Asakhira
Explorando territorios Patricia @révalo
Vamos siendo nuestra propia isla,
arriesgando leyendas
sobre los límites del mundo ...
                           Teresa Melo, Cuba


15.11.05  :: 11:39

La Furia del Dios Thor II

Durante la Segunda Guerra Mundial, el ejército estadounidense pidió a los científicos investigar el modo de hacer que durara más el efecto incendiario de la gasolina, utilizada en los lanzallamas alemanes desde la Primera Guerra Mundial.

El doctor Louis Fieser, profesor de la Universidad de Harvard, desarrolló entonces el Napalm, una mezcla gelatinosa de combustible y gel que quemaba con la violencia de la gasolina, pero no se apagaba sino que continuaba activa hasta consumir todo aquello que fuese combustible y que hubiera entrado en contacto con ella.

En 1945, los estadounidenses lo utilizaron para bombardear Tokio y Okinawa. Las muertes de civiles sumaron decenas de miles, más que las muertes inmediatas provocadas por cualquiera de las dos bombas nucleares.

Por su parte los ingleses desde 1943, empezaron a bombardear Alemania con una combinación de bombas clásicas y bombas de fósforo, lo que elevó considerablemente la efectividad de sus ataques.

El fósforo blanco se inflama a una temperatura incluso menor a la del aire - como los legendarios fósforos que ardían con solo tallarlos contra la suela del zapato - y produce quemaduras muy dolorosas al incrustarse en la piel donde las partículas siguen ardiendo, además de envenenar el cuerpo.

En el reporte que la Policía hizo del bombardeo de Hamburgo - el primero con esta nueva técnica y el más mortífero hasta entonces -, se dice que los pequeños y múltiples fuegos formaban una corriente ascendente de aire caliente que jalaba todo el aire fresco con una velocidad superior a la de los vientos normales y lo calentaba inmediatamente hasta por encima de los 1000 grados centígrados (ahora se sabe que suben hasta 4000). Civiles y soldados morían quemados instantáneamente u horneados en los refugios. Al bombardeo se le llamó operación "Gomorra".

Los alemanes, llamaron al efecto de las bombas, Feuersturm, "tormenta de fuego", y a las víctimas, Bombenbrandschrumpfleischen, que significa precisamente, "carne encogida por quemadura de bomba".

A partir de entonces y con la finalidad de minar la moral del pueblo alemán, otras ciudades alemanas fueron bombardeadas con la misma furia. El bombardeo de Dresden es considerado tan criminal como las bombas sobre Hiroshima y Nagasaki. Los vientos candentes se arremolinaron a una velocidad de 240 kms por hora y succionaron todo. Hubo cuerpos que fueron catapultados hasta a 24 kilómetros de distancia. 25 mil, 50 mil o 135 mil personas murieron derretidas, incineradas o por asfixia.


Dresden, 1945
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11.11.05  :: 09:21

La Furia del Dios Thor I

En la introducción a su película Nicht löschbares Feuer, "Fuego que no se apaga" (1969), Harun Farocki se pregunta:

«¿Cómo podemos mostrarte el napalm en acción?
Y, ¿cómo podemos mostrarte el daño que ocasiona?
Si te enseñamos fotos del daño del napalm,
preferirás cerrar tus ojos.
Primero cerrarás tus ojos a las fotografías;
entonces cerrarás tus ojos a la memoria...
Luego cerrarás tus ojos a los hechos ...
y entonces tus ojos a las conexiones entre ellos ...
»

Acto seguido, la cámara muestra con detalle cómo él apaga un cigarrillo sobre el dorso de su mano mientras una voz en off comenta que son sólo 500 grados centígrados, mientras que la mezcla gelatinosa de combustible y gel quema a 4000.


Escena de Nicht löschbares Feuer

Durante los siguientes veinticinco minutos, Farocki - cineasta checo nacido en territorio alemán en plena Segunda Guerra Mundial -, en medio del ardor y las difusas noticias que se recibían de la Guerra de Vietnam, intenta saltar el engañoso cerco de los medios y examina sin apasionamiento ni moralina alguna el proceso de producción del napalm y las relaciones entre los trabajadores y la guerra, entre los científicos y la muerte.

Como en otros de sus filmes, Farocki muestra en éste el modo en que participamos de los procesos de la sociedad y los resultados de tales procesos, para apuntar que el ciudadano no está conciente de lo que con su trabajo se está produciendo.

Con este corto film - el noveno corto film de su larga carrera -, Farocki creó el estilo que le ha caracterizado y con el que reconviene la manipulación que la industria hace de la imagen (el cine, la publicidad, la televisión, los documentales y ahora hasta las imágenes capturadas por cámaras ocultas o amateur). Sus temas son la imagen misma, la ciencia, la tecnología y el progreso.

Farocki sabe que la imagen es hacedora de mundos e insta al público a desconfiar de ella, a mantener distancia. Farocki no hace política con arengas sino con la sensibilidad que ofrece en su mirada.

En 2001, Jill Godmilow replicó en su película What Farocki Taught, cuadro por cuadro - como Pierre Menard -, Nicht löschbares Feuer; sólo que en inglés y a colores.

Entre sus razones para hacerlo, dijo que el estilo de Farocki le gustaba para enfrentar el modo en que los documentales se vienen realizando desde hace cuarenta años: buscando pruebas cinematográficas que construyan una realidad excitante que incite a la furia, a la culpabilidad o a las lágrimas, pero que sea excitante. Incluso les llamó pornográficos, por producir en el público casi una fascinación sexual ante el terror, placeres escabrosos y falsa conciencia política.

Como dijo Coetzee - agrega Godmillow -, el problema del escritor (o el cienasta, en este caso) no es si ignorar o representar las obscenidades del Estado, sino cómo imaginar la muerte y la tortura en sus propios términos.

Y Farocki ha buscado hacer eso con la sobriedad de su estilo. Él sólo es el medio para dar a conocer al espectador las estructuras y los patrones que siguen los hechos y lo hace a través de modelos. No pretende interferir con el espectador en su proceso de imaginar qué pasa, por lo que evita contaminarlo con sus propios juicios y emociones.


Kim Phucque. Diecisiete operaciones le salvaron la vida.

Desafortunadamente Nicht löschbares Feuer no fue distribuida en Estados Unidos, como sí lo fue tres años más tarde la imagen de Kim Phucque, la niña de nueve años que corría por el camino desnuda, gritando y llorando, mientras el Napalm le quemaba piel y músculos provocándole quemaduras de tercer grado.

Entonces sí cambió de opinión el pueblo norteamericano acerca de la guerra y del uso de la infame gelatina explosiva.

Ver para creer, para tomar responsabilidad.

Aquí, acá y acullá pueden leerse algunas de las noticias que hicieron presumible el uso de armas incendiarias en Irak desde el 2003.

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