante y el entendimiento es limitado, ¿para qué entonces aprisionar a las ideas en las palabras?

En Náhuatl, para acercarse a lo que se quiere decir, antes que proponer definiciones, se proponen gráfica o léxicamente, imágenes que evoquen en la mente de quien interpreta un cúmulo de sensaciones, recuerdos, experiencias y conocimiento propios, que contribuyan a la recreación, en lo posible, de lo que se desea expresar; y cuando las imágenes son dos, como en el caso de Quetzal-cóatl, una a otra se refuerzan, para simbolizar mediante la metáfora una cosa tercera, p.e. La unión de los opuestos, en lo que se conoce como un "disfracismo", figura similar a las expresiones lingüísticas llamadas "portmanteau", donde se fusionan en uno sólo, dos conceptos.

Por ejemplo, para la versión en Náhuatl del Padre Nuestro, elaborada en el siglo XVI, se acuñó el vocablo moyectenehua para dar a entender "Santificado", a partir de los vocablos motenehua - se nombra - y yectli - bueno, bello, recto -, que en el catecismo pictográfico es escrito con la yuxtaposición de los glifos o logogramas correspondientes a ambas palabras (para su escritura, se utilizaban glifos a los que se agregaban otros elementos que indicaran su fonética precisa).

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30.5.05  :: 22:14

Melancolía

« Congoja del espíritu fijada al pensamiento sin fiebre »
Areteo de Capadocia (siglos I-II d.C.)

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24.5.05  :: 00:26

Todo el camino nos fuimos escuchando a José José. Mi amiga en su trabajo había hallado en un servidor a punto de ser formateado, todo, pero todo su repertorio y lo había grabado en cinco cd´s. Cuando me subí a su carro me los puso en las manos y me dijo, recién quemaditos, ahí tienes para escoger, vamos a cantar.

Tenía días que en ese rincón de la mente donde se nos ocurren cosas que no pensamos, pero que vienen al caso, me venía haciendo circo algún verso de alguna balada que él ha interpretado; pero de ninguna manera deseaba escuchar y mucho menos corear cualquiera de sus éxitos. Le dije que no, que no compartía su entusiasmo, que de entre todas las canciones románticas, las de su estilo son las que más detesto. Canciones en las que su voz expresa espléndida, pero casi invariablemente el dolor, la impotencia, la capitulación de los que viven del amor, el fracaso.

La voz que fuera del llamado Príncipe de la Canción, eternizada por las disqueras, cuyo color, calidez y tesitura emergen de una bruma de depresión y de alcoholismo que lo arrojaron desde el éxito más rotundo hasta hacer de un taxi su dormitorio y pesar 50 kilos; su voz, una voz, creo yo, potente, clara, educada - hijo él de un tenor y de una concertista -, de un hombre sentimental, emotivo, quizás no elegante, no refinado, no intelectualizado, tan común y tan corriente como tanta gente; una voz que por décadas ha expresado todas esas emociones que se nos quedan atoradas entre la dignidad y la última esperanza; es una voz en la que como en ninguna otra en México, ha encontrado sonoridad el discurso del fracaso.

Por eso detesto a José José, o mejor dicho, detesto el repertorio del que considero el siniestro de la canción romántica mexicana - el diestro es Juanga, quien por cierto, muy en su estilo, escribió para él "Lo pasado, pasado". Decía que lo detesto porque las letras que canta - porque que yo sepa, él no ha escrito ninguna - muerden en el punto donde el amor más duele, en la derrota; porque aunque el sentido que le damos a la relación sentimental ha cambiado - y ciertamente ya no nos van los boleros de Los Panchos -, nuestra manera de sentir el desamor, no. Me consta. Hasta el más cool, en un momento de desolación, traga saliva al escuchar al Príncipe. Y no, no me gusta oírle, porque en las buenas me parece ave de mal agüero y en las malas, ¿a qué estarse manoseando las pústulas?

Sin embargo, mi amiga insistió y como ella manejaba, acordamos escuchar pero sólo algunas. Le busqué un par que yo no conocía, pero detrás de la segunda venía emboscada ésa que, ¡ah, cómo me pudre! Casi tanto como la maldita indiferencia...

A veces te miro callada y ausente y sufro en silencio como tanta gente. Quisiera gritarte que vuelvas conmigo que si aun estoy vivo solo es para amarte... Por eso regreso borracho de angustia, te lleno de besos y caricias mustias, pero estas dormida, no sientes caricias, te abrazo a mi pecho, me duermo contigo; más luego despierto, tú no estas conmigo, sólo esta mi almohada... (Almohada, de Adam Torres)

A ésta le siguió, Dicen que soy un payaso, que estoy muriendo por ti y tú no me haces ni caso... y es verdad, soy un payaso, pero qué le voy a hacer, uno no es lo que quiere, sino lo que puede ser... Y luego "El Triste", de Roberto Cantoral, Hoy quiero saborear mi dolor, no pido compasión ni piedad...

También encontré la que me cantaron en mi primera serenata, alguna vez allá en mis mocedades, un verano en Chiapas.

Yo sería relojero, si tú te volvieras hora, aunque tiene mal arreglo lo que el tiempo no perdona. Yo seria marinero, si tú te hicieras gaviota pero tú no tienes alas y mi barca ya no flota. (...) En cambio tú me ves y nada y pasa un día y pasa un mes y es que la suerte estaba echada las cosas salen al revés y ya lo ves pasan los años (...) nuestro amor es imposible: yo soy pez de río, tú eres pez de mar. (Farolero)

Y también la que dice, y es que la vida es así, o tú o yo...

Y pues ya entregada al melodrama, de una buena vez, "La Nave del Olvido", de la que dejo aquí el emepe3.

En algún momento advertí que mi amiga me veía divertida, ¿no que no tronabas, pistolita? Es verdad, a José José lo detesto, más hoy que ... jajajaja ... quiero saborear mi dolooooooor, jajajajajaja, ... no pido ... jajajajaja ..., ¡ayyyyyyy dolor, ya me volviste a dar! Eso sí, no más covers, por favor.

Espera, aún la nave del olvido no ha partido
no condenemos al naufragio lo vivido
por nuestro ayer, por nuestro amor, yo te lo pido... (+)
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20.5.05  :: 02:41

Una de las cosas que me seducen del alcohol es ésta, su capacidad de hacerme creer que las luces de un semáforo son sueños.

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13.5.05  :: 19:30

PIEDRA DE SOL
[Fragmentada, incompleta y subrayada.
Si la quieres leer entera y pulcra, la puedes encontrar aquí o acá, aunque también estará fragmentada a gusto de quien la haya publicado.]

un sauce de cristal, un chopo de agua,
un alto surtidor que el viento arquea,
un árbol bien plantado mas danzante,
un caminar de río que se curva,
avanza, retrocede, da un rodeo
y llega siempre
: *
          un caminar tranquilo
de estrella o primavera sin premura,
agua que con los párpados cerrados
mana toda la noche profecías,

unánime presencia en oleaje,
ola tras ola hasta cubrirlo todo,
verde soberanía sin ocaso
como el deslumbramiento de las alas
cuando se abren en mitad del cielo,

un caminar entre las espesuras
de los días futuros y el aciago

fulgor de la desdicha como un ave
petrificando el bosque con su canto
y las felicidades inminentes
entre las ramas que se desvanecen,
horas de luz que pican ya los pájaros,
presagios que se escapan de la mano,

una presencia como un canto súbito,
como el viento cantando en el incendio
,
una mirada que sostiene en vilo
al mundo con sus mares y sus montes,
cuerpo de luz filtrado por un ágata,
piernas de luz, vientre de luz, bahías,
roca solar, cuerpo color de nube,
color de día rápido que salta,
la hora centellea y tiene cuerpo,
el mundo ya es visible por tu cuerpo,

es transparente por tu transparencia,
(...)

voy por tu cuerpo como por el mundo,
tu vientre es una plaza soleada,
tus pechos dos iglesias donde oficia
la sangre sus misterios paralelos,
mis miradas te cubren como yedra,
eres una ciudad que el mar asedia,
una muralla que la luz divide
en dos mitades de color durazno,
un paraje de sal, rocas y pájaros
bajo la ley del mediodía absorto,

vestida del color de mis deseos
como mi pensamiento vas desnuda,
voy por tus ojos como por el agua,
los tigres beben sueño de esos ojos,

el colibrí se quema en esas llamas,
voy por tu frente como por la luna,
como la nube por tu pensamiento,
voy por tu vientre como por tus sueños,

tu falda de maíz ondula y canta,
tu falda de cristal, tu falda de agua,
tus labios, tus cabellos, tus miradas,
toda la noche llueves, todo el día
abres mi pecho con tus dedos de agua,
cierras mis ojos con tu boca de agua,

sobre mis huesos llueves, en mi pecho
hunde raíces de agua un árbol líquido,

voy por tu talle como por un río,
voy por tu cuerpo como por un bosque,
como por un sendero en la montaña
que en un abismo brusco se termina,

voy por tus pensamientos afilados
y a la salida de tu blanca frente
mi sombra despeñada se destroza,
recojo mis fragmentos uno a uno
y prosigo sin cuerpo, busco a tientas,


corredores sin fin de la memoria,
puertas abiertas a un salón vacío
donde se pudren todos lo veranos,
las joyas de la sed arden al fondo,
rostro desvanecido al recordarlo,
mano que se deshace si la toco,
cabelleras de arañas en tumulto
sobre sonrisas de hace muchos años,

a la salida de mi frente busco,
busco sin encontrar, busco un instante,
un rostro de relámpago y tormenta
corriendo entre los árboles nocturnos,
rostro de lluvia en un jardín a obscuras,
agua tenaz que fluye a mi costado,

busco sin encontrar, escribo a solas,
no hay nadie, cae el día, cae el año,

caigo en el instante, caigo al fondo,
invisible camino sobre espejos
que repiten mi imagen destrozada,
piso días, instantes caminados,
piso los pensamientos de mi sombra,
piso mi sombra en busca de un instante,


busco una fecha viva como un pájaro,
busco el sol de las cinco de la tarde
(...)
          adolescente rostro innumerable,
he olvidado tu nombre, Melusina,
Laura, Isabel, Perséfona, María,
tienes todos los rostros y ninguno,
eres todas las horas y ninguna,
(...)
          adolescente rostro perseguido
años fantasmas, días circulares
que dan al mismo patio, al mismo muro,
arde el instante y son un solo rostro
los sucesivos rostros de la llama,
todos los nombres son un solo nombre
todos los rostros son un solo rostro,
todos los siglos son un solo instante
y por todos los siglos de los siglos
cierra el paso al futuro un par de ojos,
(...)

sólo un instante mientras las ciudades,
los nombres, los sabores, lo vivido,
se desmoronan en mi frente ciega,

mientras la pesadumbre de la noche
mi pensamiento humilla y mi esqueleto,
y mi sangre camina más despacio
y mis dientes se aflojan y mis ojos
se nublan y los días y los años
sus horrores vacíos acumulan,

mientras el tiempo cierra su abanico
y no hay nada detrás de sus imágenes
el instante se abisma y sobrenada
rodeado de muerte, amenazado
por la noche y su lúgubre bostezo,
amenazado por la algarabía
de la muerte vivaz y enmascarada
el instante se abisma y se penetra,
como un puño se cierra, como un fruto
que madura hacia dentro de sí mismo

y a sí mismo se bebe y se derrama
el instante translúcido se cierra
y madura hacia dentro, echa raíces,
crece dentro de mí, me ocupa todo,
me expulsa su follaje delirante,
mis pensamientos sólo son sus pájaros,
su mercurio circula por mis venas,
árbol mental, frutos sabor de tiempo,

oh vida por vivir y ya vivida,
tiempo que vuelve en una marejada
y se retira sin volver el rostro,

lo que pasó no fue pero está siendo
y silenciosamente desemboca
en otro instante que se desvanece:

          frente a la tarde de salitre y piedra
armada de navajas invisibles
una roja escritura indescifrable
escribes en mi piel y esas heridas
como un traje de llamas me recubren
,
ardo sin consumirme, busco el agua
y en tus ojos no hay agua, son de piedra,
y tus pechos, tu vientre, tus caderas
son de piedra, tu boca sabe a polvo,
tu boca sabe a tiempo emponzoñado,
tu cuerpo sabe a pozo sin salida,
pasadizo de espejos que repiten
los ojos del sediento, pasadizo
que vuelve siempre al punto de partida,
          y tú me llevas ciego de la mano
por esas galerías obstinadas

hacia el centro del círculo y te yergues
como un fulgor que se congela en hacha,
como luz que desuella, fascinante
como el cadalso para el condenado,
flexible como el látigo y esbelta
como un arma gemela de la luna,
          y tus palabras afiladas cavan
mi pecho y me despueblan y vacían,
          uno a uno me arrancas los recuerdos,
he olvidado mi nombre, mis amigos
gruñen entre los cerdos o se pudren
comidos por el sol en un barranco,
no hay nada en mí sino una larga herida,
una oquedad que ya nadie recorre,
presente sin ventanas, pensamiento
que vuelve, se repite, se refleja

y se pierde en su misma transparencia,
conciencia traspasada por un ojo
que se mira mirarse hasta anegarse
de claridad:

          yo vi tu atroz escama,
Melusina, brillar verdosa al alba,
dormías enroscada entre las sábanas
y al despertar gritaste como un pájaro
y caíste sin fin, quebrada y blanca,
nada quedó de ti sino tu grito,
y al cabo de los siglos me descubro
con tos y mala vista, barajando
viejas fotos:
          no hay nadie, no eres nadie,
un montón de ceniza y una escoba,
un cuchillo mellado y un plumero,
un pellejo colgado de unos huesos,
un racimo ya seco, un hoyo negro
y en el fondo del hoyo los dos ojos
de una niña ahogada hace mil años,


          miradas enterradas en un pozo,
miradas que nos ven desde el principio,
          mirada niña de la madre vieja
que ve en el hijo grande un padre joven,
          mirada madre de la niña sola
que ve en el padre grande un hijo niño,
miradas que nos miran desde el fondo
de la vida y son trampas de la muerte
-¿o es al revés: caer en esos ojos
es volver a la vida verdadera?,


¡caer, volver, soñarme y que me sueñen
otros ojos futuros, otra vida,
otras nubes, morirme de otra muerte*

-esta noche me basta, y este instante
que no acaba de abrirse y revelarme
dónde estuve, quién fui, cómo te llamas,
cómo me llamo yo
:

          ¿hacía planes
para el verano -y todos los veranos-
en Christopher Street, hace diez años,
con Filis que tenía dos hoyuelos
donde bebían luz los gorriones?,
          ¿por la Reforma Carmen me decía
"no pesa el aire, aquí siempre es octubre",
o se lo dijo a otro que he perdido
o yo lo invento y nadie me lo ha dicho?,
          ¿caminé por la noche de Oaxaca,
inmensa y verdinegra como un árbol,
hablando solo como el viento loco
y al llegar a mi cuarto -siempre un cuarto-
no me reconocieron los espejos?,
          ¿desde el hotel Vernet vimos al alba
bailar con los castaños -"ya es muy tarde"
decías al peinarte y yo veía
manchas en la pared, sin decir nada?,
          ¿subimos juntos a la torre, vimos
caer la tarde desde el arrecife?
          ¿comimos uvas en Bidart?, ¿compramos
gardenias
en Perote?,
          nombres, sitios,
calles y calles, rostros, plazas, calles,

estaciones, un parque, cuartos solos,
manchas en la pared, alguien se peina,
alguien canta a mi lado, alguien se viste,
cuartos, lugares, calles, nombres, cuartos,
Madrid, 1937,
en la Plaza del Ángel
las mujeres
cosían y cantaban con sus hijos,
después sonó la alarma y hubo gritos,
casas arrodilladas en el polvo,
torres hendidas, frentes esculpidas
y el huracán de los motores, fijo:
los dos se desnudaron y se amaron
por defender nuestra porción eterna,
nuestra ración de tiempo y paraíso,

tocar nuestra raíz y recobrarnos,
recobrar nuestra herencia arrebatada
por ladrones de vida hace mil siglos,

          los dos se desnudaron y besaron
          porque las desnudeces enlazadas
          saltan el tiempo y son invulnerables,
          nada las toca, vuelven al principio,

          no hay tú ni yo, mañana, ayer ni nombres,
          verdad de dos en sólo un cuerpo y alma,

          oh ser total...
          cuartos a la deriva
          entre ciudades que se van a pique,
          (...)

amar es combatir, si dos se besan
el mundo cambia, encarnan los deseos,
el pensamiento encarna,
brotan las alas
en las espaldas del esclavo, el mundo
es real y tangible, el vino es vino,
el pan vuelve a saber, el agua es agua,
amar es combatir, es abrir puertas,
dejar de ser fantasma con un número
a perpetua cadena condenado
por un amo sin rostro;
          el mundo cambia
si dos se miran y se reconocen,
amar es desnudarse de los nombres

"déjame ser tu puta", son palabras
de Eloísa, mas él cedió a las leyes,
la tomó por esposa y como premio
lo castraron después;
          mejor el crimen,
los amantes suicidas, el incesto
de los hermanos como dos espejos
enamorados de su semejanza,
          mejor comer el pan envenenado,
el adulterio en lechos de ceniza,
los amores feroces, el delirio,
su yedra ponzoñosa, el sodomita
que lleva por clavel en la solapa
un gargajo, mejor ser lapidado
en las plazas que dar vuelta a la noria
que exprime la substancia de la vida,

cambia la eternidad en horas huecas,
los minutos en cárceles, el tiempo
en monedas de cobre y mierda abstracta;
          mejor la castidad, (...)

el mundo se despoja de sus máscaras
y en su centro, vibrante transparencia,
lo que llamamos Dios, el ser sin nombre,
se contempla en la nada, el ser sin rostro
emerge de sí mismo, sol de soles,
plenitud de presencias y de nombres;


sigo mi desvarío, cuartos, calles,
camino a tientas por los corredores
del tiempo y subo y bajo sus peldaños
y sus paredes palpo y no me muevo,

vuelvo donde empecé, busco tu rostro,
camino por las calles de mí mismo
bajo un sol sin edad, y tú a mi lado
caminas como un árbol, como un río
caminas y me hablas como un río,

creces como una espiga entre mis manos,
lates como una ardilla entre mis manos,
vuelas como mil pájaros, tu risa
me ha cubierto de espumas, tu cabeza
es un astro pequeño entre mis manos,
el mundo reverdece si sonríes
comiendo una naranja,

          el mundo cambia
si dos, vertiginosos y enlazados,
caen sobre las yerba
: el cielo baja,
los árboles ascienden, el espacio
sólo es luz y silencio, sólo espacio
abierto para el águila del ojo,
pasa la blanca tribu de las nubes,
rompe amarras el cuerpo, zarpa el alma,
perdemos nuestros nombres y flotamos
a la deriva entre el azul y el verde,
tiempo total donde no pasa nada
sino su propio transcurrir dichoso,


no pasa nada, callas, parpadeas
(silencio: cruzó un ángel este instante
grande como la vida de cien soles),
¿no pasa nada, sólo un parpadeo?
          -y el festín, el destierro, el primer crimen,
la quijada del asno, el ruido opaco
y la mirada incrédula del muerto
al caer en el llano ceniciento,
Agamenón y su mugido inmenso
y el repetido grito de Casandra
(...)
¿no son nada los gritos de los hombres?,
¿no pasa nada cuando pasa el tiempo?
          -no pasa nada, sólo un parpadeo
del sol
, un movimiento apenas, nada,
no hay redención, no vuelve atrás el tiempo,

los muertos están fijos en su muerte
y no pueden morirse de otra muerte *
,
intocables, clavados en su gesto,
desde su soledad, desde su muerte
sin remedio nos miran sin mirarnos,
su muerte ya es la estatua de su vida,
un siempre estar ya nada para siempre,
cada minuto es nada para siempre,
un rey fantasma rige sus latidos
y tu gesto final, tu dura máscara
labra sobre tu rostro cambiante:
el monumento somos de una vida
ajena y no vivida, apenas nuestra,

-¿la vida, cuándo fue de veras nuestra?
,
¿cuando somos de veras lo que somos?,
bien mirado no somos, nunca somos
a solas sino vértigo y vacío,
muecas en el espejo, horror y vómito,
nunca la vida es nuestra, es de los otros,
la vida no es de nadie, todos somos
la vida
-pan de sol para los otros,
los otros todos que nosotros somos-,
soy otro cuando soy, los actos míos
son más míos si son también de todos,
para que pueda ser he de ser otro,
salir de mí, buscarme entre los otros,

los otros que no son si yo no existo,
los otros que me dan plena existencia,
no soy, no hay yo, siempre somos nosotros,
la vida es otra, siempre allá, más lejos,
fuera de ti, de mí, siempre horizonte,

vida que nos desvive y enajena,
que nos inventa un rostro y lo desgasta,
hambre de ser, oh muerte, pan de todos,

Eloísa, Perséfona, María,
muestra tu rostro al fin para que vea
mi cara verdadera, la del otro,
mi cara de nosotros siempre todos,
(...)
cada día es nacer, un nacimiento
es cada amanecer y yo amanezco,
amanecemos todos,
amanece
el sol cara de sol, Juan amanece
con su cara de Juan cara de todos,

puerta del ser, despiértame, amanece,
déjame ver el rostro de este día,
déjame ver el rostro de esta noche,
todo se comunica y transfigura,
arco de sangre, puente de latidos,
llévame al otro lado de esta noche,
adonde yo soy tú somos nosotros,
al reino de pronombres enlazados,

puerta del ser: abre tu ser, despierta,
aprende a ser también, labra tu cara,
trabaja tus facciones, ten un rostro
para mirar mi rostro y que te mire,
para mirar la vida hasta la muerte,
rostro de mar, de pan, de roca y fuente,
manantial que disuelve nuestros rostros
en el rostro sin nombre, el ser sin rostro,
indecible presencia de presencias...

quiero seguir, ir más allá, y no puedo:
se despeñó el instante en otro y otro,
dormí sueños de piedra que no sueña
y al cabo de los años como piedras
oí cantar mi sangre encarcelada,
con un rumor de luz el mar cantaba,
una a una cedían las murallas,
todas las puertas se desmoronaban
y el sol entraba a saco por mi frente,
despegaba mis párpados cerrados,
desprendía mi ser de su envoltura,
me arrancaba de mí, me separaba
de mi bruto dormir siglos de piedra
y su magia de espejos revivía
          un sauce de cristal, un chopo de agua,
          un alto surtidor que el viento arquea,
          un árbol bien plantado mas danzante,
          un caminar de río que se curva,
          avanza, retrocede, da un rodeo
          y llega siempre: *

Octavio Paz

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6.5.05  :: 16:07

Cinco es el sagrado número del centro,
el que representa al corazón,
el que conecta cielo y tierra,
                               arriba y abajo,
                               a uno y a otro lado.
el lugar del encuentro de los principios opuestos.

                               Cuatro son los lados de la base de la pirámide,
                               todos conducen a uno quinto, a la cúspide.

Cinco han sido los soles.
Cinco las edades presididas por ellos.
Los cuatro primeros culminaron en hecatombes.
A nosotros nos alumbra aún el quinto sol.

Cada sol ha sido un intento de los dioses por hacer cada vez mejor al hombre. Por eso lo que cada sol ha iluminado ha sido y será destruido, para que cada creación se manifieste bajo su propio sol.

Creación y destrucción son los dos momentos de la espiral evolutiva. Así lo manifiesta la Piedra de los Soles, mejor conocida como Calendario Azteca.

Biblia de venticinco toneladas de piedra que marca a la perfección los calendarios solar, lunar y venusino de esta edad, así como la cosmogonía de este pueblo; la cual se lee, en círculos concéntricos, en espiral, del centro hacia la periferia.

En su centro está representado el quinto sol, nuestro sol,
         nuestro Tonatiuh.
A su alrededor, en aspa, aparecen los cuatro soles que le antecedieron.
Cada uno de ellos fue un dios que subió al cielo para servir de luz.
Cada uno de ellos corresponde a un elemento:
         tierra, aire, fuego y agua.
El elemento que caracterizó la era y la destruyó.
El quinto sol, el nuestro, es el sol del movimiento.
         El Olintonatiuh

El primer sol fue Ocelotonatiuh, el sol felino.
Se dice que en esta era poblaron la tierra los gigantes,
pero eran torpes y se rompían por estar hechos de barro.
Entre ellos se saludaban, "No se caiga usted".
Estos hombres acabaron siendo devorados por los jaguares.

El segundo sol fue Ehecatonatiuh, el sol de viento.
Los dioses hicieron esta vez a los hombres de maíz,
y les quedaron tan bien, que no hacían otra cosa que mirarse en el espejo.
Así que para destruirles soplaron terribles vendavales.
Los pocos hombres que se salvaron, lo hicieron convertidos en monos.

El tercer sol fue Quiahutonatiuh, el sol de lluvia de fuego.
Al hombre hecho nuevamente de maíz, los dioses le pusieron corazón, pero éste era enorme y apenas si le cabía en el pecho. Y aunque eran hombres muy buenos, hablaban demasiado. Así que fueron convertidos en pájaros para evitarles morir quemados entre erupciones y lluvias de fuego que así fue como terminó este sol.

El cuarto sol fue Atltonatiuh, el sol de agua.
Este sol terminó en diluvio, pues los dioses habían convencido a Chalchitlicue, la diosa de aguas serenas, de subir al cielo y ser sol; pero los hombres que crearon eran muy pequeños y se les escapaban de las manos y no hacía más que correr. Así que la diosa se enojó con ellos y para ahogarlos, estalló. Algunos de aquellos hombres sobrevivieron como peces.

Los dioses, tras el fracaso del cuarto sol, decepcionados, abandonaron todo intento de crear a quienes habitaran la tierra.

Pero el dios Quetzalcóatl, convencido, consiguió los huesos con que los dioses creaban a los hombres y que los dioses ya habían escondido y los llevó a la diosa Cihuacóatl - Quilaztli para que los moliera y sobre su polvo, reunido en una vasija preciosa,
hizo el dios sangrar su miembro.

Así fue como los antiguos mexicanos nacieron,
         de la sangre vertida por el dios sobre polvo de huesos.

Y para ellos era necesario un sol, uno nuevo, uno suyo.

Así que en completa oscuridad, los dioses todos se reunieron en Teotihuacan para decidir cuál de ellos habría de convertirse en sol
y amanecer sobre estos nuevos hombres.

Uno de los más hermosos decidió ofrecerse como voluntario,
el bello, arrogante y rico dios Tecuciztécatl.
Pero se necesitaban dos.
El otro voluntario - a solicitud de los demás dioses -,
fue el viejo, feo, deforme y enfermizo dios Nanahuatzin.

Mientras ambos hacían penitencia, los demás dioses encendieron la sagrada hoguera. El dios que se arrojara a ella, renacería convertido en astro.

El privilegio de sacrificarse fue del dios bello,
pero ante el fuego retrocedió atemorizado.
Dudó. Dudó cuatro veces.
Temió morir abrasado.

Al observar su titubeo, Nanahuatzin avanzó decidido
y sin vacilación alguna se arrojó a las llamas.

El hermoso, avergonzado, se arrojó tras él.

En el horizonte el dios viejo hizo estallar el cielo
con una mañana nueva, ya convertido en luminaria.

Su rostro arrugado y sus cabellos rubios
quedaron grabados en el centro del calendario azteca.

El otro dios, el bello, apareció en el firmamento como un segundo sol.

Al verle, alguno de los dioses ofendido por su cobardía, le aventó a la cara un conejo y le hizo perder brillo. Quedó entonces convertido en luna, arrojado de los dominios del día.

Pero el nuevo sol no se movía.

El dios viejo había agotado todas sus fuerzas en el sacrificio.
Así que todos los demás dioses, para ayudarlo a avanzar,
regaron con su sangre el fuego sagrado.

Entonces pudo el sol volar como un águila.

Había nacido Olintonatiuh,
el sol movimiento,
cuya era habrá de terminar entre terremotos y fuerzas
que hacen un ruido superior al trueno.

Para mantener al cosmos en movimiento,
los herederos del sacrificio de los dioses,
el pueblo del sol, ofrecía su propia sangre ... y corazones.

Si el sol estaba débil y el universo peligraba,
el corazón palpitante
         del mejor hombre,
         de la mujer más bella,
         del guerrero más valiente,
         de la doncella más virtuosa,
era ofrecido para alimentarle
y la vida renacía.

Algún fin de siglo, cosa que ocurre cada 52 años,
nuestro sol no saldrá más.
Así está escrito.

Cada fin de siglo los aztecas lo vivieron como algo terrible.
El pueblo entero caminaba hacia el oriente.
Sobre el Cerro de la Estrella
encendían un gran hoguera para atraer al sol
y en silencio esperaban
el cataclismo al que la especie humana no sobreviviría:
el día en que el sol no saldría más.
Temerosos, aguardaban las señales de los luceros.

Pero cada vez volvió a salir
inundando con su luz los cuatro puntos cardinales.

Y los sacerdotes,
tras un ritual en el que alimentaban al dios sol con corazones,
encendían el fuego que el pueblo
llevaba a sus templos y a sus hogares,
dando así principio a las festividades del Fuego Nuevo.

Hoy no se celebran más aquellos ritos.
Los tres calendarios sagrados, el venusino, el lunar y el solar
coincidieron justo a la llegada de Cortés.

Pero, ¿quién dice que el sol ya no se alimenta de corazones?
Quién quita y cada vez que uno se arranca
del pecho el corazón palpitante,
está haciendo lo suyo para que el sol siga adelante...

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5.5.05  :: 12:37

05/05/05

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