Asakhira
Explorando territorios Patricia @révalo
Vamos siendo nuestra propia isla,
arriesgando leyendas
sobre los límites del mundo ...
                           Teresa Melo, Cuba


28.6.05  :: 02:46

a kiss rapide

Ella y él se entregan al objetivo en un beso fingido - parisino sí, francés quién sabe -, para impresionar negativos con luces de romance.

En 1950, Robert Doisneau capturó con su cámara cómo se besaban dos enamorados frente al ayuntamiento de París. La fotografía formaría parte de una serie de cinco fotografías con la que se ilustró un reportaje de la revista Life en el que se pretendía presentar a París como la ciudad del romance. A doble página, fue publicada con el epígrafe, "Este es un beso breve, 'a kiss rapide' dice el fotógrafo". En ese entonces, no tuvo mayor impacto.

Treinta años después, Le Baiser de l'Hotel de Ville se convirtió en una de las fotografías más populares y en el ícono romántico del amor y de la capital francesa. Los comerciantes de souvernirs de la ciudad escenario la habían desempolvado y reproducido en pósters de todos los tamaños, camisetas y tarjetas postales. Miles le hallaron forma a sus sueños en la imagen.

Sobrevino el protagonismo. Más de una decena de parejas intentó convencer al fotógrafo de ser ellos los fotografiados. Una de ellas interpuso incluso un recurso legal para demandar parte de las regalías. La cosa se complicó aún más cuando, en 1992, otra mujer presentó su reclamo interponiendo como prueba el cliché original que Doisneau les había obsequiado por escenificar el beso.

Resulta que Françoise Bornet, la segunda demandante, treinta años y tres días atrás, se besaba con su novio en algún café de la romántica ciudad. Al verles, Doisneau, que cumplía con su encargo, les propuso repetir los apasionados arrumacos pero delante de su cámara, en la calle, entre la indiferencia de la gente común y la vertiginosa vida urbana. Ambos eran estudiantes de arte dramático.

Las querellas finalmente concluyeron a favor del fotógrafo cuando quedó demostrado que por servir de modelos, se les había pagado a todos los actores que aparecen en cuatro de las cinco fotos publicadas.

Mucha gente se sintió decepcionada por la premeditada espontaneidad de la instantánea.

Sin embargo, la fotografía de Doisneau sigue contando su historia. La historia de los jóvenes amantes, de los jóvenes franceses de la postguerra: desenfadados, informales, anhelantes. Gente común y corriente que remontaba la ola de desesperanza y destrucción y rompía con los convencionalismos sociales, premonitorios de lo que sería el advenimiento de la cultura juvenil. Dos enamorados que se besan frente al ayuntamiento de París suspendidos en el ojo del huracán del tiempo. La ilusión de un instante que parece eterno.

Françoise, a sus 75 años, obtuvo finalmente algo más de aquella tarde de sus veinte años. Subastó recientemente su original autografiado en 155,000 euros. Jacques Carteaud, su novio apenas unos cuantos meses más, murió hace años.


El Último Vals del 14 de Julio, Doisneau, 1948

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22.6.05  :: 16:58

Una Cebolla

« "Verás, Alyosha," le dijo Grushenka con risa nerviosa. "estaba fanfarroneando cuando le dije a Rakitin que le había dado una cebolla, pero no es jactancia, te cuento. Es sólo una historia, pero es una historia linda. Solía escuchársela cuando era niña a Matryona, mi cocinera, que aún está conmigo. Es así ... »

       siguiente escena...

Carlos Levano cuenta el cuento de La Cebolla distintamente pero igual que como lo cuenta Fyodor Dostoevsky en el tercer capítulo de su libro "Los Hermanos Karmazov".

También me gusta mucho cómo cuenta la Historia de Onatsu y Seiyuro de Ihara Saikaku, en La Danza del León.

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21.6.05  :: 03:44

Cada vez descubro con más frecuencia, amor, que tu ausencia ya no me acompaña; y no sé si llamar tristeza a esto que siento porque presiento que no va quedando nada. ¿Será esta sensación de ola que se retrae, lo que en portugués llaman saudade? Por lo pronto, ayer ella ahí no estaba; no cuando el ritmo de Ojos de Brujo, con sus tanguillos y sus rumbas jip-ropeadas, me abrazó, entre intenso y juguetón, hasta provocarme al meneíto ...

y es que mira como van las chicas de mi barrio
y es que mira como van los chicos de mi barrio
y el meneillo, meneillo irreverente
conexión de alta tensión
es la corriente pa'mi gente
ay quien maneja mi barca, quien maneja mi suerte
apaga el moviline y abandona tu mente
ay quien maneja mi barca, maneja mi suerte
apaga el moviline y abandónate
ay déjate, síguelo, sígueme
bailando el soniquete que te pone del revés
si, y déjate, y déjate
to'a la gente malaje aqui se va a mover

Oye, escucha
rumba ba ba ba ba ba ba ba ba ba ba ba ...
Oye, escucha
rumba ba ba ba ba ba ba ba ba ba ba ba ...
                                (Rumba Dubstyle)
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15.6.05  :: 01:42

No puedes estar de más entre nosotros, me dijeron. En la economía del Señor, nadie está de sobra. Habrá algo que te haga engranar como pieza única, algo con que sirvas a que esta máquina sin-fín que es la existencia, vaya a tiempo.

Así que me puse a reflexionar seriamente cuáles podrían ser mis talentos.

Recurrí para hallarlos a mi carta astrológica, a libros de auto-ayuda y también a mi álbum fotográfico.

Medí, calculé, sumé. He estado tan ocupada en ello que por eso, no he posteado.

Quizás se refieran, al cabo resolví, a mi capacidad olímpica de llegar menos de un minuto tarde a todas las oportunidades. De pasar lo más uno punto cero dos minutos después de las coincidencias y a menos de dos palmos de las casualidades.

Pero, como confirmando mi hallazgo, nadie necesita ya saberlo.

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7.6.05  :: 18:52

Los Signos en Rotación.


Ser uno mismo es condenarse a la mutilación, pues el hombre es apetito perpetuo de ser otro (..)

El hombre es lo inacabado, aunque sea cabal en su misma inconclusión; y por eso hace poemas, imágenes en las que se realiza y se acaba sin acabarse del todo nunca. El mismo es un poema: es el ser siempre en perpetua posibilidad de ser completamente y cumpliéndose así en su no-acabamiento. Pero nuestra situación histórica se caracteriza por el demasiado tarde y el muy pronto. Demasiado tarde: en la luz indecisa, los dioses ya desaparecidos, hundidos sus cuerpos radiantes en el horizonte que devora todas las mitologías pasadas; muy pronto: el ser, la experiencia central de su verdadera presencia. Andamos perdidos entre las cosas, nuestros pensamientos son circulares y percibimos apenas algo que emerge, sin nombre todavía.

La experiencia de la otredad abarca las dos notas extremas de un ritmo de separación y reunión, presente en todas las manifestaciones del ser, desde las físicas hasta las biológicas. En el hombre ese ritmo se expresa como caída, sentirse solo en un mundo extraño, y como reunión, acorde con la totalidad. Todos los hombres, sin excepción, por un instante, hemos entrevisto la experiencia de la separación y de la reunión. El día en que de verdad estuvimos enamorados y supimos que ese instante era para siempre; cuando caímos en el sinfín de nosotros mismos y el tiempo abrió sus entrañas y nos contemplamos como un rostro que se desvanece y una palabra que se anula; la tarde en que vimos el árbol aquel en medio del campo y adivinamos, aunque ya no lo recordemos, qué decían las hojas, la vibración del cielo, la reverberación del muro blanco golpeado por la luz última; una mañana, tirados en la yerba, oyendo la vida secreta de las plantas; o de noche, frente al agua entre las rocas altas. Solos o acompañados hemos visto al Ser y el Ser nos ha visto. ¿Es la otra vida? Es la verdadera vida, la vida de todos los días. Sobre la otra que nos prometen las religiones, nada podemos decir con certeza. Parece demasiada vanidad y engolosinamiento con nuestro propio yo pensar en la supervivencia; pero reducir toda existencia al modelo humano y terrestre revela cierta falta de imaginación ante las posibilidades del ser. Debe haber otras formas de ser y quizá morir sólo sea un tránsito. Dudo que ese tránsito pueda ser sinónimo de salvación o perdición personal. En cualquier caso, aspiro al ser, al ser que cambia, no a la salvación del yo. No me preocupa la otra vida allá sino aquí. La experiencia de la otredad es, aquí mismo, la otra vida. La poesía no se propone consolar al hombre de la muerte sino vislumbrar que vida y muerte son inseparables: son la totalidad. Recuperar la vida concreta significa reunir la pareja vida-muerte, reconquistar lo uno en lo otro, el tú en el yo, y así descubrir la figura del mundo en la dispersión de sus fragmentos.

Octavio Paz
Signos en Rotación

Yo, la verdad, siempre fui más de Elena Garro, la figura que se convirtió, en palabras de Elena Poniatowska, « en una larga recriminación en contra de Octavio Paz, el verdugo, el acusador, el poderoso, el Augusto que todo lo puede frente a una criatura inerme e inocente de rubia cabellera (ella misma) », por eso siempre le leí a él con reservas, suponiendo que no era un hombre sensible. Pero nunca es tarde para cambiar de opinión.

Estos textos de Paz, donde discurre sobre poesía, al igual que su repetido e infinito poema, Piedra de Sol - frase circular donde transita entre los estados union/desunión, guerra/reconciliación, memoria/olvido, soledad/desolación; donde entrevera el ciclo mítico con el tiempo occidental, donde hace incluso mención a su propia historia, a Elena Garro y a cómo los dos hacen de nuevo nacer el mundo en un acto de amor en medio de un bombardeo en Madrid durante la Guerra Civil en 1937 -, me provocan un gran entusiasmo, pues veo como también entrevera con sensibilidad y lucidez, el racionalismo con una profunda espiritualidad.

La suya no es religiosidad, sino una visión mística del mundo, como dando contestación a aquello que se plantea, « ¿dónde está la realidad real? ¿Cómo salir de la historia y de su tiempo asesino? ¿Cómo salir del mito y de su tiempo fantasmal? » (Octavio Paz Por Él Mismo (1954-1964)). Una mística primigenia de unión con el Todo, con el Ser, el sitio donde hallar paz: la contemplación, la experiencia estética y el amor como la posibilidad de crear un instante pleno y eterno en el que el sujeto conciente se percibe a sí mismo ante el devenir histórico mientras contempla con reverencia y entendimiento el mundo que le rodea - redenciones y caídas, nacimientos y muertes, negaciones y afirmaciones -, hasta perder el nombre y la medida mientras el mundo se borra, confiado en que al alba vendrá la resurrección.

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